En un tiempo de vorágine inmobiliaria, en la que todo parece estar en venta o es susceptible de transformarse en apartamento turístico, resaltan con luz propia esas construcciones que desde lo antiguo han sido capaces de sobrevivir en el ahora. Y un ejemplo de ello es el Corralón de Santa Sofía de Málaga capital.
Un referente vivo de esta tipología de arquitectura popular, vinculada siempre a la vivienda modesta y con el patio como lugar de encuentro de la vecindad, que es por méritos propios un caso extraordinario.
El corralón es un modelo que proliferó en el siglo XIX en los barrios de La Trinidad y El Perchel con la llegada de trabajadores del campo a la capital con motivo de la Revolución Industrial. Fueron seña de identidad urbanística y de espacio comunitario, en el que convivían familias modestas.
"La escasez de recursos se sobrellevaba con la solidaridad entre semejantes que se practicaba a diario", se refleja en algunas publicaciones sobre estos inmuebles. De hecho, las viviendas no tenían más de una o dos habitaciones y la cocinita se abrían al pasillo. Había un baño común para todo el vecindario en el patio central, donde habitualmente también se encontraban las pilas de lavar.
El de Santa Sofía es considerado como uno de los más célebres en su especie. Este corralón florece con la primavera, sin perder su esencia, ni la hermosura recuperada hace ahora 30 años, cuando fue sometido a una importante rehabilitación en el marco del Plan Especial de Rehabilitación Integral de La Trinidad y El Perchel.
El arquitecto que estaba al frente de este plan y de esa actuación era Salvador Moreno Peralta, quien apostó de manera decidida por destinar el corralón al alojamiento de personas mayores. Con ello se buscaba superar el concepto tradicional de residencia de ancianos e integrar a estos vecinos dentro del tejido social del barrio al que habían pertenecido desde su nacimiento.
Tres décadas después de aquella operación, Moreno Peralta se reencuentra con su obra. "Aunque quedaba fuera del ámbito del PERI Trinidad-Perchel, era uno de los que mejor representaba el espíritu del barrio; su gran patio triangular lo asimilaba casi a una plaza pública y se salía de las medidas convencionales de las casas del barrio", explica.
Esta particularidad lo convirtió en escenario ideal para la celebración de espectáculos tradicionales como las Cruces de Mayo, bodas, bailes, etc. Un carácter festivo que hizo que, según apunta el urbanista, muchos dijesen que era un corralón "muy casamentero".
"Nada de residencia de ancianos, sino viviendas dignas agrupadas en torno al patio e integradas dentro del tejido físico y social que le era propio, dentro de su barrio de La Trinidad"
Originalmente la construcción pertenecía a la familia de los Atencia, siendo finalmente expropiado. "Desde el primer momento lo vi como un conjunto de viviendas asistidas con su equipamiento completo: salon-comedor-cocina y cuarto de baño, sin alterar la estructura original de las piezas que lo componían y dedicadas a la tercera edad, dada la gran cantidad de ancianitos que había en el barrio en el momento de redactar el Plan", rememora Moreno Peralta, quien subraya que la fórmula fue absolutamente novedosa.
"Nada de residencia de ancianos, sino viviendas dignas agrupadas en torno al patio e integradas dentro del tejido físico y social que le era propio, dentro de su barrio de La Trinidad", añade.
Al primer objetivo asistencial se sumaba la oportunidad de rescatar uno de los últimos ejemplos de una tipología arquitectónica "en trance de desaparición". La ficha técnica marca la fecha en la que se dio forma al proyecto en el año 1988, comenzando los trabajos en 1991 y finalizando en 1993. ¿Saben cuánto costó la rehabilitación integral del corralón, que daba cabida a 56 viviendas? 181.790.000 pesetas. O lo que hoy son poco más de 1,1 millones de euros.