La Feria del reencuentro está siendo, sobre todo, la Feria de la victoria del Real sobre el Centro. El recinto ferial ha multiplicado respecto a ediciones anteriores la afluencia de gente en sus casetas desde el inicio de las tardes, cuando en años anteriores la juventud solía ir a hacer botellón a las calles del casco histórico. Para muchos, se acabó aquello de ir a la plaza de La Merced por la tarde, volver a casa para tomar una ducha y cenar, y luego ir casi a medianoche al Real. Ahora, el recorrido es más de carrera de resistencia entre caseta y caseta desde la hora de comer hasta la hora de recenar, ya de madrugada.
Esa apuesta ciudadana por el Real va en línea con la idea del propio Ayuntamiento, que en mayo planteó incluso la opción de limitar la venta de hielo y alcohol en los establecimientos del Centro para evitar 'macrobotellones', medida finalmente descartada por no tener sustento legal. Ahora, el desplazamiento del ambiente joven de tarde desde las calles del casco histórico hasta el recinto ferial plantea aspectos positivos en esa línea, pero también plantea nuevos retos: desde la movilidad a esta zona más apartada de la ciudad hasta el espacio que ahora queda para los tradicionales caballistas.
En los primeros días, fue notorio el embudo en el transporte desde un Cortijo de Torres repleto, con colas de más de una hora para coger un taxi o un autobús. Para el presidente de la Asociación Unificada Autónomos del Taxi, Miguel Ángel Martín, la situación ha sido "muy tensa desde que comenzó la Feria", especialmente, en una de las dos paradas establecidas: la del norte, en avenida Ortega y Gasset, "la conflictiva". La parada sur, en el camino de San Rafael, no les ha dado tantos problemas.
La solución ha pasado por dos ampliaciones en esa zona norte. En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, Martín asegura que la Policía no les dejaba cargar a usuarios a mano alzado cuando se quitaba esa parada en Ortega y Gasset a las tres de la madrugada, en los primeros días de Feria. Tras una reunión con el concejal de Movilidad, José del Río, la parada se amplió hasta las cuatro de la madrugada, hora que finalmente este jueves se ha ampliado hasta las seis de la madrugada: una expansión horaria in situ para dar respuesta a la altísima demanda desde el recinto ferial.
“Nosotros notamos que cada vez más hay más afluencia en el Real que en el centro”, señala el presidente de la Aumat, que valora que "a raíz de estar dos años de pandemia pues la gente tiene más ganas de salir". Desde su perspectiva, con la nueva ampliación de horario, el servicio de transporte "va a ser más efectivo" y "va a dar mejores resultados". Quedará por ver si esa ampliación de horarios se mantiene cara a próximos años desde el inicio.
Los caballistas, con menos espacio
Otro frente es el de los caballistas, que se han encontrado con que hay más personas con las que compartir el espacio de las calles del recinto ferial que otros años. “Cuando están las calles para los caballos la gente no lo respeta, van más por las calles que por las aceras”, explica Jaime Montillo, caballista y feriante malagueño, a EL ESPAÑOL de Málaga. Su compañera Claudia Benítez añade que, cuando piden el pase para entrar montando a la feria, una de las cláusulas es que no pueden estar en las aceras: “Si nos metemos en el paso de peatones nos multan, pero a ellos no”.
El trajín de personas durante el día en el Cortijo de Torres ha dado lugar a encontronazos entre peatones y caballos: “Ha habido cuatro o cinco peleas porque un caballista ha seguido hacia delante cuando se ha encontrado a una persona por el paso de caballos, y lo ha pillado”, cuenta Benítez. Montillo excusa a los caballistas, argumentando que van por su sitio, por la carretera: “Sin embargo, la culpa es nuestra, y no de los peatones, por ir por donde no deben”.
No obstante, su impresión general no es mala. El caballista Emilio Marín defiende que no solo hay en el Real más fiesteros y bailongos, sino también más amantes de lo tradicional: “Ha estado más animada la cosa de caballos”. El resultado ha sido que no todos los que entraban a lomos de un corcel iban correctamente vestidos: “Lo suyo es que entraran todos ataviados adecuadamente. No está bonito que entren con pantalones vaqueros, con camisa o con polito”, se queja Marín, lamentando que “la gente otros años iba algo más correcta”. Los caballistas deben entrar vestidos en traje de corto (con camisa, chalequito, chaqueta de corto y sombrero cordobés), de rondeño o de amazonas.
Aún con todos los pormenores que pueden conllevar una feria mayor movimiento de personas, la mayoría de los caballistas afirman que la Feria de Málaga les “ha gustado más con respecto a otros años, siempre es mejor que haya más gente”. Nuevos éxitos, nuevos retos.