Cuando en la parte final de 2019 la Junta de Andalucía dio el paso de activar la subasta al mejor postor del antiguo edificio de Correos y del Palacio de la Tinta, fueron muchos los que valoraron que era la oportunidad para recuperar dos significativos inmuebles y potenciar el atractivo hotelero de Málaga.
Lo que nadie podía imaginar es que casi tres años después de que se formalizase la venta, ambas construcciones iban a seguir con sus puertas cerradas y con un largo camino aún por delante para recuperar la vida perdida.
Analizada la operación del Gobierno andaluz y los números resultantes, puede concluirse como exitosa desde el punto de vista económico. Los alrededor de 44,5 millones ingresados en las arcas regionales por la enajenación de los dos bienes, casi 15 millones más de lo inicialmente estimado, dan buena muestra de ello.
Sin embargo, desde un punto de vista social y de interés para la urbe, el resultado no es tan favorable. A la espera de nuevos acontecimientos, siguen siendo inmuebles sin vida y sin un horizonte del todo despejado.
Un aspecto que podría haber sido objeto de atención en el pliego de condiciones que sirvió de base para la venta de estos activos. En la subasta del Palacio de la Tinta y de Correos, la Junta rebajó las exigencias que sí marcaron las bases sobre las que se desarrolló la venta del antiguo Palacio Miramar, desde 2016 sede de un hotel 5 estrellas Gran Lujo explotado por Grupo Santos.
A diferencia de lo ocurrido con la más cercana operación de venta, con el Miramar, que fue sede de los tribunales de Málaga, el Gobierno regional fue ciertamente exigente respecto al destino que tendría que tener el histórico edificio. La venta quedó condicionada no solo a la mejor oferta económica, sino a que el comprador rehabilitase el inmueble para albergar un hotel de alto nivel y lo mantuviese como tal durante al menos 30 años.
Siendo común la espera que acumulan ambas iniciativas empresariales, varía el nivel de certeza con el que las empresas compradoras afrontan la transformación de los inmuebles. Mientras Hotusa ha dado varios pasos en la tramitación de la necesaria licencia de obras para convertir el Palacio de la Tinta en un hotel de 5 estrellas, el fondo israelí dueño de Correos sigue sin despejar las dudas que se ciernen sobre la operación.
Que se sepa, tras abrir el camino para el citado permiso, Hotusa se ha encontrado con los reparos de la Consejería de Cultura, que ha exigido ciertos cambios en la propuesta de intervención. Preguntada por EL ESPAÑOL recientemente, la cadena se limita a indicar que por el momento no hay novedades.
Es de suponer que una vez sean subsanados estos condicionantes, la firma tendrá vía libre para avanzar en un proyecto ciertamente ambicioso y caro, ya que la ejecución material se estima en un mínimo de 10 millones de euros.
Un valor que podría quedar ampliado si se toman en consideración los precedentes que existen sobre el estado de conservación del edificio. Los promotores están obligados a respetar la protección arquitectónica grado I que pesa sobre la construcción, lo que limita cualquier obra a la rehabilitación.
Al menos en el exterior, dado que el uso administrativo que ha tenido durante años provocó numerosas modificaciones que han de ser, ahora, revisadas para darle uso de alojamiento. A esto se suma que las condiciones de conservación tampoco han sido las mejores.
Mal estado del Palacio de la Tinta
Un informe de Cemosa fechado el 28 de enero de 2009 concluía "la existencia de diversas deficiencias", caso de "patologías" que incidían sobre los elementos de la estructura, "bien a nivel de reducción de las condiciones de estabilidad y resistencia de éstos, o bien a su durabilidad".
Esto motivó que la Dirección General de Patrimonio dirigiese un escrito en mayo de 2018 a la Secretaría General Técnica de la entonces Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial comunicando la necesidad de "proceder al desalojo del edificio, dado que su estado de conservación no reunía las condiciones adecuadas de habitabilidad".
El estado de parálisis es aún mayor en el caso de Correos. Aunque su propiedad ha amagado en varias ocasiones con poner en marcha el trámite para la innovación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), con el objetivo de cambiar a hotelero su actual uso, la realidad es que sigue sin presentar la documentación necesaria. Y ello no hace más que dilatar el paso definitivo.
La realidad es que la representación de la propiedad insiste en que se está trabajando en esta hoja de ruta y que se está avanzando en la redacción de la propuesta. La misma ha de incluir la entrega al Ayuntamiento de dos parcelas (en la zona Este y en el entorno del Hospital Regional) como compensación por la futurible pérdida de equipamiento que implica que Correos sea hotel.
Con todo, la puesta en el mercado de estos dos inmuebles lejos de cumplir con las altas expectativas generadas en su momento, las está defraudando. Al menos de momento, cuando las dudas se ciernen sobre ambas iniciativas privadas.