La torre de la discordia, que aún sin estar levantada viene marcando buena parte de la agenda de Málaga en la última década, ha puesto de manifiesto a lo largo de estos muchos años de tramitación las evidentes contradicciones políticas protagonizadas por algunos de los principales actores institucionales y orgánicos de la ciudad y su provincia. Personajes cuyas posiciones en el debate agitado del proyecto catarí han ido modificándose según las necesidades del guión y, por qué no decirlo, los intereses del momento.
El último en confirmar este viraje argumental, para satisfacción de aquellos colectivos contrarios a la construcción del hotel de 116 metros de alto junto al dique de levante, es Daniel Pérez.
El desde no hace mucho máximo dirigente del PSOE malagueño, al tiempo que portavoz municipal en la Casona del Parque, mantiene desde el pasado verano una oposición férrea al desarrollo de esta iniciativa empresarial, que desde sus orígenes cuenta con el respaldo de la Autoridad Portuaria, propietaria del solar; de Puertos del Estado (organismo dependiente del Gobierno central), del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía.
La contundencia de su mensaje ha vuelto a quedar de manifiesto la pasada semana cuando, ante el aval expresado por el ministro de Cultura, Miquel Iceta, a la construcción de la Torre del puerto ("Cultura no va a impedir que se erija", ha dicho), Pérez y la dirección provincial del PSOE se han apresurado a marcar distancias. Tanto como para formalmente aprobar una resolución contra la edificación.
Pero Pérez, como el común de los mortales, tiene un pasado fácil de refrescar cuando se tira de hemeroteca. La misma vehemencia que ahora expresa para tachar del mapa de la ciudad la iniciativa del hotel la empleaba años atrás cuando, en calidad de viceportavoz, para subrayar la necesidad de que la capital de la Costa del Sol contase con este hotel, de 5 estrellas gran lujo, para "dar un salto cualitativo en su oferta turística".
"Es una infraestructura necesaria para la ciudad que generará una nueva área de oportunidad con la creación de empleo de alta calidad y propiciará la llegada de turistas de alto poder adquisitivo", afirmaba por aquellos días.
Incluso, llegaba a exigir al entonces ministro de Fomento, Íñigo Gómez de la Serna que respondiese a los malagueños "sobre cuál es el motivo por el que no se han tramitado los informes que son favorables a la construcción del hotel en el dique de levante".
Estos eran los argumentos empleados por el actual líder socialista cuando quien estaba al frente del Puerto era su compañero de partido Paulino Plata, gran defensor de la operación, y era su partido el que gobernaba la Junta de Andalucía. Dos instituciones actualmente gestionadas por el Partido Popular.
El viraje de De la Torre
Aunque más remoto en el tiempo, igualmente relevante es la transformación sufrida por el alcalde, Francisco de la Torre, con el desarrollo de los terrenos ganados al mar tras la construcción del dique de Levante.
Del "no" expresado por los técnicos de la Gerencia de Urbanismo cuando el otrora presidente del Puerto, el socialista Enrique Linde, puso sobre la mesa del regidor en 2007 la posibilidad de destinar ese privilegiado espacio a un hotel de lujo, a abanderar el proyecto privado, garantizando la máxima celeridad en toda la tramitación municipal.
"Deberá eliminarse la propuesta de una gran edificación terciario turístico, comercial, de la plataforma", decía textualmente el informe municipal emitido por el Consistorio hace ahora 15 años. En el documento se mencionaba la necesidad de que ese suelo quedase "sin edificabilidad y limitado" a usos como áreas libres, viario peatonal, aparcamiento en superficie y aparcamiento bajo rasante.
Hubo que esperar apenas cuatro años, en la víspera de las elecciones locales de 2011, para apreciar el cambio de opinión de De la Torre, que incluyó la propuesta para ejecutar un hotel de hasta 175 metros en el puerto en el programa con el que concurrió y logró la mayoría absoluta en aquellas elecciones.
A partir de ahí se ha mantenido fiel al discurso, defendiendo la idoneidad de la iniciativa empresarial de Al Alfia, la entidad que impulsa este desarrollo hotelero y que cuenta con la inversión catarí.
Y ello pese a la evidente contestación social existente de entidades de evidente peso en la ciudad, como el Colegio de Arquitectos, las academias de Bellas Artes de San Telmo o de las Ciencias, y el organismo Icomos, asesor de la Unesco en materia de Patrimonio.
Pese a que tiene un peso político mucho menor, es también representativo el discurso verbalizado ahora por la portavoz de Ciudadanos e integrante del equipo de gobierno municipal, Noelia Losada. Días atrás mostró su deseo de que la modificación urbanística sobre la que sentar las bases del hotel quedase anulada en su tramitación final.
Un anhelo, en cualquier caso, al que contraponía la necesidad de que se garantice la seguridad jurídica en este procedimiento urbanístico. La formación naranja viene apoyando esta edificación desde hace años.
Son tres referencias que constatan el giro de timón provocado por la Torre del puerto de Málaga en estos años. Un intervalo en el que, todo sea dicho, sólo Unidas Podemos, antes como Málaga Ahora, mantiene firme su convicción de que el edificio no debe ver la luz.