Y tal y como llegó, se esfumó. El sueño de Málaga de ser sede de la Expo Internacional de 2027 se desvanece. La aspiración de la capital de la Costa del Sol de trascender en la esfera mundial y convertirse en centro del debate sobre la sostenibilidad y el papel de las ciudades queda definitivamente enterrada después de que la mayoría de países con voto en la 172 Asamblea de la Bureau International des Expositivos haya optado por respaldar la candidatura de Belgrado. 

El varapalo a la capital de la Costa del Sol es mayúsculo. Más aún cuando desde hace semanas desde la delegación malagueña se insistía en las buenas sensaciones existentes en relación con las posibilidades ciertas de ser elegida. Ni el apoyo expreso de la Casa Real ni del Gobierno central ni la labor diplomática realizada han sido suficientes para convencer a buena parte de los asambleístas.

La ciudad llegó hasta la cuarta ronda de votaciones, en un cara a cara directo con la candidatura de Belgrado, que finalmente se impuso a la española por 81 votos a 70.

Pero más allá del impacto de imagen que tiene para la ciudad, el revés es mayor si se toma como referencia el potente plan de inversiones que la ciudad pretendía impulsar aprovechando su elección para la Expo. 

En concreto, Málaga pretendía disponer de unos 1.000 millones de euros (a financiar en su mayor parte por el Gobierno central, como ya lo hiciera en la Expo Internacional de Zaragoza o la Universal de Sevilla), suma con la que activar la regeneración urbana del Guadalmedina, la ampliación del Palacio de Ferias, la construcción del Auditorio de la Música, y la transformación del eje litoral. La dimensión económica de todas estas piezas hace impensable que el Ayuntamiento de la capital pueda afrontarlas en solitario.

Sea como fuere, la estrategia diseñada por Francisco de la Torre para los terrenos sobre los que se dibujaba la Expo de 2027 parece seguir viva. El veterano regidor se viene reafirmando en los últimos meses en su intención de promover nuevos desarrollos logísticos, empresariales, vinculados a la investigación y la docencia, en los suelos de Buenavista. Un sector, eso sí, que es propiedad del Gobierno central.

Así lo ha expuesto el propio regidor minutos después de conocerse el revés: "Ellos se han sabido mover mejor. Nosotros tenemos un plan B, que es hacer y crear un espacio de reflexión sobre las ciudades y la sostenibilidad". "Tenemos una gran ciudad y merece la pena sacar adelante este proyecto", ha dicho.

La decisión del BIE viene a sumarse, además, a otras decisiones adversas a los intereses de la ciudad, como su no elección para asumir la Capitalidad Europea de la Cultura en 2010 o, más recientemente, el haber quedado finalista en los Premios a la Capital Europea de la Innovación.