Los malagueños toman ya el pulso al Metro en su acercamiento definitivo al Centro. Como si fuesen conquistadores de terreno inexplorado, decenas de ciudadanos se han aventuraron a conocer de primera mano las bondades del trazado del subterráneo entre El Perchel y Atarazanas.
Algunos, atraídos por la simple novedad de sentir el peso de un hito histórico en la movilidad de la capital de la Costa del Sol; otros, usuarios habituales del ferrocarril urbano, y unos pocos, vecinos que ya se anuncian como nuevos viajeros. Ellos son los primeros pasajeros que han pisado el Metro con destino al Centro.
Algunos minutos antes de que caiga la barrera de seguridad que impide el acceso a la estación Atarazanas, en el lateral norte de la Alameda, empiezan a congregarse varias decenas de personas. Todos ellos expectantes por la anunciada llegada del primer tren a la parada.
Uno de ellos es Daniel, que está acompañado por varios amigos. Es joven y tiene toda la pinta de estudiante. "Solemos viajar mucho en el Metro porque la facilidad de transporte es la caña", expresa de manera desenfadada. El trío de amigos vive por la zona de Portada Alta, en las proximidades de la estación que la Línea 1 del suburbano tiene en la zona. "Ahora es la caña. Llegas, sales y estás en el Centro", resume de manera gráfica.
Una opinión que es compartida por buena parte de los pasajeros con los que dialoga EL ESPAÑOL de Málaga. "Llevamos 20 años esperando", dice Vanesa de manera categórica para dar una dimensión mayor a la decisión de acudir a las 21:00 horas a comprobar si, de verdad, el Metro llega a la Alameda.
Junto a ella, Isabel y Francisco. Cuentan que viven en el distrito de Teatinos y que tienen un par de paradas cerca de sus casas. Hasta ahora, por lo que confiesan, eso de coger el Metro para moverse no iba mucho con ellos. Isabel es más del autobús. Pero ¿lo va a seguir siendo a partir de ahora? Parece que no. "Me he sacado la tarjeta para venir; soy usuario del autobús, pero ahora sí voy a coger el Metro", admite.
"Ahora lo voy a poder coger en la puerta de mi casa y en 5 minutos estoy en el Centro"
Francisco Berrocal es un joven estudiante que vive en la calle La Unión. "Ahora lo voy a poder coger en la puerta de mi casa y en 5 minutos estoy en el Centro", relata. Su compañera, Celia Ruiz, reside en el otro extremo del trazado ferroviario, en El Torcal, territorio de la línea 2. Uno y otro suelen coger el Metro para desplazarse. Un aliciente al que este lunes han sumado el deseo de conocer las nuevas estaciones.
Se abre el telón de la nueva estación
Cuando bajan los pivotes metálicos que separan el acceso a la estación de la superficie de la Alameda, el gentío ya acumulado se adentra por la escalera mecánica y la pedestre. Primer nivel, donde se encuentra el pasillo de canceladoras para acceder al segundo nivel, donde se localiza el estrecho andén de apenas 4 metros de ancho y 66 de largo.
La escasez de su dimensión queda constatada en el momento justo en que el primer tren procedente de Guadalmedina asoma con sus luces por el túnel y vomita a los pasajeros que lleva en su interior. Cuando llegue la Semana Santa el bullir será muy superior.
El Metro toca ya el corazón de la urbe malagueña y lo hace algo más de 17 años después de que la obra arrancase en la zona de Carretera de Cádiz. De todo este periplo, hay del orden de ocho años que han estado físicamente focalizados en la Alameda Principal, con el pesar de los comerciantes de la zona.
Por eso tiene especial significado que sea Pilar Cruzado, que explota un quiosco que toca casi la estación de Atarazanas, haya sido la primera en bajar y pisar el interior de la ya operativa parada. El suyo es el testimonio de los empresarios que durante años padecieron la apertura en canal de las zanjas y que ahora, por fin, ven que ese sufrimiento, en ocasiones con cierre de locales y en la mayoría de los casos con pérdidas económicas, tiene recompensa.
Del Perchel a Atarazanas
Marisol y Adolfo están sentados en uno de los bancos de la estación de El Perchel. La pareja se montó en el tren a última hora de la tarde en El Torcal, en el distrito Carretera de Cádiz, deseosos por conocer las dos nuevas estaciones de Málaga: Guadalmedina y Atarazanas.
Marisol es malagueña, pero lleva varias décadas viviendo en Madrid, una ciudad donde junto a su pareja vive "muy bien", pero reconoce que siempre que pueden viajan a Málaga, que les "encanta". "Hemos venido al Metro para vivir la experiencia de la inauguración, ¡y eso que estamos hartos de Metro en Madrid!", manifiesta la pareja de jubilados entre risas.
"Hay que probar cosas nuevas y esto es una maravilla, la verdad, es muy cómodo", insisten. Pese a que estaban informados de la llegada al Centro no lo estaban de los trasbordos y la forma de realizarlos, ni sabían que el servicio al usuario de las dos nuevas paradas comenzaba a partir de las nueve de la noche.
"Hemos llegado a El Perchel y, de repente, el tren ha vuelto para atrás. No lo entendíamos, creíamos que iba directo desde donde lo cogimos, pero no. La línea seguía su curso habitual hacia Teatinos. Hemos vuelto y aquí estamos esperando al bueno", cuentan ambos entre risas a unos minutos de las nueve de la noche.
A las 20.54 horas, el primer tren hacia Atarazanas llega a El Perchel. El público presente graba el momento antes de acceder a su interior. Al cerrarse las puertas de uno de los vagones, dos chavales comienzan a reír: "84 años más tarde, al fin… Esto ha sido como la escena de Titanic", comenta uno.
Son Roque y Darío, dos jóvenes de La Unión y Teatinos. "Creo que no han sido 84, pero sí 14", matizan en tono jocoso. Ambos se han montado en el Metro para vivir la experiencia de coger el primer tren y, ya de paso, ir al Centro. "Tenemos las paradas al lado de casa, nos viene perfecto. Ahora desde mi casa para venir creo que son 7 minutos o así. En vez de ir andando, venimos en metro", dice el de La Unión.
"Antes echaba entre el Metro y el autobús una hora y media; así me puedo ahorrar 15 o 30 minutos perfectamente"
Iván y su amiga Valeria también viajan en el mismo vagón que Roque y Darío. Vienen desde el campus de la Universidad. Mientras que muchos celebran la llegada del suburbano al corazón de Málaga, él celebra lo mucho que le facilita su vuelta a casa desde las clases.
"Yo antes echaba entre el Metro y el autobús una hora y media; así me puedo ahorrar 15 o 30 minutos perfectamente. Soy del Rincón de la Victoria y bajándome en Atarazanas estoy al lado del Muelle Heredia, donde cojo el autobús", cuenta con una sonrisa.
De Atarazanas a Palacio de los Deportes
Tras llegar a Atarazanas, cogemos el tren dirección Palacio de los Deportes y en el transbordo de Guadalmedina conocemos a Rosa, Encarna, Emmanuel y José Antonio, dos parejas que también se conocieron en el andén.
Encarna, pese a haber vivido junto a Emmanuel en Barcelona durante décadas, aprovecha el tiempo de espera entre trenes para preguntarle algunas dudas al guardia de seguridad. Al comprenderlo todo, confiesa riendo lo "fácil" que es viajar en Metro aquí. Ella vive cerca del Martín Carpena y sostiene que no cambia ese servicio por nada en el mundo. "Lo tengo en la puerta de casa y está estupendamente", explica.
Por su parte, Rosa vive con José Antonio frente a La Térmica. "A nosotros nos vienen bien las líneas de autobús 7 y 15, pero también cogemos mucho el Metro caminando un poco por La Paz", dicen. Encarna, por su parte, mientras sube al vagón, cae en que el día de la inauguración del Metro le regalaron una tarjeta bono para entrar gratis durante la primera jornada. "Hoy no nos han dado nada, una pena; a mí me gusta siempre sacar algo", critica.
Antes de llegar de vuelta a La Luz-La Paz, hablamos con José, un chico que opina que todo lo que rodea al suburbano es "un circo". "Tantos años esperando para dos paradas. Me parece alucinante, lógico no es. Vamos a darle el beneficio de la duda y vamos a pensar que esto es un paso más, tendremos que verlo así", manifiesta.
Uno de sus acompañantes, Dani, cree que hay detalles físicos a mejorar. "A mí estos trenes tan pequeños me parecen de juguete, a ver si vamos añadiendo vagones. También tengo que decir que estas luces no tienen sentido, a ver si quitan esta luz amarilla tan horrible que ya no se lleva", zanja riendo.