El Málaga CF se ha plantado en el día D y en la hora H con las opciones de volver a Segunda División intactas. Se lo ganó este sábado en La Rosaleda ganándole la ida de la final del playoffs 2-1 al Nàstic de Tarragona, que llegó a la Costa del Sol jugando directamente el partido de vuelta, perdiendo tiempo sabedor de que el empate le vale. Enfrente tuvo un equipo que no se precipitó y que tiene a Roberto en estado de gracia, con dos goles más en esta temporada de ensueño que está teniendo, el segundo de penalti, y a la que le falta el broche del ascenso.
En un partido con un arbitraje discutible, con un primer gol del Málaga que con VAR no hubiese valido pero en el que la pillería se le volvió en contra al Nàstic, pero en el que tuvo poso en los momentos importantes y se repuso al mazazo del empate nada más arrancar la segunda parte. Todo, delante de una Rosaleda con el récord de asistencia en la categoría con los 29.103 espectadores. Ahora le queda la vuelta en Tarragona, con una ventaja exigua pero que si sale concentrado, no como esta tarde noche en el los inicios de ambas partes, le puede valer para manejar el partido y llevárselo a su terreno.
El susto del primer minuto del partido todavía la dura al malaguismo. Einar se anticipó en el centro del campo pero al pelota se fue larga y la contra del Nàstic estuvo a punto de ser mortífera en un tres contra dos que acabó con un pase de la muerte. Godoy remató tras el resbalón de Gabilondo. Ahí estaba San Alfonso Herrero, porque ya no se puede llamar de otra forma. Una manera tremenda de empezar el partido del Málaga.
La respuesta fue un tirazo de Ferreiro desde la esquina del área y otra ocasión de Roberto a pase de Kevin que había empezado el duelo en la derecha.
La Rosaleda estalló pasado el cuarto de hora con una caída de Roberto cuando se quedaba sólo delante de Varo. La repetición dejaba claro que el defensa del Nàstic se cayó encima del delantero de Puente Genil. Era penalti y antes roja. Ahora la normativa líquida que cambia cada dos días no lo aclara. Pero no se pitó.
El partido se enredó a partir de ahí y al Málaga ya le costaba dominar. Al Nàstic, dentro de siete días, le valdrá con el empate, y empezó a cocinarlo tras los primeros minutos. Y le dio resultados. Se quedó con la pelota, con el Málaga desubicado. Aun así, pasada la media hora tras un susto en la grada con un aficionado, Roberto la tuvo a la salida de un córner. Fue clarísima.
Pero eran dos equipos que peleaban por cosas diferentes para alcanzar un mismo objetivo. Injusto, sí, pero es la norma. Y eso el Nàstic lo interpretó mejor, anestesiando el partido, con la complicidad de Palencia Caballero en algunos momentos. El Málaga tenía que dar un poco más. Y lo dio en el 44’ cuando la pelota se paseó por delante de la portería tras un taconazo de Roberto. A sus botas había llegado tras una buena triangulación entre Ferreiro y Gabilondo por la derecha.
Siguió el Málaga con una buena salida de balón entre Manu Molina y Ferreiro, que la puso larga a Gabilondo y se centro acabó en córner. ‘MM12’ abrillantó el guante que tiene en el pie derecho para ponerla como acostumbra al primer palo. Llegó, quién si no, Roberto, para mandarla para dentro con un cabezazo que sorprendió a Varo. Los jugadores del Nàstic, en lugar de defender se dedicaron a buscar la artimaña. Godoy, posicionado delante del primer palo para defender el córner tenía un balón en las manos y justo lo soltó en el campo cuando sacó Manu Molina. Había dos balones. El árbitro no lo vio. Pero se hizo justicia a Godoy, o el karma ese al que se acude ahora.
Por delante, pero magullado había acabado el Málaga la primera mitad, con sus centrales amonestados en decisiones discutibles. Eso hizo que Pellicer le diera carrete a Nelson Monte por Juande en el descanso. El Málaga salió como en la primera jugada. De forma imperdonable. En la primera jugada David Concha se movió como Pedro por su casa dentro del área y le cruzó la pelota lejísimos a Alfonso Herrero, que no pudo hacer nada. Fue un jarro de agua fría mayúsculo. Un golpe del que sí o sí había que levantarse. Pero el estadio quedó sonado. Hasta que en el 54’, tras un segundo córner consecutivo, Einar fue derribado en las narices del árbitro, que no dudó. El Nàstic lo intentó todo, el penalti tardó en tirarse tres minutos entre protestas y acoso a Roberto, que dijo aquí estoy yo. Esquinadísima, para que no llegase Varo, que se tiró muy bien.
No reaccionó el Nàstic y el partido se abrió. El Málaga volvió a reclamar penalti a Roberto en el 65’ por otro derribo que pareció claro en el área. El de Puente Genil se contenía porque jugó todo el partido con la amenaza de la amarilla que le haría perderse la vuelta. Se fue atenazando el Málaga y empezó a sobrevolar el miedo en el ambiente, por no perder lo conquistado. Al Nàstic también le valía el resultado. No tenía prisa, se conformaba con tener alguna. Aunque fue poniendo el campo toda la artillería que tenía en el banquillo, entre ellos el exmalaguista Mula. Gabilondo pidió el cambio, Kevin se tiró exhausto al suelo. Con un cuarto de hora por delante.
Sin arreón del Nàstic, Roberto tuvo un mano a mano con el portero aunque encimado por dos defensas, justo cuando iba a rematar se le quedó atrás. Era casi el descuento. Tuvo un córner el cuadro catalán y otra Andy, algo escorado, para estirar el sufrimiento hasta el final. En el cielo de Málaga cuando sacó Alfonso Herrero se murió el partido, con los visitantes rodeando al árbitro y jugando el partido de vuelta, lo que habían estado haciendo los 90 minutos. Faltó algo de colmillo, de valentía, o quizás de piernas en mitad del mes de junio. Pero ahí está el Málaga, con las opciones intactas, con una semana de por medio que se hará eterna, para que le vaya la vida en noventa minutos.