Los viejos fantasmas regresan a la empresa de limpieza de Málaga. Y de nuevo con la tensión laboral como protagonista. El último motivo de crispación entre la sociedad, ahora cien por cien municipal, y el comité de trabajadores, según pudo saber EL ESPAÑOL de Málaga, tiene que ver con la futura contratación de unos 120 trabajadores hasta ahora eventuales para las tareas que se desarrollan los fines de semana y festivos.
El acuerdo entre las dos partes existe, pero no en el mecanismo a emplear para cubrir estos puestos. De acuerdo con las fuentes consultadas, la intención de la representación laboral es que esas plazas sean otorgadas directamente a los que vienen ocupándolas en la actualidad, fórmula que desde la dirección de la empresa se rechaza.
Desde el Ayuntamiento vienen a señalar que al tratarse Limasam de una sociedad con capital público en su totalidad, es obligado el abrir una convocatoria pública a la que pueda presentarse cualquier persona interesada. No obstante, las fuentes sí precisaron que cabe la opción de que en las bases de la citada convocatoria se primase la experiencia de quienes han estado ya realizando esas labores.
La previsión es que el asunto sea objeto de debate y votación en el próximo Consejo de Administración de Limasam, que, inicialmente, está fijado para la próxima semana. Con este movimiento, el equipo de gobierno busca el apoyo del resto de grupos en la decisión que finalmente se adopte.
A la espera de lo que ocurra con este proceso, las fuentes vincularon lo que está ocurriendo ahora con la negociación que desde hace meses se viene manteniendo en relación con la fijación de los criterios a establecer para que la plantilla cobre o no de manera íntegra la paga de productividad del año que viene,
El vigente convenio colectivo recoge una paga a principios de año por valor de 1.472 euros. No obstante, el acuerdo alcanzado asumido por la plantilla hacía que el cobro de esta suma dependiese de dos variables: el absentismo, representando el 60% del total, y la productividad, que equivale al otro 40%.
El ultimátum lanzado a finales del pasado mes de agosto por la concejala de Limpieza, Teresa Porras, era concluyente, en el sentido de imponer las condiciones municipales en el supuesto de que en septiembre no se acercaran las posiciones. Cosa que no ha ocurrido.
Entre los elementos de discrepancia por parte de la plantilla están los criterios a aplicar a la hora de medir el trabajo realizado por los operarios. Los trabajadores reclamaban que sólo se incluyesen los objetivos, evitando otros parámetros de carácter cualitativo o que fuesen medidos por los coordinadores responsables de vigilar los cuartelillos.
La idea inicial del Consistorio pasaba por medir ese trabajo con una valoración de hasta 10 puntos, considerando aspectos como la calidad y cantidad del trabajo realizado; la capacidad, habilidad y conocimiento para realizar el trabajo; el esfuerzo y responsabilidad demostrados en la realización del trabajo; la colaboración con compañeros, mandos y usuarios; la corrección en el trato y aspectos de personalidad favorables en el trabajo, y la puntualidad, acatamiento de las normas, aseo personal y uniformidad.