La aspiración de Málaga de crear una gran city empresarial en los terrenos del Cortijo de Torres, convertido desde hace 25 años en el recinto de la Feria de la capital de la Costa del Sol, sigue aparcada y guardada en un cajón.
Tras el empuje inicial dado por el equipo de gobierno hace ahora poco más de dos años, presentando incluso un avance para la transformación de parte del espacio para oficinas, la operación está parada y sin visos de ser reactivada.
Así lo confirman desde la Gerencia de Urbanismo, constatando la situación de estancamiento en la que se encuentra una iniciativa que requiere de la colaboración de inversores privados. Y ello choca de frente con las necesidades que, según numerosos analistas, tiene la ciudad de este tipo de edificios para dar respuesta a la demanda del sector y sacar un mayor aprovechamiento a un enclave estratégico de la urbe, que apenas es utilizado 10 días al año.
Hace un año, el entonces concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, rechazaba que la propuesta estuviese parada, asegurando que se había abierto un proceso de contactos con algunos grupos interesados, a los que se ha remitido la documentación disponible. Unos acercamientos que, por lo que trasladan de Urbanismo, no han avanzado.
Hay que remontarse a 2019, antes de que nadie atisbase la llegada de la Covid, para fijar el momento en que el alcalde, Francisco de la Torre, dio un paso adelante en su apuesta por estudiar el modo de rentabilizar al máximo los terrenos del Real, expropiados a un precio millonario.
La parcela, situada junto a la ronda oeste de la ciudad y al Palacio de Ferias y Congresos, se localiza en la zona natural de expansión de la urbe hacia el oeste. Tras abrir un periodo de reflexión, el Consistorio decidió en 2020 avanzar y contratar una asistencia técnica mediante la que disponer, al menos, un esbozo de las posibilidades del espacio.
El documento vio la luz en abril de 2021. El trabajo, realizado por un equipo encabezado por Francisco González y Juan Gavilanes, ponía sobre la mesa la posibilidad cierta de crear una nueva centralidad en la ciudad con el elemento terciario como protagonista principal y compatible con la permanencia de las casetas de feria.
Inversión millonaria
La dimensión del proyecto es extraordinaria, ya que se perfila una inversión para el desarrollo de 141.660 metros cuadrados de 232 millones de euros. La propuesta asigna al conjunto de parcelas un techo edificable máximo de 91.893 metros para oficinas (3,5 veces lo que actualmente se proyecta en Muelle Heredia del puerto), 2.700 metros para comercial y 42.000 metros cuadrados de suelo previsto con uso ferial/industrial.
Una de las particularidades de trabajo técnico es que propone convertir las actuales casetas de uso temporal en edificaciones concebidas como contenedores suficientemente versátiles para recibir nuevos usos polivalentes, generando un paisaje permanente y creando una infraestructura que consolide el actual recinto ferial.
El Ayuntamiento quería aprovechar la iniciativa para recuperar la ampliación del Palacio de Ferias, afectada por el revés de la Expo 2027. Otro de los usos más potentes previstos es el de aparcamiento subterráneo, con una superficie de casi 83.500 metros y 2.800 plazas.
En la presentación del avance ya se informaba de que la intervención requería de una modificación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), con varios años de tramitación e informes. Que se sepa no se ha avanzado en este camino.
La ordenación dibujada fija la intervención más directa sobre la calle José Blázquez, que pasaría a convertirse en un eje en el que concentrar actividades diversas y complementarias. Se proyecta un nuevo frente edificado de manzanas que se emplazan sobre el límite oeste de la actual parcela de aparcamientos en superficie del Palacio de Ferias y en continuidad con la parcela destinada al hotel que prevé el Plan General.
El programa propuesto conecta unos usos a nivel de la calle relacionados o bien con los habituales del Palacio de Ferias o con otros usos. Para dar forma a estos desarrollos, los urbanistas optan por dos modelos: el primero, denominado Zócalo Manzana Feria, hace referencia a las parcelas del actual recinto ferial en las que plantean usos feriales, deportivos, culturales, de carácter temporal que también permitan su ocupación durante los festejos. Para el mismo se dibujan bloques de planta baja, con una altura de 10 metros.
El segundo modelo, que afecta a las manzanas sobre el actual aparcamiento del palacio, bautizado como Zócalo Manzana Palacio, "debe prever la integración de una futura ampliación de este equipamiento con usos comerciales que enriquezcan y complementen el entorno a nivel de calle".
Es en la parte superior de las dos manzanas donde se fija en altura el uso principal de oficinas. La previsión es que la cota máxima de estos desarrollos sea de seis, siete y ocho plantas, respetando los límites marcados por las nuevas servidumbres del aeropuerto de la Costa del Sol.