El ecosistema biotecnológico de Málaga está en el punto de mira de la Marina de Estados Unidos. El director científico de biología sintética de la Oficina de Investigación Naval estadounidense, Scott Walper, visitó en la pasada semana algunas de las instituciones más representativas de investigación y desarrollo en este sector: el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) "La Mayora", la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones, la Facultad de Ciencias, el Instituto de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA) y el cultivo de microalgas de G2G Algae Solutions.
Este periódico acompañó a Walper por Málaga en su búsqueda de encontrar gemas de oro a financiar entre los proyectos científicos en marcha por todo el mundo. Los propios protagonistas del ecosistema biotecnológico local trazaron para EL ESPAÑOL un boceto del panorama actual a nivel local: hay talento e investigación, pero aún falta por vertebrar.
"Málaga quiere estar en la vanguardia de todo y creo que es evidente que la biotecnología tiene un potencial brutal. Tienes que estar ahí también", asegura en conversación con este periódico el presidente y fundador de ATG Synbio Spain, Fran Antequera. Esta asociación tiene como fin justamente vertebrar el ecosistema de biología sintética y biotecnología en España y ha sido la entidad organizadora de esta expedición del director científico de la oficina investigadora de la Marina estadounidense.
Antequera subraya que hay empresas destacadas del sector en Málaga, como Euranutra en el parque tecnológico, el laboratorio de Health In Code o la startup Genengine; pero cree que el mayor potencial para convertir la provincia en referencia biotecnológica está en la Universidad: "Aquí las instituciones de investigación son bastante potentes, y eso es un factor de diferenciación. Simplemente aprovechando el conocimiento existente, se puede intentar promover la transferencia".
"Las condiciones climáticas de Málaga son muy parecidas a Almería y aquello es una referencia del sector agro o el cultivo de microalgas", plantea el presidente de AGT Synbio, que cree que la atracción de talento e inversores de la Málaga tecnológica podría ayudar a que la provincia diera un paso adelante: "Deberíamos fomentar eventos más desenfadados con investigadores, inversores y corporaciones para que se produzca transferencia del conocimiento. Creo que todavía estamos muy lejos de sitios como Barcelona, Valencia, Bilbao o incluso Almería".
Él admite que la inversión en biotecnología no es tan segura como otros verticales, pero cree que la importancia en la provincia de sectores como la agroalimentación o la economía azul pueden ayudar a hacer entender la importancia de esta apuesta. "Creo que tiene sentido hablar de biotecnología a toda la inversión que ahora está mirando a Málaga, pero tiene que haber alguien que les abra la puerta. En el momento en el que haya alguien que confíe en esto, hará un efecto llamada y hará que todo se accione", argumenta.
Una de las sedes visitadas por el emisario científico de la Armada estadounidense es la finca Grice Hutchinson, en la barriada de San Julián, donde realiza sus investigaciones el Instituto de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA) de la Universidad de Málaga. Su director es el catedrático Félix López Figueroa, que pide más "liderazgo institucional" para terminar de posicionar este vertical malagueño.
"La Administración no termina de liderar y tratar de unir elementos", afirma López Figueroa a este periódico. Por ejemplo, desde su instituto reclaman aplicar soluciones biotecnológicas frente a la problemática del alga asiática invasora Rugulopterix okamurae, que está ocupando el litoral mediterráneo: "Falta liderazgo institucional para hacer un gabinete de crisis o comisiones que tengan que responder a este problema, que no se ve con la envergadura que tiene".
El director de IBYDA considera que, pese a que los investigadores están con sus proyectos, "no hay una conexión con la aplicación de este conocimiento". "Hay una cantidad de empresas y de masa crítica importante, pero no hay conexión entre ellas y la academia... y la Administración no está funcionando como debería para los problemas que tenemos", defiende el catedrático, que considera que hay "un punto débil, un cuello de botella importante" y falta una comunicación más fluida con los técnicos de la Junta de Andalucía.
"Málaga tiene una economía muy pivotada en el sector turístico, pero también hay un importante sector agroalimentario y tenemos una línea costera y recursos por cuidar y explotar de una manera más sostenible. El ecosistema biotecnológico requiere conectarse más y mejor. Los investigadores estamos para que se nos pregunte, se nos contrate para informes y estudios concretos… La Administración no está usando los institutos andaluces", reflexiona Félix López Figueroa, que lamenta que "al final, las cosas no salen y eso genera frustración".
La última parada de la expedición científica de la Marina estadounidense en Málaga fue la empresa de origen sevillano G2G Algae Solutions, que cuenta con una planta de cultivo de microalgas en el municipio axárquico de Moclinejo. "Ahora hay más interés en el sector, pero se sigue viendo como algo muy marciano e innovador", cuenta a EL ESPAÑOL el director de investigación y desarrollo de la compañía, Manuel Antonio González del Valle.
Ellos se dedican a aplicar esas microalgas en usos tan variados como el consumo humano o la depuración de residuos en el aire y el agua. "Falta mucha transferencia. Nosotros estamos justo en ese punto, sirviendo de nexo, pero estamos todavía lejos", plantea González del Valle: "Sé que hay otros productores de microalgas en Málaga, pero ahora mismo nosotros estamos un poquito en soledad. Yo vendo de la investigación pura y dura, pero la academia es la academia y la empresa es la empresa".
Esa es, según sus propios protagonistas, la situación del ecosistema biotecnológico malagueño, un sector que a nivel internacional se empieza a considerar clave en el futuro más inmediato pero aún parece estar terminando de juntar sus piezas en la la provincia andaluza.
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