Los jóvenes o los votos del desencanto en Málaga que pueden marcar la diferencia: "No creo en los políticos"
Se caracterizan por sus dudas a acudir a las urnas y, en el caso de hacerlo, por decidir su voto en el último momento o por cambiar de papeleta sin pudor.
26 mayo, 2023 05:00Noticias relacionadas
Laura afronta las elecciones del próximo domingo como una mágica primera vez. Cuenta que se ha esforzado en estar al día de las propuestas de cada partido y ha reflexionado sobre qué es lo que verdaderamente necesita la ciudad. “Todos tenemos la responsabilidad de elegir quién nos gobierna, quién va a decidir sobre el lugar donde vivimos los próximos años. No voy a perder la oportunidad de dar mi opinión”, asegura.
Javi “ha escuchado” que hay elecciones, pero no sabe muy bien qué día se celebran ni quién se presenta. Tiene claro que no irá a votar porque “no servirá de nada” y no quiere participar “en el circo” que los políticos montan de tanto en cuando para darse “un lavado de cara”. “Es que no creo en ellos, no van a solucionar mis problemas”, apostilla.
Ellos son dos de los 57.738 jóvenes que este 28 de mayo estrenan en Málaga su derecho al sufragio activo. Representan dos visiones opuestas de un estrato de población que, en líneas generales, se caracteriza por sus dudas a acudir a las urnas y, en el caso de hacerlo, por decidir su voto en el último momento o por cambiar de papeleta sin pudor.
Los jóvenes, tanto los que se estrenan como los que ya han tenido varias opciones de hacerlo, son un nicho esencial para los partidos. Aunque no suponen un número importante de votos, son lo suficientemente relevantes para, si se movilizan, decantar la balanza a uno u otro lado si la aritmética de las casi desaparecidas mayorías absolutas no dan. “Movilizarlos electoralmente puede marcar la diferencia”, asegura Belén Fernández-García, investigadora postdoctoral en la UMA, que confirma que la edad es una variable que influye mucho en la participación.
Según Ángel Valencia, catedrático de Ciencia Política, el voto joven “ha ganado relevancia desde el cambio ciclo político en España”. Antes, la ideología, el eje izquierda-derecha, era capaz de definir por sí solo la política, pero el contexto se ha vuelto “volátil”. Al contrario de lo que ocurría hace poco más de una década, parte de la ciudadanía no decide a quién va a votar hasta pocos días antes de las elecciones y la movilización política se ha convertido en un elemento decisivo.
“Los mayores son más fáciles de captar, pero llegar a los jóvenes es muy complicado porque son un espectro de población con un futuro incierto y que no ve que la política responda a sus necesidades”, explica.
Jaime tiene 28 años y, a cinco días de las elecciones, no tiene claro a quién votará. En 2019, lo hizo por el PP, pero ahora problemas como la vivienda o el cambio climático hacen que dude entre algunas de las opciones a su izquierda.
Junto al desempleo y la precariedad, Fernández-García apuntan que las dificultades para emanciparse representan uno de los factores más relevantes a la hora de estudiar el voto entre este estrato de población. Y aún más en estas elecciones, en las que el acceso a la vivienda y el encarecimiento de los precios del sector inmobiliario se han convertido en el tema estrella.
“Está siendo un tema muy tratado por las diferentes opciones políticas, aunque diferenciándose en el enfoque: algunas lo plantean como freno a las viviendas vacacionales, otras con ayudas directas para la primera vivienda, otras con la regulación de precios del alquiler… Todas tienen un objetivo claro: captar el voto joven”, explica esta doctora por la Universidad de Granada.
Más allá de esto, la sensación de Jaime es que los políticos los tratan “como idiotas”. “No se acuerdan de nosotros hasta que llega una campaña electoral y la riegan de promesas que luego no cumplen”, afirma. Tampoco lo cree Alba, que con 25 años está convencida de que “todos mienten”.
Ella no votará este domingo y defiende la abstención como una forma más de expresión política. “Mucha gente dice que si no votas no sabes apreciar el valor de la democracia o que no tienes luego derecho a quejarte, pero yo creo que no votar es otra forma de quejarte, de mostrar que no estás de acuerdo con lo que hay. El voto es un derecho, no una obligación", asevera.
Los dos muestran su animadversión por la política y por sus actores, pero no por la capacidad de transformación de las políticas. De hecho, Alba se considera “un poco activista” y subraya su papel en diversas asociaciones. “Dicen que a los jóvenes nos da todo igual, pero no es así. No soy ajena a las cosas que pasan a mi alrededor: a los problemas de mis amigas con contratos precarios o a la espera de mis abuelos para una ayuda de dependencia. Pero los políticos no están en esta realidad”, declara.
Valencia explica que el problema está en cómo nos hablan, en qué hacen o en qué representan los políticos. “Hay una profunda crisis de representación: la idea de que los políticos representan los intereses de ciudadanos para convertirlos en políticas se ha roto. Ya no consiguen satisfacer esas preferencias y la gente se distancia”, asegura.
Esto es especialmente acusado en el caso de los más jóvenes, que han visto cómo “se rompen las esperanzas y las expectativas en las que han sido educados”. Desde la crisis, apunta, “viven una etapa de profunda desafección o desesperanza”. “Observan que lo que la vida que les había prometido, esa sociedad meritocrática que les plantearon, no era verdad. Se encuentran con una visión de que no hay futuro, no hay empleo, no pueden acceder a una vivienda, no pueden tener un proyecto de vida y eso produce decepción”, explica.
Esto incentiva la abstención pero, también, el voto antiestablishment, apunta Fernández-García. Alejandro tienen 23 años y el domingo votará al PP, pero muchos de sus amigos, confiesa, se están planteando apoyar a Vox. “Ni siquiera saben muy bien quién es su candidato, pero dicen que es el único partido que se atreve a hablar de ciertos problemas y a decir las cosas como hay que decirlas”, cuenta.
Otra forma de comunicarse
Para Belén Fernández-García, investigadora postdoctoral en la UMA, una de las peculiaridades del electorado joven tiene que ver con las formas que estos tienen de informarse. "Usan principalmente internet, las redes sociales, en detrimento de los formatos más tradicionales y esto tiene mucho que ver con la penetración de los nuevos partidos en este electorado", expone. Vox es, por ejemplo, la formación política con mayor número de seguidores en Instagram.
En Málaga, los candidatos del PP y Ciudadanos se han dejado ver en sendos encuentros con jóvenes durante la campaña, pero entre todo ha destacado la versión que Podemos lanzó del Tití me preguntó, de Bad Bunny, para reivindicar el proyecto de izquierdas en la capital.