Respaldo al deseo de Málaga de proteger el último vestigio del desaparecido barrio de La Coracha
- La Junta de Andalucía informar a favor de la modificación urbanística planteada por el Ayuntamiento de Málaga. La acción afecta también a un inmueble de Paseo de Sancha.
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Muchos de quienes habitan hoy Málaga o de quienes pasean por sus calles ignoran que hubo un tiempo en el que había un barrio de casas encaladas que se levantaba casi adosado a la muralla sur de la Alcazaba. Ese barrio era conocido como La Coracha y fue demolido prácticamente en su totalidad en el marco de una operación urbanística que fue objeto de numerosas críticas por parte de la ciudadanía. De todos aquellos inmuebles solo uno, que data de principios del siglo XIX, sigue en pie.
Y lo va a seguir estando muchos años más. Al menos ese es el objetivo que se marcó años atrás el Ayuntamiento de Málaga cuando activó una modificación urbanística con la que salvaguardar el futuro de la construcción. La iniciativa, que afecta de lleno a otro edificio localizado en Paseo de Sancha, 42, acaba de recibir el espaldarazo clave por parte de la Consejería de Sostenibilidad Ambiental.
El departamento de la Junta de Andalucía ha emitido un informe, fechado el pasado 8 de noviembre, en el considera que el doble cambio de uso propuesto "no tendrá efectos significativos sobre el medio ambiente".
El ajuste planteado va a hacer que el único edificio de la antigua Coracha pase de tener la consideración de equipamiento comunitario (uso pormenorizado de SIPS-Servicio de interés público y social) a calificación de residencial. Aunque técnicamente se produce una variación, de facto el inmueble estaba ya siendo explotado como residencia habitual.
El camino inverso es el que hace el edificio de Paseo de Sancha, 42, la antigua villa San Carlos, que data del siglo XIX y que fue construida por el arquitecto Fernando Guerrero Strachan.
De uso residencial pasará a estar clasificado como equipamiento de uso sanitario, que es a lo que está destinado desde hace años. El trámite mantiene la edificabilidad de la construcción, si bien se amplía la edificación en 215,97 metros cuadrados mediante la construcción de un semisótano, que no computa como techo edificable.
Recuerdos de La Coracha
Desde el punto de vista simbólico, es llamativa la apuesta municipal por conservar al menos el último vestigio de La Coracha. Y ello cuando fue el propio Consistorio, muchas décadas atrás, el que impulsó su destrucción. De acuerdo con el expediente original de modificación de uso, la propuesta busca elevar la protección de este inmueble, de manera que de una salvaguarda ambiental, pase a aplicarse una protección arquitectónica grado I.
Esta es la figura que se fija para edificios que "por su valor, por su implantación en la estructura urbana y las posibilidades de su puesta en buen uso, deben ser protegidos, controlando las actuaciones que sobre ellos se hagan e impidiendo su desaparición o sustitución".
"Es el último vestigio de un barrio con carácter popular, de reconocible interés histórico en la memoria de la ciudad por la situación singular en la que se encontraba, al pie de la Alcazaba. Resulta esta una oportunidad para salvaguardar su existencia", defienden los técnicos municipales en ese documento, en el que subrayaban que se trata de dos inmuebles con características de la arquitectura vernácula, de ejecución doméstica y humilde, en los que se reutilizaron recursos más próximos al lugar, incluso con materiales de los restos de la muralla en ruinas a la que se adosaban.
El objetivo es "dejar en la ciudad un elemento edificatorio recuerdo del barrio de La Coracha, parte de la historia del crecimiento de nuestra ciudad". Según se relata en el expediente, el barrio surgió tras el abandono militar de la Alcazaba y el derrumbe de la Haza Sur de la misma, ante la demanda de viviendas y los pocos medios económicos existentes.
Su emplazamiento estaba junto al mar hasta que a principios del siglo XIX se rellenaron los terrenos del puerto y el mar se alejó, dejando paso a una gran explanada, hoy la plaza del General Torrijos. El edificio pertenecía a un conjunto de viviendas que "linealmente trepaban adaptándose a la topografía del terreno al abrigo de la muralla de la Alcazaba".
Fue en los años 80 cuando el Ayuntamiento dio forma al Plan Especial de Reforma Interior (Peri) para la regeneración del Barrio de la Coracha. En el mismo se proponía su demolición parcial y la recalificación del mismo a equipamiento, con el proyecto de un gran museo para la ciudad y recuperando las tipologías edificatorias para talleres artesanales.
El Plan General de 1997 recogió este planeamiento, dando comienzo a la expropiación de la barriada, "a excepción de la primera edificación". En su caso, la enajenación quedó parada después de que la propiedad recurriese ante los tribunales. De hecho, el citado Peri, aprobado definitivamente el 23 de diciembre del 1988, fue anulado por el Tribunal Supremo el 8 de octubre de 1998. Su suspensión invalidó las actuaciones expropiatorias, salvando el edificio ahora protegido.