David Plaza es un ingeniero industrial malagueño que comenzó aprendiendo de forma autodidacta de animación 3D y ha acabado comandando una de las más laureadas escuelas digitales del sector a nivel global, Animum. Comenzaron en 2003 como una productora audiovisual para visualizar proyectos del boom inmobiliario, pero con un problema recurrente: al no haber perfiles especializados por entonces en esa animación 3D, gastaban un gran esfuerzo en enseñar el oficio a sus nuevos trabajadores.
Una gran salida de empleados les llevó a pivotar y a abrir una línea de formación, en la que se quedaba para la productora los perfiles que más le interesaban. La necesidad de formación cualificada era tal que terminó por apropiarse del resto de la empresa hasta la situación actual: cuentan con más de 600 alumnos cada año a nivel global y son, de acuerdo con el prestigioso Rookies World School Rankings, la mejor escuela de animación en español y la cuarta mejor de todo el mundo en animación 3D.
En el XI Encuentro Tecnológico de EL ESPAÑOL de Málaga —celebrado este lunes con el patrocinio de Previsión Médica y Cervezas Victoria—, Plaza conversa en profundidad sobre la trayectoria de su empresa, sus impresiones de la industria de la animación y la educación y el futuro que se plantea a Animum tras su adquisición anunciada en 2022 por el grupo francés AD Education. Esta es una transcripción abreviada por motivos de espacio de esa entrevista.
Vuestro caso es un ejemplo de algo que a veces se da: una compañía que empieza su trayectoria con un objetivo y se da cuenta de que, para llegar a ello, necesita una herramienta que todavía no existe... y decide convertirse en esa herramienta.
Y no solo eso, sino que sigues teniendo que hacer crecer esa herramienta. Si te quieres ya especializar en educación y formación, desarrollar algo realmente diferencial, proporcionar algo que los demás no lo hacen, al final tienes que ir a por más talento.
¿Y dónde está el talento en nuestro sector? ¿Dónde está el talento en la industria de la animación? Es puramente internacional. Así que la única manera que entendimos de acceder a él es digitalmente. Si quieres que la formación la imparta gente que está trabajando actualmente en grandes producciones audiovisuales, desde luego no es gente que vive en Málaga o no es gente que vive en el centro.
No es gente que se pueda trasladar a nuestras aulas con facilidad. Puede hacerlo puntualmente: se puede hacer algún taller, algún seminario, algunas conferencias. Pero nosotros no queríamos cosas puntuales, nosotros queríamos un desarrollo formativo, queríamos una metodología de enseñanza en el que la actividad estuviese liderada por profesores que son profesionales en activo. Queremos gente acompañando a toda la vida educativa del alumno, acompañado por profesionales en activos. Esa es una de las grandes titulares de Animum: quien te da clase es gente que por la mañana ha estado animando en una película de animación.
¿Cómo de fácil fue al principio acceder a ese talento top que no estaba aquí de que tenían que entrar en Animum, de la que no habrían escuchado hablar?
Al final, tened cuenta que para nosotros el talento es como un cliente más desde el principio. Nosotros tenemos dos clientes, el alumno que paga su formación y el tutor a quien hay que convencerle que participe. Y lo tenemos clarísimo. Hay que convencerle, hay que seducirle, hay que exponerle, porque al final lo que tienes que ganar es su confianza.
El profesional quiere saber qué le va a reportar a él aquello en lo que va a participar. En la mayoría de los casos no está buscando un aporte económico —que tiene que estar de base—, sino tener un aporte de mucho más valor añadido. El profesional quiere aquello que le haga crecer como profesional, le satisfaga una vocación —por ejemplo, la formativa—, que al poner Animum en su currículum, en su historia de LinkedIn, diga, le va a aportar valor.
Es un compendio de cosas que tú tienes que tener muy bien identificadas y saber transmitírselas con veracidad, con precisión en lo que realmente le estás proponiendo, con mucha vocación y mucha pasión. Eso al final la gente lo nota, lo percibe. Y cuando la gente percibe ese amor por las cosas que hace, te facilita que se suban al barco.
"En Málaga, si quieres talento, tienes que acceder a él internacionalmente"
¿Cómo fue para vosotros ese proceso de crecimiento desde Málaga?
Para mí, los modelos de negocios que venden al consumidor final, que se llama B2C, son las empresas más complejas. Eres quien fabrica tu propio producto, pero además tienes que enfrentarte a un canal de distribución y de comercialización muy sofisticado. Llegar al consumidor final, conseguir explicarle, que entienda, ilusionarle y además tecnológicamente que sucedan todas esas cosas necesarias a nivel de plataformas, de sistemas de pago, de carteras de compra... Es una sucesión de retos tecnológicos y, sobre todo, operativos. Realmente no se habla mucho de las operaciones en el diseño de empresas, porque suelen ser la parte quizá menos sexy, la más gris; pero es la más crítica de las más críticas.
Entender cómo vas a organizar los procesos dentro de la empresa es fundamental para que no se convierta tu actividad en un pozo eterno que consume todos tus recursos. Eso es algo que cuando eres pequeño te cuesta mucho trabajo verlo, que tus procesos tengan calidad, porque de hecho a veces no sabes ni identificar qué es un proceso. Empiezas con una idea muy sencilla: "Yo quiero hacer animación y yo quiero cubrirle necesidades a la gente que tenga de comunicar mediante la herramienta de Animum". Pero todos los diseños de procesos, todo el tema de fiscalidad, comercialización, comunicación, el tema de toda la tecnología que tienes que desarrollar... Es una gran madeja hecha un nudo que tardas muchos años en deshacerla, pero que tienes que terminar deshaciéndola.
Es mucho tesón. No podría decir que la clave de deshacer esa madeja ha estado en hacer ciertas cosas en concreto. Ha estado en insistir, trabajar, concentrarte y mantener el fuego de la ilusión por llevar el proyecto a lo más lejos. Mucho pequeño esfuerzo y mucha fe en el equipo.
Por el hecho de haber crecido desde Málaga, ¿qué retos habéis encontrado y en qué os ha favorecido?
Yo quiero llenar Animum de gente excepcional: personas que aportan toda su experiencia y tienen toda la visión especial y están en la casa, en la cocina fabricando cosas. Eso es maravilloso y es lo que necesitamos. Y te das cuenta de que eso es muy difícil en una ciudad como Málaga, en la que asumes y aceptas con el tiempo que no es un hub de la animación. Aquí no sales a la calle y te vas a encontrar el bar típico donde hay animadores, como lo puede haber en Vancouver o como lo puede haber en Bruselas. Aquí, si quieres talento, tienes que acceder a él internacionalmente.
Hemos tenido experiencias de querer captar talento y querer retenerlo aquí en Málaga. Hemos tenido experiencias de tener animadores de películas, supervisores de animación de películas internacionales muy potentes, o animadores de Pixar que eran españoles y accedieron a instalarse aquí en Málaga. Pero en esos proyectos no es fácil que se mantenga estable y sostenible en el tiempo porque la gente tiene una vida muy voluble. ¿Qué decides? Pues que Animum no es un lugar para quedarse los artistas; sino la plataforma en la que los artistas vienen, participan, colaboran, entran, salen, se van, vuelven al año siguiente.
Animum es un soporte para que sucedan cosas maravillosas alrededor de la educación de los alumnos en el que se posan alumnos y profesores. Entran y salen. Entonces, nuestro trabajo es hacer que esa magia que sucede dentro de la plataforma sea realmente magia. Es decir, que no haya trabajos pesados, que no haya operaciones pesadas, tareas que son poco ilusionantes para tutores y para alumnos.
Nosotros le llamamos que Animum es el lugar que consigue que tanto alumnos como tutores llegan a mesa puesta. Es decir, ya se encuentran todo ordenado. Ya se encuentran, saben perfectamente qué tienen que hacer una semana, la semana siguiente, se miran encima de la mesa y ya tienen todo perfectamente ordenado, todo lo que tienen que hacer, todos los recursos que necesitan. No tienen que pensar nada: solamente disfrutar de impartir enseñanza y disfrutar de recibir.
Comentabas que hay un momento de cierta aceptación de Málaga no es un hub de animación y que va a haber que buscar ese talento fuera. ¿Habéis notado una cierta evolución en ese sentido en el ecosistema o más o menos la situación sigue igual?
La animación es una industria internacional y necesita presupuestos multimillonarios. Cuando un estudio de animación necesita profesionales, lo que necesita es poder montar equipos volubles, flexibles, en cuestión de pocas semanas. Eso solamente ocurre en aquellas ciudades en las que existen estas comunidades profesionales suficientemente numerosas como para que el intercambio entre empresas pueda suceder. Todo lo que necesitas es garantizar que la escasez de talento te va a generar el menor número de problemas posibles.
Entonces, ¿qué es lo que tiene Málaga para nosotros? Es nuestra ciudad. Casi todo el equipo de Animum es de Málaga. Cuanto más viajas —y en esto podemos conciliar casi todos— más valoras la singularidad y la maravilla, el lujo de ciudad que disfrutamos nosotros día a día. Le digo muchas veces a mis niños: "Oye, ¿sabéis qué? Cuando paseamos por el Muelle Uno o por el Centro, hay gente que paga un dineral y se hace cientos y miles de kilómetros por venir aquí a disfrutar de esto". Es un lujo de ciudad, es un deseo cumplido. Y esa es una razón que pesa bastante también para no trasladarnos a otra ciudad que sí podría tener más potencial en otras dimensiones, pero en calidad de vida lo que te ofrece Málaga está muy superior de cualquier otra ciudad.
La tecnología te permite deslocalizar tu actividad y, tal como está ahora mismo configurado y diseñado, podemos movernos. Si estamos en Málaga, si mañana nos vamos a Valencia, podríamos estar. Y si pasa mañana nos vamos a Londres, podemos estar. Es una empresa con un diseño tremendamente flexible y muy estructurado.
¿Cuál es el perfil tipo de estudiante que entra en Animum?
Tenemos una mezcla, es muy heterogéneo. Tenemos gente que es artista y quiere especializarse, tenemos gente que se dedican a otra cosa y quieren reconducir su carrera profesional... Normalmente, son personas de entre 25 y 35 años, ya con una madurez y un entendimiento de lo que significa enfrentarse al mercado laboral a nivel medio-alto, y que busca convertirse en alguien muy competitivo profesionalmente.
Si sabes mucho tienes un itinerario y, si no sabes absolutamente nada, tienes otro. Lo que hacemos en Animum es entender dónde estás ahora mismo, cuáles son tus expectativas, qué es lo que quieres, y el equipo de asesores te recomienda un itinerario en concreto que te ayude a llegar a dónde quieres ir. De algún modo, se individualiza el itinerario. Nosotros estamos aproximadamente en 28 programas, y lo que hace el asesor es entender muy bien tu realidad concreta. Es decir, en qué momento de tu vida estás, cuánto tiempo disponible tienes para trabajar, para estudiar, qué bagaje previo tienes, qué conocimientos previos tienes y, en función de un montón de parámetros tuyos individuales, te recomienda un programa u otro.
Y a la hora de la empleabilidad posterior, ¿se quedan en España vuestros alumnos?
En Animum estamos aproximadamente con un 70% del alumnado de toda España y el 30% restante, de todo el mundo. El alumno tiene que estar dispuesto, sobre todo en los primeros años de carrera profesional, a trasladar su casa. Es decir, la industria es internacional y las mejores oportunidades le van a salir en cualquier lugar del mundo. Hay gente que se queda a lo mejor en Madrid, tiene esa suerte, o a lo mejor se va a París, o se van a Vancouver, o se van a Shanghái, o se van a Bruselas. Hay historias para casi todas las ciudades importantes del mundo.
"La educación 'online' sigue presentándose como una alternativa con mucho valor añadido que compite de tú a tú perfectamente con la presencial y en muchos casos, en nuestra opinión, la supera"
Uno de las historias por las que Animum ha salido más en la prensa local últimamente fue la adquisición con AD Education, anunciada en octubre de 2022. ¿Cómo se empieza a fraguar una operación así con esta gran empresa francesa?
El año pasado fue un año muy atractivo para la inversión en todo lo que había sido formación a distancia, como el sector la llama. Después de la pandemia, viendo que todos los centros de formación que éramos puramente online no habíamos visto resentido en nuestra actividad por la pandemia, el sector empezó a entender que la formación online no es el plan B de cuando no te puedes formar presencialmente, no es el sucedáneo de formación.
Ese paradigma, ese estigma que tenía la formación online y que tanto trabajo nos cuesta romper se ha ido debilitando hasta llegar al sector más tradicional dentro de la educación que ha mirado con mucho interés esta nueva metodología. El grupo AD Education es un grupo europeo que tiene centros principalmente en Francia, pero también en Alemania, en Italia, en España, en Austria y en Inglaterra. Crece año a año con un volumen de facturación aproximadamente de año tras año de unos 100 millones de euros y actualmente estamos en unos 60.000 alumnos en toda Europa.
Y una de las cosas más atractivas e interesantes que vieron que Animum podía aportar al grupo es todo ese expertise en digitalización. Tú miras el hall of fame de nuestros alumnos, mira dónde han ido a trabajar... y eso ha sido posible gracias a una metodología de enseñanza online muy cuidada, muy refinada, con muchas actividades que son realmente de grandísimo valor añadido y que no las puedes hacer presencialmente.
Ha habido mucho interés en general, de un montón de grandes grupos de formación. ¿Por qué finalmente hemos vendido parte de las acciones de Animum al grupo? Lo hemos hecho porque para nosotros representa una oportunidad enorme de seguir avanzando con mucha más fuerza. El grupo lo que te ofrece es internacionalización: cruzan varios países, gente, alumnos nuestros que pueden hacer prácticas, tanto curriculares como prácticas académicas dentro de otros centros. Ofrece también la posibilidad de modernizar ciertas estructuras internas, ciertos procesos internos que hemos dicho antes que eran muy importantes. Nosotros hacemos muy bien la parte de formación; pero no tenemos nada de experiencia con la administración pública, y vamos a impartir programas oficiales sin tener que perder nuestro foco y nuestra especialidad. Con una vuelta de rosca de todas las operaciones, podemos hacer que determinados centros se queden con la operativa de la administrativa y que nosotros nos quedemos con la operativa de la enseñanza online en sí. Por lo cual, la cantidad de oportunidades y de sinergias que surgen es tremenda. Lo que espero es que pasen cinco años y Animum sea tres veces lo que es ahora.
Como comentas, toda la situación de la pandemia de la Covid puso muy en valor la educación online y la posibilidad de seguir formándose desde casa, que en ese momento era literalmente la única opción. ¿Cómo puede afectar ahora el momento pospandémico al sector?
La gente está volviendo a la presencialidad donde considero que es fundamental. Yo creo que, si tienes menos de 20 años, la experiencia humana del contacto físico de todos los días en la clase sigue siendo un valor importante. Pero pasa cierta edad en la que tu madurez te va ubicando muy bien, ya tienes una red de contacto personal suficiente, ya sabes cómo establecer relaciones, ya tienes unos patrones de conducta profesionales bastante básicos, bien asentados, y ya lo que quieres es la máxima eficiencia en tu tiempo de formación.
A partir de los 20 años, la formación online es la formación que mejor ratios de eficiencia te puede dar con diferencia respecto a cualquier otro modelo de formación, conservando y además potenciando aún más esa dimensión de networking. ¿Por qué? Porque tus compañeros que están contigo en el aula, que están en todas partes del mundo, y van a ser futuros profesionales de quienes luego vas a poder tirar. Y tus profesores que te están dando clase también son actualmente profesores y muchas veces trabajan como oteadores de talento y cogen alumnos incluso antes de terminar los estudios para llevarlo a las empresas. Ese valor lo sigue aportando la formación online pese a que ya la pandemia no existe y ya no es una necesidad hacer la formación online. Sigue presentándose como una alternativa con una cantidad de valor añadido que compite de tú a tú perfectamente con la presencial y en muchos casos, en nuestra opinión, la supera.