Un simple repaso a su prolijo curriculum convierte a Mariano Vergara en una figura esencial en el actual panorama cultural y social de Málaga. EL ESPAÑOL de Málaga aprovecha su conocimiento del Jardín Botánico de la Concepción para aproximarse a uno de los espacios más bellos, a la par que desconocidos, de la capital de la Costa del Sol.
Pero la charla se alarga más de lo previsto. La conversación amplía el foco de atención y acaba analizando la ciudad misma y algunos de los temas que alimentan la polémica en los últimos años.
"Cuando el jardín se abrió al público llevaba 150 años creado, pero había sido propiedad privada. Cuando las sucesivas familias se arruinaron pasó al Ayuntamiento, que lo tuvo mucho tiempo cerrado. Pasa un poco como en el Cementerio Inglés. La gente pasa al lado y piensa que es muy bonito pero que no se puede entrar”.
Reflexiona Vergara haciendo un repaso por esos muchos espacios de Málaga que pasan más bien desapercibidos. En ese listado, habla del Hospital de Santo Tomás. "El 95% de la población lo desconoce, porque siempre ha estado cerrado", comenta.
El origen mismo de La Concepción se liga a una etapa en la que el peso industrial de la ciudad era relevante. Años en los que, como recuerda, las principales familias vivían en el Centro y construyeron residencias de verano en las afueras, pero también en el Paseo de Sancha, de Miramar. De ahí surgen algunos de los magníficos edificios que pueden verse por la zona.
"Todo está vinculado a la explosión económica de Málaga de finales del XVIII por los vinos; a mediados del XIX vino la expansión económica con la creación de los primeros altos hornos de España, del primer banco de Málaga, hubo industria textil, maderera, de cartones, de todo tipo de bebidas alcohólicas, de envasados", enumera. Pero esa relevancia económica se la acabaron llevando Bilbao y Barcelona.
-Usted destaca de manera particular la figura de Amalia Heredia en aquellos años. Pero tampoco Jorge Loring parece que fuera un hombre habitual de su época.
-Los dos eran avanzados. Él la escuchaba con absoluta confianza y firmeza. 'Si Amalia piensa esto, debe ser así'. Fue un matrimonio realmente. Pero hay que tener en cuenta que en Málaga hubo una alta burguesía con otras muchas familias en las que las costumbres eran bastante diferentes a las del resto de España, especialmente del resto de Andalucía. Málaga no tenía nada que ver, excepto con Cádiz, donde también hubo una gran burguesía.
-Sobre el Jardín de la Concepción tal y como lo conocemos, ¿es posible dimensionar su riqueza con respecto a otros espacios?
-No sólo no ha perdido el peso que tenía sino que lo ha incrementado. Es uno de los más importantes de España, sin la menor duda. Si Jorge y Amalia levantaran la cabeza se quedarían encantados porque ahora está mejor que nunca.
-Existe la sensación de que una gran parte de los vecinos de Málaga sabe que existe pero no lo conoce…
-La gente sabe que existe la finca de El Retiro pero dice que está cerrada. Es que la gente de Málaga es muy de pasear por la calle Larios y poco más.
"La gente de Málaga es muy de pasear por la calle Larios y poco más; eso me molesta profundamente"
-Y eso a usted, que lleva tanto tiempo ligado a la cultura de Málaga, ¿le duele?
-Me molesta profundamente porque eso repercute en el exterior. Ahora, los grandes inversores, empezando por los grupos de Madrid, o los fondos de inversión extranjeros, están muy atentos a Málaga. El otro día vinieron unos señores de Madrid y dijeron que no querían la costa, que lo que querían era Málaga. "Nos hemos dado cuenta de que no sois conscientes de que en España la joya para invertir es Málaga capital", me decían. En la finca de enfrente de La Concepción, en San José, donde las construcciones son más importantes y el jardín no tiene nada que envidiar, se organizan muchas bodas. En una ocasión me tocó una señora con título alto sevillano y me dijo que no sabía que en Málaga había casas así. Eso me molesta mucho. Cuando nació la Costa del Sol la gente llegaba al aeropuerto, que está en el término municipal de Málaga, y tiraba para allá.
-Llevamos como 15 o 20 años con un cambio claro. ¿Le gusta el rumbo que ha tomado la ciudad?
-A mí sí, mucho. Málaga es una ciudad que ha sabido reinventarse a sí misma en los dos últimos siglos. Primero exportaba pasas, después estaba la etapa industrial; eso se hunde y viene de nuevo el vino… y después se inventó el turismo. Cuando nació la Costa del Sol, primero con Torremolinos y luego con Marbella, que era la gloria antes de que aparecieran Gil y compañía… La Costa del Sol la creó la iniciativa privada, porque la N-340, donde la gente se mataba diariamente, no se hizo hasta que Marbella ya era Marbella y ya existían Los Monteros, Puente Romano, el Marbella Club.
Eso vino a remolque de la gente. Y si bien es verdad que muchos eran inversores del resto de España, aquí se hizo mucho para crear aquello de la nada. Recuerdo cuando toda Málaga estaba rodeada de cultivo de caña de azúcar. En la parte oriental fue sustituida por los aguacates y los mangos, y en la otra costa por el turismo. Primero por un turismo muy suavito y luego por lo bestia.
-¿No tiene el temor a que Málaga pierda su esencia?
-Eso sí. Me alegra mucho ver cómo casi siempre Málaga nota que va a haber una crisis antes que nadie pero también cuándo va a empezar a cambiar el viento antes que nadie. Ahora la ciudad va como un trueno, pero un trueno no a cambio de cualquier cosa.
-¿Dónde cree que deben ponerse los límites?
-Después de la barbaridad de La Malagueta, una verdadera monstruosidad, todo el plan de restauración del Centro ha sido magnífico. Ahora empieza a vivir gente allí. Primero estuvo abandonado porque daba miedo pasar por allí, ahora da agobio ir por calles en las que andar cuesta trabajo, porque te dejan metro y medio entre terraza y terraza. En eso no estoy de acuerdo. Málaga tiene de bueno que es una ciudad de un tamaño medio, perfecto, y hay una altísima calidad de vida.
"El Centro estuvo abandonado porque daba miedo pasar por allí, ahora da agobio ir por calles en las que andar cuesta trabajo, porque te dejan metro y medio entre terraza y terraza"
-Habla de La Malagueta y lo hace en sentido crítico. ¿Y del hotel del puerto?
-Yo he firmado en contra de la torre del puerto. Por dos razones. Una, porque no me vale el argumento de que está muy lejos del Centro. Lo que se destruye no es la visión del Centro sino de la bahía. Ahí se puede construir algo maravilloso mediante un concurso internacional y hacer algo que realmente uno diga 'esto merece la pena'.
-Aquello del auditorio que se le ocurrió en su día a Celia Villalobos, por ejemplo.
-Hubiese sido algo muy razonable. Personalmente no me alojaría en ese hotel, porque un temporal de levante como el del otro día… Recuerdo de pequeño un temporal en el que las olas partieron el morro.
-Hace unas semanas tuvimos el encendido de las luces de la calle Larios y las luces del Botánico.
-Lo del Botánico es un concepto distinto, no va a haber masas incontroladas. Se ha hecho con absoluto cuidado. Se ha hecho con verdadero mimo.
-¿De política le gusta hablar?
-Otro día.
-Le iba a preguntar por Francisco de la Torre. Usted lo conoce desde hace años. No sabemos qué va a ocurrir con su futuro.
-Tengo amistad cordial y con Rosa, su mujer, igual, pero no sé lo que va a pasar. Me parece tan buen alcalde que en las últimas elecciones se me ocurrió lanzar por Facebook un manifiesto diciendo que creía que había que seguir votando a Paco de la Torre.
-¿Se imagina una ciudad sin Paco de la Torre?
-Claro, nadie es eterno. Pero cuesta trabajo. No sólo en el conocimiento que se tiene desde fuera de la ciudad, sino que en el tema tecnológico Málaga es alguien gracias a él, básicamente.
"No me vale el argumento de que (la torre) está muy lejos del Centro. Lo que se destruye no es la visión del Centro sino de la bahía"
-¿Le animaría a que volviese a presentarse como candidato?
-Sin que Rosa se enterara, yo sí. Es normal que en el matrimonio pueda decir 'nos vamos a morir y no voy a conocer bien a esta persona a fondo'. El alcalde es un hombre de una gran solidez política. No digamos intelectual, que también. Es un hombre de convicciones, que cuando tiene que construir un discurso bien construido lo hace. Recuerdo cuando ETA asesinó a Martín Carpena, su discurso fue una pieza oratoria muy seria.
-¿Usted es de los que está de acuerdo con la política cultural de la ciudad?
-Sí, porque en Málaga había cantidad de gente que no había entrado en un museo en su vida. No estoy de acuerdo con eso de los museos franquicia. El museo de Bellas Artes de Málaga no es franquicia, es de Málaga, y gran parte de la obra pictórica que hay es del Museo del Prado. ¿Eso significa que es una franquicia? Todo depende de muchas circunstancias. Hay palabras que se van degradando porque se minusvalora, pero por qué.
-¿Y lo que más echa en falta desde el punto de vista cultural?
-El Auditorio. Y hay un tema que nos debería preocupar. La ciudad no está limpia. Eso es lo que nos separa de ciudades como Burdeos y Niza. Son detalles que se pueden pulir, son los que realmente hacen que una ciudad sea lo que tiene que ser. Es cuestión de mentalidad, de sensibilidad cultural.
-Esa evolución de la que hablamos ¿hace que el malagueño se quiera más que hace 20 años?
Por supuesto. Aquí era decir 'Malaga en lo mejon del mundo’, pero voy por la calle y tiro los papeles al suelo. O lo que me da la gana. Eso hay que cambiarlo. Y en eso no soy muy optimista, porque falta educación, falta civismo.