Más de 25 años a merced de la droga: Andrés "sólo era feliz" si consumía después de estar con sus hijos
Tras 14 meses de tratamiento, este hombre ha logrado recuperar la normalidad que había perdido gracias a la ayuda de su pareja y de la asociación Proyecto Hombre.
14 noviembre, 2021 08:33Noticias relacionadas
Andrés tiene 65 años y ha estado más de 25 a merced de la cocaína. Dependía de ella para vivir y era la única solución que encontraba a sus problemas. Es la historia de un hombre sencillo que compaginó su trabajo de profesor de secundaria con la consumición de droga "casi todas las noches".
Sus ojos de color azul claro fijan la mirada hacia su derecha, donde está sentada Laura, su pareja desde hace seis años. Ella es "la copiloto" de este proyecto que le ha devuelto la vida a Andrés. La relacón se ha cimentado sobre un golpe tras otro y ahora son una pareja feliz. Pero el proceso ha sido largo.
Con origen en Granada, esta pareja se conoció hace doce años, y no dudaron en formalizar el matrimonio tiempo después. En los inicios, Andrés era incapaz de confesarle a Laura porqué estaba siempre cansado: "Consumía droga por las noches y por la mañana me iba a trabajar", afirma él, por lo que el cansancio era palpable. Con el paso de los días, Laura ya se extrañaba, pero le restaba importancia. Hasta que la vida puso las cosas en su sitio.
"Los que consumimos somos unos manipuladores y mentirosos impresionantes", cuenta Andrés. Justificaba con silencio sus escapadas nocturnas y sus ausencias durante días en la casa donde convivían. Incluso se echó para atrás en un primer intento para casarse: "Le dije que creía que sí, pero que no estaba enamorado de ella". Antepuso la droga a compartir la vida con Laura en aquel momento. Pero ella no se apartó de su lado y consiguió entrar en lo más oscuro de su vida para rescatarlo a tiempo.
La droga le dio a Andrés ese espacio en el que él se sentía cómodo: "Sólo la quieres para divertirte y crees que lo tienes todo controlado", reconoce. Pero se fue atreviendo a más. Andrés estaba cerca de la treintena de edad cuando la cocaína comenzó a hacerle estragos en su vida, alejándolo de su familia y provocándole lo que él mismo califica como "destrucción sistemática"; es decir, "eliminas de tu vida a todo aquel que te plantea un problema o te culpa de dónde estás instalado".
"Al principio consumes para estar bien y después lo haces para dejar de estar mal", relata con un sincero testimonio. La diversión se tornó en necesidad para que Andrés "lograra ser feliz". Además, como suele suceder en estos casos, la compañía de la que se rodeó este exadicto a la droga le provocó demasiadas complicaciones: "Dejas a tus amigos de verdad por gente que no te merece y abandonas a tu familia", admite.
Para su familia, Andrés era "una persona normal". No conocían la "doble vida" que llevaba, adecuando su comportamiento a la exigencia y a la normalidad que le obligaba su trabajo y modificando su actitud en las noches para "ser uno más" y consumir cocaína "sin que nadie te diga nada". Pero la vida de la noche se acabó comiendo a la del día: "Me acostaba a las siete de la mañana y a las nueve estaba dando ya clases".
Gastó dinero que era de su madre, destinado a futuras herencias de sus hermanos mayores -es el menor de tres- o a solventar problemas dentro de la casa para consumir. Él se justificaba diciendo "vosotros también lo haríais", lo que provocó la separación entre Andrés y su familia. "La esquizofrenia de vivencia", como él le llama, le llevaba a vivir dos vidas distintas, "pero realmente no vivía ninguna", subraya Laura.
La etapa anterior a conocer a Laura la pasó con otra mujer, que también sufría problemas de consumición y con la que tuvo dos hijos. Deciden separarse y la madre de Andrés se hace cargo de la educación de sus nietos ante la ausencia de sus padres. El problema iba cada vez a más, pero los entonces menores no sabían nada: "Teníamos custodia compartida y yo iba a verlos con total normalidad", explica. Ahora, con 21 y 23 años, han sido parte fundamental de la reinserción de Andrés.
Pero sufrió un punto de inflexión: "La felicidad de estar con tus hijos se agrandaba cuando sabías que después de estar con ellos tenías el premio de la droga", confiesa. La mirada se mantiene fija y la voz no se agrieta. Es el rostro de una persona que ha sido capaz de dejar el vicio para recuperar su vida.
Rehabilitación
"Sé dónde estoy y lo que tengo que hacer, pero no quiero salir de aquí". Eso pensaba Andrés en los primeros momentos que empieza a ser consciente de que necesita tratamiento. Y Laura decidió acompañarle en el largo proceso de volver a la normalidad que había perdido. Más de 14 meses por delante en los que en cada sesión "habría que abrirse en canal".
La sinceridad y la honestidad eran los cimientos sobre los que se basa la eficacia del tratamiento. En primer lugar, debía abandonar los lugares y las compañías que le incitaban a consumir, pero no es sencillo puesto que "es lo único que tienes. A tu familia ya te la habías cargado", narra.
La vida de Andrés empezó desde cero para volver a conocer quien era y "qué tipo de persona" se escondía detrás de ese adicto a la cocaína durante más de 25 años. Un nuevo proyecto estaba a punto de comenzar y necesitaba saber "qué cosas iba a meter en esa mochila". Poco a poco iba dejando de echar de menos la consumición, pero la realidad cambia los planes del tratamiento y Andrés sufre una leve recaída para volver a la casilla de salida:"Tenía que llenar ese vacío existencial".
Ahora Andrés ya se siente libre. Es capaz de mirar atrás y saber los errores que ha cometido en el pasado, entender lo que es la adicción y la manera en la que le ha "destrozado" la vida. Pero este proceso ha sido posible gracias al tratamiento y a la ayuda que ha recibido en la asociación Proyecto Hombre de Málaga. Allí ha logrado abandonar la droga y ser una persona común, pero entiende "que esto ya es para toda la vida".
Los valores que le han inculcado en este centro han sido fundamentales para retomar la normalidad. De hecho, admite Andrés que sin ellos "jamás hubiera sido quien soy". Además, reconoce que su vida iba por un camino muy peligroso y que no es descabellado pensar que sin la terapia de Proyecto Hombre "tú y yo no estaríamos hablando ahora mismo". Ha rozado la muerte en vida.
Finalmente, este profesor de secundaria disfruta feliz de la vida acompañado de Laura, una administrativa de universidad que le ha rescatado "desde lo más profundo" para devolverle una normalidad que no ha existido durante más de 25 años. Ha recuperado la relación con sus hermanos y ahora sus amigos pueden abrazar al hombre que se había marchado. Andrés ha decidido que quería volver a vivir.