La apuesta de Málaga por transformar La Rosaleda en un estadio de primer nivel nacional e internacional sigue dando pasos. Aún sin la certeza de poder asumir la potente inversión necesaria para afrontar una obra de este calado, necesaria en la aspiración de ser sede del Mundial 2030, y de contar para ello con la imprescindible colaboración privada, las instituciones públicas avanzan en el camino trazado hace ahora algo más de un año.
La realidad de la operación, que excede con mucho el simple objetivo de disponer de un campo de fútbol remozado, es que gana en dimensión y ambición. Lejos de lo que originalmente se puso sobre la mesa, con un encargo al estudio de arquitectura Morph, las administraciones han abierto la puerta a estudiar modificaciones sustanciales que dispararían el coste final por encima de los 200 millones de euros.
Y esto es lo mismo que decir casi el doble respecto de las primeras estimaciones. Las variaciones más significativas ahora objeto de análisis: la instalación de un césped que pueda esconderse y un techo retráctil.
Dos detalles, confirmados semanas atrás por el propio alcalde, Francisco de la Torre, que convertirían al estadio del barrio de Martiricos en una especie de mini Bernabéu. Hay que recordar que la remodelación del templo del Real Madrid tiene en estos mismos elementos sus nuevas señas de identidad.
"Queremos hacer algo no solo deportivo, la ambición es tener cubierta, como en el Bernabéu, pero a nuestra escala. Techar La Rosaleda y colocar el césped con deslizamiento horizontal y no vertical, como ha hecho algún club inglés", vino a explicar De la Torre días atrás, incidiendo en que ello generaría nuevas oportunidades de explotación para la ciudad.
Y es por este motivo por lo que ya es asunto de estudio. De hecho, tal y como ha podido confirmar EL ESPAÑOL de Málaga, el pasado mes de febrero, la Gerencia de Urbanismo firmó sendos contratos menores con Architecture Meets Engineering por valor de 14.278 euros y un plazo de un mes cada uno para adecuar la propuesta de ampliación del estadio para sede Mundial 2030 y para la asistencia técnica para documentación audiovisual de la propuesta.
Servicios que vienen a sumarse al rubricado en noviembre de 2022 para la redacción de propuesta arquitectónica de posible ampliación de La Rosaleda y reordenación de su entorno más próximo.
El objetivo de la nueva Rosaleda es alcanzar una capacidad de 45.000 espectadores, una labor de peso dado que actualmente tiene aforo para 30.000 personas. De acuerdo con el plan manejado por el regidor, la idea es que las obras puedan iniciarse en 2025, con unos tres años de duración, hasta 2028. A la transformación del campo se sumaría la necesidad de generar un aparcamiento con 5.000 plazas. Una exigencia de la FIFA.
Dada la dimensión de la operación pretendida, desde el estudio Morph se abren a usos nuevos en el estadio, de manera que sea "un hito urbano real y sea un punto de atracción dentro de la ciudad" los 365 días. Y ello mediante la inclusión de desarrollos terciario y dotacional, de manera que sea posible el asentamiento de hoteles, restauración, espectáculos, clínicas, entre otros.
En esta línea de pensamiento, se apuesta por concebir un espacio "exclusivo" para eventos deportivos, de ocio y de esparcimiento, "atractivo tanto para los turistas como para los residentes". Tras analizar opciones, el estudio responsable de la propuesta señala como "ideal" incorporar un hotel y lo que denominan como concepto "Málaga X", que incorpora actividades deportivas, culturales, de ocio y eventos, además de la restauración, y que permitiría convertir el complejo "en un nuevo centro urbano dentro de Málaga".