Víctor Fernández es miembro de la Junta Directiva de Icomos, organismo que asesora a la Unesco en asuntos del patrimonio, así como profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla. Desde hace años su opinión sobre la torre del puerto de Málaga ha sido clave para contrarrestar la corriente favorable al proyecto, advirtiendo del impacto que su construcción tendrá sobre el patrimonio histórico de la ciudad.
Un primer informe oficial de Icomos, completado posteriormente por una adenda al mismo, confirma la oposición de este ente al hotel de 116 metros en el dique de Levante. Ahora, a título personal, reacciona tras conocerse la decisión del Gobierno de otorgar la máxima protección posible, la de Bien de Interés Cultural (BIC), al edificio de La Farola.
"Lo que está claro es que una vez otorgada esa declaración, el Gobierno se va a pensar mucho más en llevar el proyecto de la torre al Consejo de Ministros", ha expresado Fernández en declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga. "Cómo va a aprobar un uso hotelero cuando sabe que va a afectar a la contaminación visual de La Farola", reflexiona este experto.
De las palabras del miembro de Icomos es clave la referencia a la contaminación visual, aspecto contenido en la Ley de Patrimonio de Andalucía. El artículo 19, sobre Contaminación visual o perpectiva, dice literalmente: "Se entiende por contaminación visual o perceptiva, a los efectos de esta Ley, aquella intervención, uso o acción en el bien o su entorno de protección que degrade los valores de un bien inmueble integrante del Patrimonio Histórico y toda interferencia que impida o distorsione su contemplación".
"Es una torre en medio de la nada; si estuviese en medio de Manhattan no se vería, pero es que altera todo el paisaje de la ciudad"
Ni la distancia de unos 800 metros entre el punto elegido para la torre y La Farola es elemento suficiente para diluir este detalle. "Si hablásemos de un edificio de 25 metros de altura; pero es que estamos hablando de uno de 116 metros; es una cuestión de escala", defiende, al tiempo que apostilla: "Es una torre en medio de la nada; si estuviese en medio de Manhattan no se vería, pero es que altera todo el paisaje de la ciudad".
Es por ello por lo que Fernández cree que el pasado dado por el Ministerio de Cultura supone un respaldo claro "en la defensa del patrimonio histórico de Málaga; no sólo por La Farola, que ya merecía esa declaración, sino por lo que supone para la defensa del paisaje".
La resolución mediante la que se otorga la categoría de BIC a La Farola subraya que más allá de la delimitación física inmediata del edificio a proteger "es imprescindible el respeto por el entorno visual del faro". Para justificar esta precisión, el Ministerio de Cultura cita la Ley de Patrimonio Histórico Español, "que prohíbe toda construcción que altere el carácter de los monumentos declarados Bien de Interés Cultural o perturbe su contemplación".
Una primera norma a la que suma la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, que señala "que el entorno de los bienes inscritos como de interés cultural estará formado por aquellos inmuebles y espacios cuya alteración pudiera afectar a los valores propios del bien de que se trate, a su contemplación, apreciación o estudio, pudiendo estar constituido tanto por los inmuebles colindantes inmediatos, como por los no colindantes o alejados".
Este hecho obliga a que cualquier actuación que se realice en La Farola tenga que ser sometida a la autorización prevista en la Ley. "La delimitación del entorno de la Farola, por lo tanto, debe entenderse desde un punto de vista holístico, cara a evitar la desaparición, no solo física, sino también conceptual del bien como elemento emblemático y representativo, debida a intervenciones invasivas en el paisaje", se apostilla en la resolución.