La transformación turística de Málaga puede explicarse por muchos parámetros. La apertura de nuevos museos, convirtiéndose en claro referente cultural a nivel nacional e internacional; el crecimiento de los turistas que llegan al aeropuerto de la Costa del Sol… Pero también por el incremento considerable en la oferta de alojamientos con la que responde a esta evolución de visitantes.
Y los números en este sentido son ciertamente llamativos. En el año 2005, Málaga contaba con una planta hotelera compuesta por apenas 89 establecimientos (6.320 plazas), ninguno de ellos de 5 estrellas. Más de tres lustros después, en 2021, esa misma oferta dispone de 180 inmuebles (14.300 plazas), incluyendo cuatro de máxima categoría, a los que sumar 30 de 4 estrellas y 28 de 3 estrellas.
En este intervalo de tiempo se ha producido un salto exponencial en las cifras relativas al modelo tradicional de alojamientos. En concreto, ha crecido en un 302% en lo que a inmuebles se refiere y de un 126% en plazas disponibles.
Unos registros que irán en aumento en los próximos años tras el impulso de numerosos proyectos de nueva construcción, algunos de ellos pendientes de su apertura en lo que resta de 2022, como el Vincci de la calle Larios o el Hotel de Moneo, que va a explotar H10.
Sin embargo, la verdadera protagonista del modelo turístico actual de la capital es la vivienda turística. Un formato de alojamiento que en apenas cinco años ha pasado a copar las estadísticas oficiales. Sirva de ejemplo que en el arranque de 2022 se cuentan 35.866 plazas en viviendas turísticas, un 150% más que las hoteleras. Todas ellas concentradas en 6.984 inmuebles.
Este es el valor actualizado, conforme a los datos de la Junta de Andalucía. Pero ¿cuál era la situación en los ejercicios anteriores? Este análisis, posible gracias al nuevo sistema de inteligencia del que dispone el Ayuntamiento de Málaga, es contundente.
En 2016, primer año en el que se reflejan datos concretos, apenas había repartidas por la ciudad 943 inmuebles de este tipo; ahora son 6.984, un 640% más. O, lo que es lo mismo, se ha multiplicado casi por 7,5 el dato. Y ello, claro, tiene su traslación en la cifra de plazas. Actualmente la oferta de las viviendas turísticas es de 35.866 plazas, frente a las 4.015 de hace unos seis años. Esto implica que en este periodo se ha multiplicado por nueve.
Como consecuencia de esta evolución brutal, causa en determinados momentos de la queja de vecinos, sobre todo del Centro, la vivienda turística se ha convertido en el formato de más peso en la ciudad. Supera con creces a los hoteles.
Otra de las opciones que permite la herramienta disponible en la web del Ayuntamiento es observar la evolución que han tenido los diferentes modos de alojamiento a lo largo de los años. En 2005, por ejemplo, la única posibilidad que tenían los visitantes que llegaban a la capital de la Costa del Sol era acogerse a las 6.324 plazas de los establecimientos hoteleros existentes. No fue hasta 2013 cuando a éstas empezaron a sumarse la de los apartamentos turísticos, aunque aún con un número mínimo.
En 2016 se recogen las primeras viviendas turísticas y es al año siguiente, en 2017, cuando se produce el sorpaso en detrimento de los hoteles. Ese ejercicio, según los datos, había 12.489 plazas de viviendas turísticas por 12.297 de hoteles.
En 2021, la desproporción es muy superior. De las casi 55.000 plazas de alojamiento existentes en la ciudad, el 63,4% corresponden a pisos turísticos; el 26% a establecimientos hoteleros, y el restante 10,6% a apartamentos turísticos, que contaban hasta finales del año pasado con 5.750 plazas.