2022, el año que no le salió nada derecho al Málaga CF
El club despide el peor año de su historia desde su nueva denominación, con unos números muy pobres.
31 diciembre, 2022 05:00Noticias relacionadas
En 20 partidos disputados en La Rosaleda, el Málaga CF ha ganado 3, ha marcado 15 goles y ha sumado 18 puntos de 60 posible. Esos son los números del año que despide esta noche cuando suenen las doce campanadas, un hecho al que el malaguismo está agarrado para que suponga un cambio de ciclo que, por fin, lleve la alegría a las gradas del estadio de Martiricos.
Este es un resumen de lo que ha sido el año en el Málaga CF:
Nombres propios
Son varios los nombres propios que han marcado este 2022 en el Málaga CF. El primero de ellos es el de José María Muñoz, administrador judicial, que ha logrado estabilizar la situación institucional del club. Son tres años los que lleva Muñoz en esta anómala situación para un club de fútbol, y con una gestión conservadora parece que de momento ha espantado los fantasmas de la desaparición del club. Además, en este primer tramo de la temporada que coincide con el final de año Muñoz ha dado un paso adelante asumiendo un papel casi presidencial, con un mayor protagonismo.
Según la situación judicial en la que se encuentra la entidad, da la sensación de que Muñoz tiene todavía un año por delante para administrar el Málaga.
Manolo Gaspar es el gran nombre propio del año, como arquitecto de todo lo que ha ocurrido a nivel deportivo. Tanto del baile de entrenadores como de la configuración de la plantilla, que desató las ilusiones en verano y que luego mostró las costuras que tenía con la falta de efectivos en las bandas. El director deportivo ha actuado con determinación, tanto a la hora de destituir y elegir entrenadores para intentar virar el rumbo del equipo, como a la hora de acudir tanto a los mercados de verano como de invierno. El acierto no siempre ha marcado esas acciones.
Pablo Guede, uno de los ídolos del malaguismo, una figura clave en la historia moderna del club tras su papel en la promoción de ascenso de Segunda B a Segunda en el verano de 1998, llegó en abril para salvar la nave y la salvó, pero con muchos asteriscos. Insufló ilusión al malaguismo con su puesta en escena pero el equipo se fue desinflando a medida que pasaban los partidos. Aun así, fue el elegido para comandar el ilusionante proyecto de la temporada 2022-23. Junto con Manolo Gaspar diseñó una plantilla para jugar a su gusto y aplicar su librillo. La tuvo pronto a su disposición y tuvo tiempo para trabajar con ella. Pero cuando la pelota echó a rodar no había por dónde coger al equipo. Eso provocó que solo durara seis jornadas en el cargo y se tuviese que despedir, entre lágrimas, sin ganar en La Rosaleda.
Cuando en mayo el Málaga CF tocó fondo, nadie podría pensar que dos meses después en la nómica de la plantilla estaría uno de los jugadores más importantes de la historia de Segunda División: Rubén Castro. El fichaje del canario supuso el salto de calidad y el cambio de paradigma para un proyecto en el que a raíz ese día se empezó a hablar de ascenso. Como en el caso de Guede, cuando la pelota echó a rodar se pusieron los pies en la tierra. Hasta ahora, el rendimiento de Castro está por debajo del esperado, pero se esperan sus goles como agua de mayo. Si es de enero, mejor.
Después de Pablo Guede, el Málaga fichó a un viejo anhelo de la dirección deportiva: Pepe Mel. El veterano y experimentado técnico madrileño le ha cambiado la cara al equipo, dotándolo de más solidez y equilibrio, pero le están faltando resultados. No ha sido capaz de sacar al equipo del descenso, pero Mel goza de la confianza plena de la afición para acabar con los sufrimientos que llevan padeciendo todo el año.
Carrusel de entrenadores
Hasta cuatro entrenadores se han sentado en el banquillo Joaquín Peiró en todo el año en La Rosaleda. Ningún golpe de timón ha terminado de surtir efecto. Desde que se destituyó a José Alberto López tras la sonrojante derrota a manos del Ibiza por 0-5 en La Rosaleda, el banquillo blanquiazul ha sido una silla eléctrica. Fue el 22 de enero.
Llegó Natxo González, que dotó al equipo de un mayor equilibrio sobre el verde pero los resultados no llegaron. Tanto es así que a las diez jornadas el vitoriano también fue víctima de esa silla eléctrica. Quizás tras el que fue el mejor partido de su periplo en el Málaga, la derrota por 1-0 inmerecida contra el Girona dio paso a otro cambio en el banquillo.
Lo que vino después daba la sensación de que fue tocar la tecla definitiva. Manolo Gaspar eligió a Pablo Guede. Un empate contra el Valladolid, un equipazo, y la victoria en Leganés, parecían el resurgir de un equipo que lo que hizo después no fue más que caer en picado. Solo una victoria en Tenerife en la antepenúltima jornada, unido al trabajo de los rivales, permitieron al Málaga quedarse en Segunda.
A un verano ilusionante le sucedió un arranque de Liga desastroso. A la sexta jornada cayó Guede, que se despidió del club y de la afición en una dolorosa e inédita rueda de prensa. Y llegó Pepe Mel, que mejoró la cara del equipo pero no lo ha podido sacar de los puestos de descenso en catorce jornadas que lleva al frente de la nave.
Diez meses sin celebrar una victoria
La Rosaleda, que parecía un fortín en el arranque del curso 2021-2022, ha sido una losa durante casi todo el año para el equipo. Solo se ha empezado a cambiar la dinámica en las últimas jornadas jugando como local.
Hasta el mes de octubre, teniendo en cuenta que en diciembre de 2021 tampoco se ganó y que en junio y julio no hubo competición, no ha sido capaz el Málaga de ganar un partido delante de su afición. Fue el 16 de octubre contra el Lugo al que se impuso por 3-2.
Un total de catorce partidos consecutivos sin ganar en Martiricos, ni siquiera en el día D contra el Burgos, ante más de 25.000 personas que acudieron ese día a la llamada del club para certificar la permanencia, pudo el conjunto blanquiazul acabar con el maleficio.
El día que se tocó fondo
Fue el 21 de mayo de 2022. El Málaga CF tenía que ganarle a un Burgos sin nada en juego en una Rosaleda que se visitó de gala ese día. El recibimiento fue de los que hacen época en los aledaños del estadio. La afición volvió a mostrar porqué es una de las mejores de España y, a pesar de todos los sinsabores, acudió en masa al grito de auxilio del equipo, que respondió con una derrota válida para mantener la categoría por los resultados de los rivales. La Real Sociedad B no hizo su trabajo en Huesca, donde cayó derrotada, y por eso el Málaga despide este 2022 siendo un equipo de Segunda División. La bronca fue mayúscula, la decepción gigantesca entre todo el malaguismo, que espera que 2023 sea antítesis del año que se despedirá cuando suenen las doce campanadas y de verdad se cumpla eso de ¡Feliz Año Nuevo!