En el mundo de la inversión, lo que se sale de las apuestas clásicas por acciones, bonos o depósitos bancarios —por ejemplo, financiar startups— se consideran "inversiones alternativas". Pero hay quien va más allá y apuesta por lo alternativo dentro de lo alternativo: startups, sí, pero del sur y sudeste asiático en vez del hemisferio occidental; empresas con alto potencial de crecimiento, vale, pero de sectores de "economía real" como un obrador o una marca de ropa; además de apuestas por sectores como el fútbol o el vino...
Ese es el caso del fondo malagueño Invertidos, una firma no tan conocida en el ecosistema local pero referente por su audacia. "Tienes que diferenciarte de alguna forma. Nosotros tenemos el tamaño que tenemos y no podemos competir con Blackstone o KKR, entonces, ¿qué ofreces? Variedad. La opción de diversificar", explica en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga el managing partner de Invertidos, Francisco de la Peña.
"Hemos sido siempre oportunistas, sin las connotaciones negativas. Buscamos buenas oportunidades y siempre hemos mantenido una filosofía de escuchar todo. Hemos estado quizás más abiertos que otras firmas a experimentar", reflexiona: "Ha sido buscar hueco con prueba y error. Tienes que estar en constante evolución; si no, te quedas atrás en un mundo como este".
De la Peña es de Ciudad Real, pero su mujer es de Málaga y es por ello por lo que lleva un lustro viviendo en la ciudad. Entre medias, se hizo ingeniero en Madrid y se sintió llamado por el mundo de Silicon Valley. "Después de trabajar en un par de empresas en España, hice las maletas y me fui a San Francisco en plena crisis de 2008. Fue muy mal momento, pero con pico y pala conseguí trabajo", relata.
"Iba a ser un año para probar y se convirtieron en diez. Trabajé para distintas empresas, tecnológicas y menos tecnológicas; monté una compañía de desarrollo de aplicaciones, que en aquel momento de 2014 y 2015 había mucho boom, y las cosas fueron bastante bien", explica el managing partner de Invertidos: "Ahí fue cuando empecé a ligarme en el mundo de la inversión privada".
El retorno a España se convirtió en un aterrizaje en la Costa del Sol, donde comenzó a plantarse la semilla de Invertidos. Al principio, lo enfocaron casi como un fintech hasta el punto de entrar en el programa de aceleración de Andalucía Open Future y ganar un premio como startup, "pero enseguida dejamos la parte más tecnológica y nos convertimos más en una firma de inversión", explica De la Peña.
"A día de hoy, Invertidos es una firma de inversiones alternativas singulares. Seguimos teniendo mucho foco en capital riesgo de tecnológicas, pero trabajamos otro tipo de activos. Tenemos dos líneas: la parte de advisory (asesoría), donde seguimos ayudando a estructurar la parte del mercado secundario y ayudamos a compañías de nuestro portfolio a levantar capital a nivel internacional, sobre todo a partir de series B y series C; y la parte de inversiones, donde tenemos distintos vehículos", señala.
Es en las características de estos vehículos de inversión donde se diferencian de su competencia. "Todos los inversores tienen acceso a startups en España, Europa, Estados Unidos, Latinoamérica... pero no hay nadie que esté ofreciendo acceso al sudeste asiático", plantea.
"Si nosotros empezamos un fondo de fases tempranas para invertir en España, estaríamos compitiendo con todos los fondos que ya llevan aquí mucho tiempo y lo están haciendo bien. ¿Cómo te puedes diferenciar? En nuestro caso, en la parte de startups, fue diferenciación geográfica. Y, al margen de eso, el sudeste asiático es una de las regiones más prometedoras para la próxima década", indica el managing partner de Invertidos, que también avisa: "Hay que ir de la mano de gente que conoce muy bien la región".
Invertidos ya había nacido con vocación "global" de poder mirar operaciones en todo el mundo; pero el cambio se dio cuando uno de los socios les empezó a presentar oportunidades en el sudeste asiático: "Para nosotros el centro del mundo estaba en algún sitio del océano Atlántico. De repente, te empiezan a enseñar oportunidades en otra parte del mundo y empiezas a ver otra realidad que habías estado ignorando".
Una "muy buena" primera operación con una fintech de Indonesia les confirmó las inquietudes y les hizo "despertar": "Lanzamos el primer vehículo con la idea de experimentar. Ya habíamos visto que ahí de verdad había algo, así que queríamos probar si de verdad todas las hipótesis que teníamos sobre la región y sus activos funcionaban. Hicimos un vehículo pequeño, lo hemos invertido en menos de dos años y, ahora que hemos validado todas las hipótesis sobre la región, estamos lanzando un fondo más grande para seguir apostando".
"Con el fondo de economía real, fue algo parecido. Nosotros invertíamos en startups, todo pura tecnología... pero nos llegaban muchas empresas con modelos muy tradicionales; pero que eran espectaculares, rentables, doblaban facturación año a año. No podíamos invertir porque no eran startups, no hacían software o eran tan escalables en la definición clásica", recuerda.
Decidieron darle una oportunidad a este perfil de proyectos e hicieron una primera inversión en un obrador de Madrid: "Era gente que lo estaba haciendo espectacularmente bien, el problema que tenían era que estaban desbordados por la demanda y se habían quedado sin capacidad de producción. Buscaban financiación para construir un obrador nuevo que les permitiera multiplicar por cinco su capacidad. Analizamos la operación de arriba abajo y vimos que era un muy buen negocio", cuenta De la Peña: "Invertir ahí nos trajo otras oportunidades".
"Hay una oportunidad muy buena para financiar proyectos de emprendedores que no son tecnológicos; sino que están empezando, a lo mejor, una cadena de pizzerías. Ese tipo de negocios, que muchas veces son muy rentables y escalables, hasta ahora se financian con amigos, familia y financiación tradicional bancaria", justifica, argumentando que muchas veces no resultan interesantes o son demasiado pequeños para los grandes fondos de inversión: "Hay una brecha en el mercado que venimos a cubrir".
Por ejemplificar, ya han invertido en la marca de moda de una influencer española y están analizando sectores como la cosmética, el transporte o la compraventa de libros de segunda mano; además de su fondo ya lanzado de derechos de futbolistas ("Un activo que está dando muy buen resultado y que sirve para fidelizar a algunos de tus inversores, porque a la gente le gusta el fútbol") o el que está en trabajo para el sector del vino ("Un activo en el que la gente invierte casi por pasión, desde el punto de vista sentimental: a la gente le gusta hablar de vinos, conocer y aprender").
Todo ello, afirma Francisco de la Peña, ha contado con una respuesta "espectacular" de los inversores que han apostado por Invertidos: "No solo les gusta, sino que además lo entienden mucho mejor".
"Creo que seguiremos trabajando por esta línea: mantener una mente abierta e ir incorporando a nuestro portfoflio de productos activos que encajen, que tengan un perfil interesante de riesgo-retorno para nuestros inversores y que sean medianamente diferentes", sentencia: "Desde el principio hemos tenido un toque de ir contracorriente. Siempre hemos buscado diferenciarnos. Lo hemos tenido muy claro y muy presente en el ADN"