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Grandes ánforas, piletas, un horno: los últimos ‘tesoros’ excavados en el Cerro del Villar, en Málaga

El amplio equipo de arqueólogos de las universidades de Málaga, Chicago y Marburgo pone fin a la tercera campaña de excavación en el yacimiento.

19 septiembre, 2024 13:13

Casi un mes después de iniciar su reconquista, los arqueólogos completan la tercera campaña consecutiva de excavaciones en el Cerro del Villar. El paraje, de unas 8 hectáreas de extensión, localizado junto a la parte final del río Guadalhorce, constituye uno de los emplazamientos históricos de mayor calado de la capital de la Costa del Sol y del Mediterráneo. Al menos en lo que al estudio de la época fenicia se refiere.

La ardua labor desarrollada por el amplio equipo técnico desplegado en la zona, ejemplo de colaboración internacional, al dar cabida a miembros de las universidades de Málaga, de Chicago (EE. UU.) y de Marburgo (Alemania), ha permitido seguir profundizando en el conocimiento del yacimiento.

Este jueves, coincidiendo con el cierre de los trabajos, los responsables han dado a conocer las principales conclusiones de la tarea realizada desde finales de agosto. El director del equipo arqueológico, José Suárez, ha sido el encargado de desvelar los nuevos avances.

Lo ha hecho en una rueda de prensa en la que ha estado acompañado de un amplio plantel institucional, con el alcalde, Francisco de la Torre; la delegada de Cultura, Gemma del Corral, y el rector de la UMA, Teodomiro López.

Suárez, profesor del área de Prehistoria del Departamento de Ciencias Históricas de la UMA. ha enfatizado que esta última campaña ha venido a confirmar que Cerro del Villar es uno de los asentamientos fenicios arcaicos mejor conservados del Mediterráneo Occidental y con mayor potencial pata el estudio de un periodo que se remonta a casi 3.000 años.

Parte de lo encontrado en la zona de excavación de restos romanos en el Cerro del Villar.

Parte de lo encontrado en la zona de excavación de restos romanos en el Cerro del Villar.

Según ha informado, la labor ha permitido distinguir dos fases arquitectónicas en el asentamiento original, destacando el "valioso" estado de conservación de las estructuras. Por un lado, ha aludido a la segunda mitad del siglo VII a. C., construidas con oyentes zócalos de piedra local que superan más del metro de altura y con suelos fabricados con barro y grava.

"Han quedado al descubierto calles y edificios, con más de una decena de estancias, poniendo de manifiesto cómo en este nuevo proyecto urbanístico subió la cota de los suelos de la fase previa de forma considerable, previsiblemente para evitar la afectación de las inundaciones del río", ha explicado Suárez.

En cuanto a la primera mitad del siglo VII a. C., el director de la excavación ha señalado el estado en el que se encuentran algunas estancias, en las que han sido desenterradas grandes ánforas completas, conservadas y dispuestas apoyadas contras las paredes de barro.

Los trabajos han permitido comprobar que algunas construcciones se vieron afectadas por un "importante" incendio. Muestra de ello es el hallazgo de restos de vigas de madera quemadas y caídas sobre los contenedores cerámicos.

"Importante" incendio

"Este hallazgo es de particular interés porque permite reconstruir con precisión el uso de los distintos espacios que sufrieron este episodio catastrófico, presentándose como un auténtico contexto tipo Pompeya", ha aclarado el investigador.

Por otro lado, el trabajo ha permitido incidir en la entidad de los inmuebles que ya fueron localizados próximos a donde se ubicó una de las zonas de fondeadero. Los mismos están ordenados a partir de calles paralelas a la orilla de la isla y presentan más de 20 metros de longitud. Destaca el hallazgo de objetos relacionados con la producción metalúrgica en una de las habitaciones.

En la parte más occidental de la excavación se ha encontrado parte de un horno de producción alfarera con sus testares (depósitos con restos de cerámica desechada o defectuosa, en particular ánforas y otras vasijas de gran formato) que pueden fecharse a finales del siglo VI a. C.

Otro de los descubrimientos más significativos es el de una pequeña cabeza femenina de terracota en las proximidades del lugar donde en la campaña pasada fue encontrado un ungüentario y una jarrita. Esto refuerza la idea de la continuidad de las prácticas de culto en este entorno en momentos ya avanzados del siglo III a. C.

Asimismo, el equipo ha documentado el límite del gran edificio de época romana tardía (siglo IV d. C.) dedicado a la producción de salazones, así como la presencia de otras estructuras perimetrales coetáneas, que pueden formar parte de inmuebles auxiliares de este completo.