A partir de las seis de la tarde, las inmediaciones de La Rosaleda serán un hervidero de malaguistas. No es un día cualquiera. Esta noche el Málaga CF juega la ida de la final de los playoff contra el Nàstic de Tarragona y toda la ciudad está volcada con el equipo para lograr el ansiado ascenso a Segunda División.

En la última semana, con la campaña impulsada por el Málaga llamada #MálagaPorBandera, hemos podido ver cómo se han volcado los más pequeños en los colegios, colgando banderas en sus patios de recreo, así como vistiendo sus camisetas blanquiazules en clase, pero también los mayores que han colgado en los balcones de sus viviendas el escudo del Málaga CF, tiñendo de azul los barrios de la ciudad.

El amor por el Málaga no entiende de edad. Y si no, que se lo digan a Ana, Isabel y Mari Carmen, tres malaguistas que pasan de los 65 años y que llevan gran parte de su vida siguiendo las victorias y derrotas del club de la ciudad que las ha visto crecer. Las tres coinciden en que seguir al Málaga es una de las mejores cosas que les ha pasado en la vida, principalmente por los momentos en familia que les regala el equipo.

Ana, fan de Roteta

Ana, con Roteta. E.E.M

En el caso de Ana, una vecina de la Granja Suárez de 68 años, lleva más de tres décadas como abonada. Su marido solía acudir a La Rosaleda con su hermano cuando comenzaron su relación, pero tristemente Ana perdió a su cuñado muy joven, así que su pareja decidió no volver a ir al estadio por un tiempo. Sus dos hijos crecieron e irremediablemente ambos heredaron la pasión por el fútbol de su padre.

“El mayor empezó a ir con sus amigos, solo, pero el pequeño, mientras estaba en el Carlinda, empezaron a regalarle entradas para los partidos. Con siete u ocho años, solo no iba a ir, así que nos sacamos los abonos mi marido y yo. De aquello pueden haber pasado unos 33 años”, recuerda la malaguista, que vio en aquella oportunidad un filón para descubrir una nueva afición familiar.

Así se fue “enganchando” cada vez más al Málaga. Mientras tanto, sus hijos también fueron escalando en el Carlinda, llegando incluso a ser entrenadores. “Yo me iba con ellos y animábamos a los niños. Me conocía todo el mundo, hasta los árbitros de la parte de Vélez-Málaga”, confiesa riendo.

Ana, en el centro, con su peña, viendo un partido de Champions en Oporto.

Durante las últimas tres décadas, ha visto al Málaga, dice, “en las malas, en las muy malas y hasta en las mejores, como en la época de la Champions”. Ana viajó a Oporto a ver al Málaga de Isco, Joaquín o Weligton. “Aquello fue una locura, no dormimos en un día entero, pero no lo vamos a olvidar jamás, fue verlo y venirnos; también hemos visto al Málaga perder contra el Atlético de Madrid, y digo ese partido porque acabamos chorreandito mi marido y yo, qué frío hacía”, dice la forofa.

Ana asegura que sus amigas no la entienden. “Yo disfruto viendo jugar a los muchachillos, lo doy todo en La Rosaleda, de verdad, me desvivo gritando. Mis amigas dicen que ni dándoles dinero se van a ver al fútbol una noche de frío. Yo les digo que yo encima pago por ello. Me encanta”, espeta entre risas.

Ana, con su camiseta favorita.

Ana está muy ligada, al igual que toda su familia, a la peña malaguista ‘Los Lunes’. En uno de esos actos, conoció a Roteta, su ídolo. “Mis hijos le contaron en un homenaje que le hicimos en la peña que yo tengo un plato de cerámica firmado por él. El hombre, más buena gente que nada, no se creía que yo fuera tan fan de él. La verdad es que me encanta. De los nuevos, me quedó con Roberto o con el portero, que es un crack”, expresa.

La malaguista pidió a EL ESPAÑOL de Málaga un espacio en esta publicación para Mari Pepa, fallecida en 2023, y que fue una de las aficionadas del Unicaja y del Málaga más populares. "Nos sentábamos juntas y era una bellísima persona, siempre le traía gominolas a mis nietos y aunque yo le dijera que no, ella siempre las traía porque decía que le hacía muy feliz; juntas animábamos siempre", relata emocionada Ana.

Ambos clubes tuvieron bonitas palabras para ella el día de su fallecimiento. Eran conscientes que en su paso por el hospital, Mari Pepa seguía los partidos de sus equipos desde la cama y a través de un móvil, siempre rodeada de sus colores: el azul y el blanco, pero también el verde y el morado.

Mari Pepa en un homenaje que le hicieron en la pandemia. Málaga C.F

Mari Carmen, ADN futbolero

Mari Carmen junto a su familia. E.E.M

Algo más mayor que Ana es Mari Carmen, otra malaguista de pura raza. A sus 77 años, ha logrado inyectar el veneno blanquiazul a prácticamente la totalidad de su familia, igual que su padre se lo trasladó a ella. Era jugador de fútbol en El Palo y un ferviente seguidor del Málaga CF.

Lo que más disfruta del Málaga es la unión de su afición. "Es impresionante ver cómo toda la afición se vuelca, todos a una. Me da pena que el club esté en la situación en la que se encuentra, creo que en Málaga hay gente fantástica que podría apoyarlo más y ayudarnos, pero aunque las circunstancias están así, me encanta ver como la afición tira hacia delante. ¡Yo estoy convencida de que así, nos salvamos!", dice la septuagenaria con una sonrisa.

Además, informa de que ella es "todo un talismán" para el Málaga CF. "Cada vez que voy, gana, me lo dice la gente que tengo sentada alrededor", confiesa, alegando que espera poder ir este sábado al estadio, por un lado, para darle suerte al equipo, pero también porque en la tele no lo disfruta igual. 

En su casa, cancelan planes si el Málaga o el Unicaja juegan. "Lo tenemos claro, aquí los planes deportivos se hacen en familia", dice Mari Carmen que, junto a su marido, ha alertado a familiares que tengan cuidado a la hora de programar eventos, tales como las bodas, por si coincide con un encuentro de los blanquiazules, siempre y cuando quieran contar con su presencia.

Mari Carmen y sus hijas. E.E.M

Mari Carmen sigue los partidos del equipo masculino, pero también ha visto algunos de los de la categoría femenina. "Y te tengo que decir que en ocasiones, esas niñas meten mejores y más goles que los del primer equipo, las cosas como son", dice con sinceridad la malaguista, que lamenta no haber podido ir aún a verlas jugar en el campo.

"Yo a los que dicen que el fútbol debe ser solo de hombres, te juro que no los entiendo. Se están perdiendo muchas cosas. Antes eran otros tiempos, tenías que ir con tu marido a todos lados, pero si una mujer quiere ir a ver o jugar al fútbol, ¿qué problema hay? Yo si mis hijas me llaman para comer y él no quiere venir... ¡Pues me voy sola, digo!", dice.

Ella es positiva para esta noche, pero en el caso de que no consigan vencer, pide a la afición cautela, es de las que cree que la educación debe primar en el estadio. "No podemos silbar y decir cosas malas a los árbitros, son personas que se equivocan a veces, me da coraje la manera en la que los tratan. Y por otro lado, los niños son muy lindos y jóvenes. Me da lástima ver que a veces le ponen empeño y tienen mala suerte. A veces tiran y no entra y sufren mucho. Ojalá suban", apostilla.

A Isabel no le gusta el fútbol, pero sí el Málaga

Isabel, en La Rosaleda. E.E.M

Isabel es la mayor de las tres, tiene 80 años y aunque nació en Genalguacil, es vecina del Puerto de la Torre. Pese a su edad, no le falta vitalidad para acudir siempre que puede a La Rosaleda, pero ojo, en su caso, no acudiría a otro estadio en el que no jugara el Málaga CF. No es una aficionada del fútbol, sino de su querido Málaga CF. "Yo de chica lo veía y no entendía la gracia de ver a hombres detrás de un balón y ahora, aunque no entiendo mucho, no me pierdo ni un partido para celebrar todos los goles", asevera.

"Yo veo todos los partidos del Málaga desde que bajó a segunda en 2018, me enganchó mi nieto mayor, al que le encanta este equipo", expresa esta tierna seguidora del Málaga, que sufre como la que más cada vez que el equipo contrario se acerca a la portería de Alfonso Herrero. "Me pongo súper nerviosa, la verdad; soy muy fan del portero cuando para los balones y de Roberto cuando los mete", dice riendo.

Isabel ha ido a ver al Málaga a Ibiza, Córdoba o Granada, entre otros lugares. Le encanta marcharse de tour con el equipo de sus amores. "De Ibiza me vine un poco mosqueada, la verdad, porque creo que no nos fue muy bien. De los otros ni me acuerdo ya, como tengo tan mala memoria, se me olvida", cuenta con gracia la octogenaria, a la que las irritaciones le duran poco.

Está loca de contento porque lleguen las seis de la tarde y pueda ir a recibir al autobús del equipo, y más ahora que está previsto hasta un concierto de la Banda del Cautivo, lo que deja entrever que se formará una gran fiesta a las puertas de La Rosaleda. "Yo me lo paso genial yendo a recibirlos. Y aunque tengo muchas ganas de ir al recibimiento, de lo que más tengo ganas es de verlos subir", zanja Isabel, convencida de que, como dicen la afición, lo van a hacer.

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