La victoria del Málaga en el derbi malagueño contra el Antequera tuvo un elemento predominante: oficio. El conjunto blanquiazul aprovechó las ocasiones que tuvo, hurgó en los fallos del rival y anestesió el partido cuando se le ha había puesto de cara para que no ocurriese nada sobre el césped del Maulí hasta que llegó el pitido final que supuso tres puntos muy celebrados por los jugadores de Sergio Pellicer, que se fueron al córner donde estaba la afición malaguista a saltar y a hacerse el ‘selfie’ de rigor con los suyos.
Tras un arranque en el que hubo un intercambio de golpes pero que se paró a los siete minutos cuando Loren Burón cumplió con su amenaza de ser un quebradero de cabeza para Dani Sánchez en el lateral izquierdo. El defensa malagueño vio amarilla en una jugada en la que no pudo hacer otra cosa para frenar al ‘7’ antequerano y ya podía haberla visto antes. A partir de ahí, el Málaga CF tuvo que ir ajustando para cerrarle los caminos al Antequera, que siempre buscó, como en cada partido, plantarse en el área rival con los menos pases posibles una vez se superaba la primera línea de presión.
Y eso fue consiguiendo el conjunto blanquiazul con la labor de Genaro y Juanpe en la medular. El jerezano tuvo que priorizar las labores defensivas para cortocircuitar al Antequera y olvidarse de la creación. Además, los laterales, Sánchez y Gabilondo tuvieron menos vuelo que en otros partidos, especialmente el vasco, en labores de ayuda para parar a la otra gran amenaza del equipo de Javier Medina, Luismi Redondo, goleador blanquiverde.
Y sobre todo, dos centrales que van creciendo partido tras partido y que están levantando una fortaleza delante de Alfonso Herrero, que sacó con suficiencia la que tuvo. Crece especialmente Galilea, porque Nelson Monte ya tiene poco margen de seguir hacia arriba. Es el líder de la zaga, un capitán sin brazalete.
Con esto, a pesar del rock and roll del Antequera en ataque y las llegadas de Burón por la derecha, las ocasiones claras fueron pocas para los locales. Una internada del propio Burón al que Dani Sánchez ni le sopló condicionado por la amarilla cuando ya estaba entrando al área. El extremo eligió mal el último pase cuando el público se había levantado de sus asientos para cantar el primero.
Un disparo de Marcelo desde fuera del área, muy peligroso, después de que se adelantara el Málaga, fue el otro gran peligro del Antequera en la primera mitad.
En la segunda mitad lo que puso en práctica el conjunto blanquiazul fue la presión en la salida del balón de los locales. Ahí le hizo daño este verano y ahí lo condenó el domingo. Nada más salir de la caseta Roberto robó una pelota al borde del área para darle el gol en bandeja a Larrubia, que se durmió. Lo siguiente fue un fallo garrafal de Eric Puerto, que golpeó mal el balón y este le cayó en los pies a Kevin, que estaba dentro del área presionando. Gol y final del partido. A pesar de ser solo el minuto 55.
Nada más sacar de centro César Sousa tuvo la opción de recortar distancias pero Herrero respondió bien y rápido sacando el balón con los pies. A partir de ahí, el Málaga replegó sin meterse en su área, juntó las líneas y Murillo entró por el amonestado Dani Sánchez para echarle abajo la persiana a Burón. Genaro y Juanpe seguían y seguían en la brega, no podía el Antequera superar líneas frente a un equipo que supo, sin tirar del conocido como el otro fútbol –pérdidas de tiempo, lesiones, faltas para parar el juego, etc.- abrochar los tres puntos con mucho aplomo, algo que no había hecho en los últimos partidos en La Rosaleda contra rivales como el Melilla o el San Fernando.
Y en ataque, se cumplió lo que pedía Pellicer, jugadores llegando de segunda línea para sumarse a la nómina de goleadores y que esa responsabilidad no recaiga solo en los delanteros. Es lo que hizo Genaro, que tras dos disparos lejanos embocó un golazo sin dejar caer la pelota llegando desde atrás al área.
Este Málaga aplicó el guion de partido casi a la perfección, demostrando el oficio que también guarda en su catálogo.