La historia de Ángel, el abuelo malaguista viral por girarse en el penalti de Roberto contra el Nàstic
Malaguista desde niño, asegura que lo que más disfruta es ver al Málaga C.F. jugando. Está convencido de que los blanquiazules lograrán esta noche, al menos, el empate.
22 junio, 2024 05:00Noticias relacionadas
En la última semana, se ha hecho viral en Málaga una estampa entrañable. En el vídeo se ve cómo un señor mayor, aficionado del Málaga C. F., aparece en su asiento de La Rosaleda de espaldas al terreno de juego. A su alrededor, treinta mil aficionados no quitan ojo a los jugadores. Más concretamente a Roberto, que en ese momento se disponía a lanzar el penalti que dio al Málaga la victoria contra el Nàstic de Tarragona en la ida de los playoff de ascenso. Se hace el silencio. Hay quien cruza los dedos. Hay quien se echa las manos a la cabeza. Hay quien reza a dioses en los que no saben si creen. De repente, el silencio se rompe. ¡Gol del Málaga!
Los aficionados lo celebran a gritos. El señor no se lo cree, tembloroso, levanta sus puños y grita con el resto de blanquiazules. Estaba convencido de que su equipo “lo iba a hacer” y con ese gol estaban un poco más cerca del ascenso. Su nombre es Ángel, tiene 70 años y vive en la zona de Carretera de Cádiz, aunque ha pasado gran parte de su vida en Holanda.
“Yo me veo en el vídeo y no me reconozco”, confiesa entre risas Ángel, que no entiende cómo pudo ponerse tan nervioso, llegando a temblarle hasta los brazos. “Mi nieto y un montón de gente me ha enviado el vídeo. La verdad es que es muy emocionante. Cuando escuché a la grada gritando gol aquello fue ya el acabose”, cuenta a EL ESPAÑOL de Málaga el malaguista entre risas.
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Consiguió las entradas para el partido gracias a uno de sus grandes amigos, el murguista Pepe León. “Aunque tenía entrada, mi nieto trajo a un amigo más y tuvimos problemas para conseguirlas, pero al final pudimos ir gracias a él. Contra el Celta estuve en otro lado, pero en el partido contra el Nàstic estuve delante de las emisoras justo, por eso me captaron los periodistas”, explica. Las cámaras de SportDirect Radio fueron las que inmortalizaron el momento del penalti y las que lo han llevado “a la fama”.
Es curioso, pero según detalla Ángel, nunca antes se había girado en un momento importante de un partido. Ese día, le “dio por ahí”. “En momentos como cuando Rubén Castro falló el penalti con el que nos jugábamos la permanencia… Ganas me entraron”, dice.
Ángel sigue al Málaga desde que era un crío. “Mi primer partido fue un Málaga-Real Madrid donde ganamos, allí en La Rosaleda. Marcó Otiñano, imagínate los años que han pasado, yo tendría catorce y ya gasto 70”, recuerda. Reconoce que se enganchó al veneno malaguista fácilmente y siempre que podía, en cuanto tenía un “dinerillo”, lo gastaba en una entrada para ir a ver a su Málaga. “Y cuando no lo había, me colaba en alguna puerta de los anexos de La Rosaleda; nosotros saltábamos por cualquier lado”, confiesa a carcajadas.
Luego llegaron los años 70, cuenta, y con ellos, Torremolinos y “la época de conocer a chicas y retirarse un poco del fútbol”, aunque seguía yendo siempre que podía. Hasta que conoció a su mujer, una bellísima holandesa que logró embelesarlo. Tanto, que cuando acabó la mili, ante la falta de trabajo, decidieron volar hacia su país en busca de una nueva vida.
“Pero no te vayas a creer que en la distancia me iba a perder yo el Málaga… Escuchaba, a través de una radio muy especial que me compré, todos los domingos los partidos. Los radiaba Miguel Claros, sí… ¡Y Antonio Carmona!”. En 1998 volvió a España y al poco tiempo de estar asentado de nuevo en la Costa del Sol, no lo dudó ni un segundo y se sacó el carné del Málaga. “Y desde el año 2000, aquí seguimos ininterrumpidamente”, asevera orgulloso.
Su pasión es el Málaga, él lo manifiesta con seguridad. Ha volado en varias ocasiones a encuentros importantes junto al equipo de su ciudad. “A Vitoria, a Atenas, varias veces al Bernabéu, al Nou Camp… Son tantos recuerdos con el Málaga detrás…”, dice Ángel.
“Yo lo que más disfruto de un partido es verlos jugar. Hay veces que uno sale cabreado por algunas cosas, por ejemplo, yo no quiero molestar, pero a mí, Pellicer no me gusta. Si sale un domingo todo bien con un equipo, ¿por qué me lo cambias al siguiente? No sé, no le entiendo; tú no puedes jugar solo con Roberto arriba, que lo tiene quemado de tanto correr, no se puede jugar tan amarrategui, hay que meter la pierna, luchar”, critica.
Su mujer falleció antes de que volviera a España. Ella nunca fue muy futbolera, aunque sí que lo era su padre, que se encargó de que Ángel, en sus meses en Holanda fuera socio del Ajax. “Allí vi a Cruyff y a unos jugadores tremendos. Llegué a jugar en Holanda incluso en un equipito amateur”, apostilla.
Ángel lamenta que el fútbol ha cambiado mucho en Países Bajos. “Hubo un momento en el que detecté que la gente iba al fútbol a pelearse, a palos. Hay demasiado libertad en ese sentido. Yo por ejemplo eso es lo que más me gusta de mi Málaga. Como dice el himno, si ganas, con orgullo, y si pierdes, sin rencor… Todos de la mano”, afirma.
A lo largo de su vida, Ángel ha tenido muchos trabajos distintos, aunque ha pasado gran parte de ellas en las fábricas de la cerveza Heineken –trabajó allí en Países Bajos, pero también en Córdoba–, también ha estado trabajando en hamburgueserías e incluso ha repartido carne para hoteles y restaurantes. Desde que se jubiló, con sesenta años, su profesión más importante es otra: ser abuelo.
“A mí mis nietos me han dado la vida. Estos personajillos me han dado la fuerza que a veces me pueda faltar”, dice, algo emocionado. Tiene tres nietos, Fabián, de 12 años; Amalia, de diez; y Lina, de seis. “Todos nacieron en Holanda, aunque Lina se vino con unos meses para acá. También estuvieron en República Dominicana porque mi yerno es dominicano y holandés. Los niños saben varios idiomas, pero el mayor es socio del Málaga y Amalia siempre me está pidiendo que la lleve”, expresa el abuelo orgulloso.
No sabe qué haría sin sus tres terremotos. Ellos son los que le hacen tener planes cada semana y los que llenan de alegría sus días. Este sábado, verán en casa el partido y luego espera poder celebrarlo con toda la familia en su bar de confianza del barrio. "Yo estoy mayor y no me veo en la fuente de las Tres Gracias. En su día lo hice, pero me da que con San Juan... Si ganamos, la gente va a liar el taco; tiene pinta de que el Nàstic nos tiene preparada una encerrona, pero creo que si no ganamos, lograremos el empate, estoy convencido", zanja.