En los últimos días han sido muchos los malagueños de la zona oeste que han visto cómo el contenedor de basura de su calle cambiaba de color. El Ayuntamiento de Málaga ha comenzado a implantar en la mayoría de sus calles su nuevo contenedor, el marrón, generando confusión entre los vecinos, que no terminan de entender para qué se utiliza y en qué se diferencia este del gris pese a la campaña del Consistorio.
El contenedor marrón se une al amarillo, para envases de plástico; al azul, para el papel y cartón; al verde, para el vidrio; y al gris, que desde su implantación se empleará exclusivamente para aquellos restos que no son biorresiduos.
Dicho de otra forma, al contenedor marrón aquellos residuos que se pueden descomponer y/o producir olores -todo lo orgánico-: restos de comida; carne, pescado, frutas, verduras, pan y cáscara de huevo; cajas de pizza y servilletas de papel manchadas por alimentos; resto de infusiones, café y bolsitas de té o vegetales como flores y hojarasca. Desde el Consistorio apuntan, además, que los usuarios que utilicen este contenedor deben usar bolsas de basura compostables.
Sabiendo esto, serán muchos los que se pregunten sobre qué pasa ahora con el contenedor gris. ¿Para qué sirve? La respuesta es sencilla: se queda la fracción resto. Materiales multicapa como pañales y compresas, excrementos de animales, restos de cerámica, platos, fuentes, jarrones, así como copas de cristal (que no deben ir al contenedor verde porque no es un envase de vidrio). También van al gris elementos de plástico que no sean envases -estos irían al amarillo- como bolígrafos, cepillo de dientes y chupetes. Al gris también van cenizas como los restos del barrido, bolsas de aspiradoras, cigarrillos.
Según el Ayuntamiento, estas acciones se complementarán, con las inversiones ya anunciadas en el Centro Ambiental de Málaga, encaminadas a "generar un compost de calidad obtenido desde el biorresiduo", que pueda ser empleado como abono en cultivos.