Hasta el más crítico admite que la Málaga tecnológica ha sido un éxito de márketing. Se ha creado un runrún nacional e internacional en torno a las oportunidades de la Costa del Sol que se ha traducido en grandes anuncios de apuestas de multinacionales por la ciudad y el crecimiento de población, en parte, impulsado por los nómadas digitales y los trabajadores internacionales de tecnológicas. Ese logro ha sido indudable en lo que respecta a vender las posibilidades de la ciudad hacia el exterior, ¿es ahora el momento de convencer de lo mismo al propio malagueño?
Ese es el planteamiento del estudio "Plan de posicionamiento para la nueva sub-marca ciudad de Málaga aplicada a la tecnología", realizado por Manuel Carmona. El trabajo supone su proyecto final de grado de Comunicación por la Universidad Loyola, tutorizado por Francisco Cristófol, y expone la necesidad de que Málaga se plantee "cómo integramos el capital humano y económico que ya tenemos" a su propio crecimiento tecnológico. Para ello, propone un plan de comunicación a cinco años, de los cuales los dos primeros se dedican fundamentalmente a informar a la propia sociedad malagueña de todas las oportunidades que ofrece el sector tecnológico.
"Creo que los trabajadores y empresas del ecosistema precisan un significante claro respecto a Málaga. Por otro lado, te tienes que dirigir a la ciudadanía de Málaga para que profundice más allá de Google y Vodafone. No creo que la gente esté al tanto de las oportunidades que el ecosistema le da para mejorar sus condiciones de vida", reflexiona Carmona en conversación con El Español de Málaga. Para él, el indicador del éxito va más allá de "que vengan muchas empresas y mucha gente", sino que también debe plantearse "cómo se quiere crecer o qué impacto va a tener".
Su propuesta pasa por "tener una estrategia más clara" a nivel municipal para "generar este sentimiento de pertenencia" a la Málaga tecnológica. Para ello, propone acciones como crear una guía de embajadores locales, plantear una historia común del ecosistema, crear iniciativas y redes de formación que involucren a toda la provincia o luchar contra la brecha de género en cuanto a los referentes.
Por su parte, el director general de comunicación del Ayuntamiento de Málaga, Jesús Espino, explica en conversación con este periódico que, aunque no se haya hecho hasta el momento "una gran campaña que vaya a eso [la comunicación de las oportunidades de la Málaga tecnológica a la propia ciudadanía] de manera tan concreta", cree que hay "una brecha que lo ideal es corregirla". No obstante, no cree que para ello se vaya a desarrollar pronto una submarca dedicada al ecosistema tecnológico, tras la presentación el pasado junio de la nueva marca global "Málaga, ciudad redonda".
"La tendencia es justo la contraria, a que la marca lo abrigue todo: lo que tiene que ver con emprendimiento y tecnología, pero también con cultura", señala. Desde su perspectiva, en Málaga hay "mucha atomización de las marcas" y existen "muchos actores" involucrados, por lo que "hay que simplificar" y "acabar con la dispersión", señala. "Hemos levantado el pie de la marca turística y ahora queremos dejar una huella más grande", incide.
Espino lleva en el cargo desde junio de 2011, por lo que ha sido el máximo responsable a nivel municipal de la comunicación de la ciudad durante todo el boom del ámbito tecnológico. Para él, es cierto que en los tiempos del club Málaga Valley "se habló de exceso de márketing", pero ya el ecosistema está consolidado como una realidad tangible: "La comunicación es importante, pero no es lo más importante. El alcalde, Francisco de la Torre, ha estado presente en Silicon Valley, en Japón o en Corea. Hay una decisión de emplear el tiempo en esto. Nuestro posicionamiento no consiste solo en contar, sino en hacer", reflexiona.
Para él, se ha dado un alineamiento "muy grande" a la hora de comunicar las bondades de la ciudad entre actores como el parque tecnológico, la Junta de Andalucía o el propio Ayuntamiento, además de "un relato compartido" entre el ámbito público y privado. "Es un trabajo lento, que no brilla de un día para otro. No es algo casual", subraya Espino, que destaca el trabajo "encomiable" de trabajadores municipales para posicionar la urbe como apetecible para las grandes multinacionales.
Él cree que "no es algo exagerado decir que tenemos un ecosistema proclive al desarrollo tecnológico" y tiene como objetivo "hacer la ciudad atractiva para vivir e invertir". "Hay que creérselo también; si no, no vamos a hacer nada", apunta. Y para ello, resalta, no cree que sea "reprochable" ni que tenga "nada de malo" hacer énfasis en las condiciones naturales del territorio. Sabiendo, eso sí, que no es el único factor que crea un polo de atracción innovador: "No hay una manera de vender envases llenos de nada", sentencia.
Para Manuel Carmona, tenemos ahora la oportunidad de crear una conciencia local de que Málaga es una tierra de innovación como Cataluña o País Vasco y "en el ADN de los malagueños va la innovación y crear cosas nuevas que aporten no solo a la ciudad, sino al mundo". Para ello, destaca iniciativas como la marca VLC Tech City, donde se agrupa todo el conocimiento del ecosistema tecnológico de Valencia con un plan estratégico específico; o las redes de conocimiento e industria de Euskadi. Su propuesta pasa por la creación de un observatorio de estudio exclusivo de la Málaga tecnológica para tener "más información y más medición" sobre "un sector que ocupa tanto porcentaje del PIB de la ciudad".
Así, se podría tener una visión realista de la Málaga tecnológica y abandonar por fin ese mantra de "el Silicon Valley del sur de Europa": "Aspirar a lo que no somos genera una distorsión en la toma de decisiones. Silicon Valley es un caso de éxito indudable a nivel tecnológico, pero San Francisco no lo es a nivel social", defiende Carmona, que pone el énfasis en la desigualdad, la población sin hogar y el alto precio de la vivienda de la ciudad estadounidense. Para él, Málaga debe ser (y comunicar) que es "un ecosistema de innovación con un carácter propio".
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