El Chinitas concentra en sus tres plantas la esencia castiza de Málaga. Sus azulejos de la entrada tienen como protagonistas a biznagueros acompañados de poemas de Salvador Rueda. Al entrar en el emblemático restaurante del centro, una se cruza enseguida con un imponente retrato de Chiquito. En sus cuadros aparecen plasmados marengos, juergas flamencas y el litoral. Tampoco faltan las fotografías de Miguel de los Reyes y La Paula, ni la Virgen de la Victoria. Sin olvidar los azulejos los carteles taurinos y el monumental cuadro dedicado a la Peña Juan Breva.
José Sánchez Rosso inauguró el negocio el seis de abril de 1987. Ese mismo día, la ciudad vivió una jornada histórica: el Teatro Cervantes abría después de llevar cerrado seis años y haberlo rehabilitado el Ayuntamiento por completo tras su adquisición. La reina Sofía fue la encargada de presidir el acto. Ambas efemérides coincidieron trágicamente con la desaparición del niño pintor de Málaga.
El empresario, natural de Cortes de la Frontera, llegó a la capital con cuatro años y se cría en el Pasaje de Chinitas. Allí estuvo abierto el mayor templo de cante jondo durante 60 años. El café cantante con el mismo nombre reunió a los mejores artistas flamencos de finales del siglo XIX y principios del XX como Manuel Torres, La Niña de los Peines, El Cojo de Málaga, Juan Breva, Manuel Vallejo y La Paula.
"Ha sido el lugar más emblemático de la historia malagueña del flamenco y el único café cantante al que le han hecho una película", asegura Paco Roji, promotor y divulgador de arte jondo. Incluso en Madrid se abrieron tablaos con su nombre y hasta Lorca le dedicó un poema, que se puede leer a la entrada del mesón: "En el café de Chinitas / dijo Paquiro a Frascuelo: / "Soy más valiente que tú, / más gitano y más torero".
El fundador del restaurante, aficionado del flamenco y los toros, quiso rendirle homenaje. "Al haberse criado en el Pasaje de Chinitas no dudó en recuperar su nombre. En ese momento era un sitio problemático y se dijo: "Vamos a ensalzar su historia", cuenta Ángel Sánchez Rosso, dueño del mesón junto a su padre, durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.
Antes de abrir el mesón en calle Moreno Monroy, su fundador regentaba una tienda de tejidos en el mismo edificio. Tuvo que cerrarla cuando el sector textil fue a menos. Como le gustaba bastante salir y gastar su dinero en la hostelería, se le ocurrió la idea de abrir un restaurante. Pero no uno cualquiera. "Quería que cuando se entrara en El Chinitas, se entrara en Málaga, y de ahí su decoración. También que los visitantes se identificaran con él y que dijeran: "Uy, estoy en un restaurante malagueño 100 por 100", explica el gerente.
Entre los invitados de honor está el médico y científico Severo Ochoa, que dejó escrita la primera dedicatoria en el libro de firmas. "No es malagueño pero como si lo fuese", subraya el gerente, que lo recuerda como alguien "súper accesible y muy comunicador". El Premio Nobel pasó una agradable velada durante un homenaje que le hicieron en 1988 donde rememoraron su época de estudiante en la ciudad.
El templo de Chiquito también llamó el interés de políticos de referencia de los años 90 como José María Aznar y Manuel Chaves; o la exministra francesa de Cultura Fleur Pellerin.Y conquistó los corazones de famosos internacionales como el desaparecido Charlie Watts, batería de los Rolling Stones; Lewis Hamilton, corredor de Fórmula 1; y Carmelo Anthony, estrella del baloncesto americano y nuevo jugador de Los Angeles Lakers de la NBA.
La segunda casa de Chiquito
El Chinitas fue el "refugio" de Chiquito de la Calzada durante media vida. "Hemos tenido la suerte de conocer a Gregorio Sánchez como artista y como persona desde que salió. Antes de ser famoso trabajo aquí y actuó en muchas juergas flamencas", relata entusiasmado el gerente. En el 2000 le dedicaron un cuadro que corona una de las paredes de su "segunda casa". "Le gustaba mucho", recuerda.
Para Ángel, el humorista y cantaor representa el "malagueñismo puro" y es su "principal seña de identidad". "Empezó a venir mucho cuando falleció su mujer Pepita. Al vivir solo prefería comer en el mesón. Aquí se sentía seguro. Se sentía persona. Lo hemos cuidado y él nos ha cuidado. Le gustaba que lo saludaran. La gente lo quería muchísimo", declara orgulloso.
Entre las mil anécdotas vividas en el templo del artista, Ángel recuerda una en especial por su peculiaridad y gracia descacharrante: "Una chica de Madrid contactó conmigo porque quería sorprender a su novio. Resulta que su ídolo era Chiquito y quería conocerlo". Días más tarde aparecieron allí con un jamón para el humorista. Chiquito estaba "encantado" al verse con una pata de jamón bajo el brazo. La pareja pasó uno de los días más felices de su vida.
Historietas como esas hay muchas más por contar, sobre todo para un local que abre 365 días al año y está situado tan cerca de calle Larios. "Si las paredes hablasen, el Chinitas no daría abasto", confiesa entre risas el gerente del restaurante, que ha sido testigo de innumerables juergas, amenizadas en ocasiones por algunas de las mejores voces del momento, hasta bien entrada la madrugada.
De fiesta con Pancho Céspedes
"Recuerdo bastantes con la hija de Concha Piquer, Concha Márquez Piquer, hasta las seis de la mañana. Otras con Pancho Céspedes cuando vino a cantar en el Teatro Cervantes. Le decían: "Pancho, que nos vamos, que mañana tenemos que actuar otra vez". Á él no le paraba nadie. Y también con Moncho Borrajo", rememora. Ángel también recuerda la vez que un novio le pidió la mano a su futura esposa en el local.
Uno de sus principales atractivos ha sido su cocina de mercado donde han priorizado siempre la calidad del producto. Uno lo intuye nada más entrar en el mesón donde huele a gloria mientras los camareros atienden veloces a su clientela (puede llegar a 300 personas en un buen día). En su carta no faltan los platos tradicionales malagueños como el ajoblanco, la fritura y la cazuela de fideos con rape. También han introducido el atún, el carpacho de gambas y la jibia con garbazos sobre crema de espinacas.
El Chinitas lleva 35 años en el sector resistiendo a base de esfuerzo y cariño. Fueron los primeros en abrir los domingos en el centro histórico, que en los años 80 estaba desierto durante el verano. "No ocurría como en el centro de otras ciudades. Se quedaba vacío totalmente. Recuerdo que estábamos Lepanto, Casa Mira y el Café Central. La gente prefería irse a la playa o los Montes de Málaga", se lamenta.
El cambio "rotundo" llegó de la mano de la peatonalización a principios de los 2000. "Málaga está en una autopista sin fin. Es increíble la cantidad hoteles y apartamentos turísticos que han abierto. Esto va a demasiada velocidad. Si le metemos el Puerto. el centro se va a quedar pequeño", reflexiona el gerente, que espera que "sean capaces de crecer sin meter la pata".
Durante la pandemia han sufrido "mucho" porque nadie bajaba al centro histórico a causa de las restricciones. "La gente se quedaba en su barrio. Aquí por desgracia casi no vive nadie. Todo son apartamentos turísticos", hace memoria. Estos tres meses de verano han sido "muy buenos". Muchos desean que el templo de Chiquito que ha conquistado a los famosos y guarda la esencia castiza de Málaga siga abierto, como mínimo, otros 35 años más. ¡Larga vida!