Dice la Real Academia de la Lengua Española que un “candidato” no es más que aquella persona que opta a un cargo (…) a solicitud propia o de otra persona. Saben bien lo que representa esa palabra en las filas malagueñas del PSOE o de la casi extinta a martillazos con acento de Podemos, Izquierda Unida. Ambas formaciones llevan tiempo coleccionando intentos. Ambas, acostumbradas a recopilar estampas de líderes locales, que acaban siendo como aquellas de los fichajes frustrados del Málaga de Serafín Roldán… esos otros del Madrid de Mendoza, o el Barcelona de Gaspar. Sí: esos que llegaban en verano apuntando a estrella y acababan por pifiarla en el primer toque de balón que daban con su nueva camiseta, para desesperación de todo director deportivo.
El ‘asalto a la Casona’ ha tenido en estos últimos veinte años más candidatos de la izquierda que versiones de la canción ‘My Way’ de Sinatra. Un clásico, sí… el de ‘La voz’ y otro, el de ver a reputados (o no tanto) personajes de la vida malagueña (se nos coló un asturiano en la lista), con un cartel colgado del pecho que rezaba aquello de ‘candidato’ y pegándose, casi de inmediato, de bruces con una realidad llamada Paco de la Torre.
Porque De la Torre se llama Francisco pero, cada cierto tiempo, conforme el horizonte va tiñéndose de ese aura electoral, su nombre empieza a perder letras para pasar a tener solo cuatro. El ‘candidato’ se llama Paco… y habitualmente arrolla en Málaga. No en vano, desde los tiempos de Aparicio, encabezar una lista electoral que no lleve el membrete del Partido Popular es sinónimo de ‘palmar’.
Ser ‘candidato’ en Málaga debe ser un honor, pero una pequeña ‘putadita’ (perdón), si no te llamas De la Torre. Veinte años después, el señor que parecía venir de vuelta, sigue viniendo de ida. Las opciones de la izquierda han sido, al menos hasta ahora, una bala de fogueo contra un elefante. Ya podía ser una mujer socialista (lo intentó Bustinduy y lo peleó, más tarde, María Gámez) ya podía tratarse de un reputado profesor universitario como Moreno Brenes; ya podía intentarlo un joven biólogo, calculadora en mano para intentar arrebatar la alcaldía a los populares, que la jugada no salía. Con Paco hemos topado.
Porque para él, cargar con el cartel de ‘candidato’ no es lo mismo que para el resto. Hay quien dice que, tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe… y que lo que puede romperse en una de estas es la hegemonía del PP en el Ayuntamiento de Málaga pero mientras eso ocurre, lo único palpable es que, con el veterano a la cabeza, la derecha sigue mandando, porque el que manda en ese territorio electoral es él. Que no hay quien le tosa y que al PP le interesa un organismo con esos anticuerpos.
Y en estas que, a año y medio de unas nuevas elecciones, vuelve la cantinela acerca de su continuidad y vuelve, por ende, el particular ritual ‘pepero’ con música de Pimpinela, en el que el partido pide a De la Torre que estire un poco más la cuerda, el chicle o lo que quiera estirar… pero que lo estire. No hay relevo porque tampoco él se ha esmerado en que lo hubiese y con el panorama actual de malagueños en la Junta, Paco sabe que este es uno de esos partidos de 3-0 y para casa. Pero le toca hacerse el remolón, decir aquello de que quiere comentarlo en casa y, posteriormente, dar el “sí, quiero” a Bendodo, para tranquilidad del mandatario popular porque las cosas pueden cambiar, pero el único ‘candidato’ a alcalde con visos de serlo es el propio alcalde. Y esa es, seguramente, la peor noticia para una oposición que debe aún definir sus cabezas de cartel en la parte más izquierda de la izquierda, a sabiendas de que, probablemente, esos nombres sean lo de menos.
El ‘candidato’ a ser reelegido acaricia un gato desde su despacho. Escucha aquello del “proyecto agotado”, la “falta de ilusión” y todas esas frases que siempre le dedican, pero sigue a lo suyo, tal vez aupado por una realidad que habla de una oposición que, desde hace años, ha demostrado no ser oposición. Sea por méritos del primero o por deméritos de los demás, la realidad en Málaga es esa desde hace tiempo. El primer Debate sobre el Estado de la Ciudad de este mandato, celebrado esta semana, fue un nuevo ejemplo de la distancia que, a día de hoy, existe entre quienes se cuelgan el cartel de candidatos y el verdadero ‘candidato’.
Hay “cosas chulísimas” por hacer en la ciudad (lo pasaríamos en grande con Yolanda Díaz en los plenos de Málaga) y esa es, en parte, la tarea de quienes se postulan para dirigirla. Saber contarlo pero, ante todo, saber llevarlo a cabo corre de cuenta de esos ‘candidatos’ que de aquí a 2023 deben completar el cartel de cada formación cara a las elecciones. Sabido es lo de Dani Pérez en el PSOE que él mismo lidera. Comandará la alternativa y, de hecho, su carta es la única que parece soportar el viento en contra para lidiar con De la Torre. Porque Paco aún no ha dicho sí, pero todos saben que es cuestión de tiempo, porque es él y no otro el ‘candidato’… Como siempre.