En los próximos 27 años cumplirán 67 años (edad de jubilación) todos los de la generación del baby boom. De hecho, empezaron a jubilarse ya en 2020 los primeros, pese a que la proporción de gente mayor crece desde mediados del siglo XX, a partir del 2020 experimentará un aumento drástico, por lo que la tasa de dependencia -relación entre población económicamente dependiente y población en edad de trabajar- pasará del 25% actual al 28% en el 2020 y al 65% en 2050.
Además, por primera vez en la historia de nuestra democracia, serán los mayores los que tengan la mayoría del voto. Corremos el riesgo de cargarnos a los pocos jóvenes que sustenten el sistema por una elección política demasiado conservadora. Recuerde el lector el dicho de que quien no sea progresista de joven no tiene corazón y quien no sea conservador de mayor no tiene cabeza. Puede que vivan en un país económicamente insoportable, fiscalmente asfixiante y con el freno de mano político puesto siempre. Tengo una hija de 11 meses e hijo de 11 años. No quiero imaginarme ese mundo para "mi Carmen y mi Ezequiel". Tampoco quiero bajarme la pensión, ni jubilarme a los 75. Quiero esperar a mis nietos a la puerta del cole de vez en cuando.
En el V Congreso de Industria Conectada en Valencia el pasado 7 y 8 de noviembre, el profesor Guillermo Dorronsoro hizo una defensa de “la máquina de la prosperidad”. Mi admirado vasco universal, nos recordó al Nobel de Economía 1993, Robert Fogel. En su libro Escapar de la pobreza y la muerte prematura (Alianza Editorial 2004), el profesor se fija en qué pasó en el mundo para que se disparara la población mundial. Desde la Edad de Piedra hace más de 10.000 años hasta el s.XVIII la población mundial no superó los 500 millones de habitantes. Desde la invención de las vacunaciones (Viruela Jenner 1776 y Balmis vacunaciones masivas), la máquina de vapor (Watt 1776), el contrato social (Rousseau 1664), la economía de mercado (A. Smith 1776) y la creación de nuevas grandes naciones como los EE. UU. (Jefferson 1776) la población mundial ha pasado de 1.000 a 8.000 millones en 2022.
Dorronsoro nos recordó que otro Nobel (Gary Becker 1985) nos animó a dejar la industria en manos de la globalización, que si era más barato hacer las cosas en el quinto pino pues que eso sería lo mejor. Margaret Thatcher y su colega americano compraron la idea. En su testamento político, el libro Statecraft (Ed. Harper Collins 2002), la dama de hierro dice literalmente: “si las manos que fabrican son blancas, negras, marrones o amarillas, una manufactura sigue siendo lo mismo y se comprará en cualquier parte si el precio y la calidad son los correctos. El mercado es una fuerza mucho más fiable y liberalizadora que ningún gobierno”. Desde 1950 hasta 1975 el Reino Unido estuvo a la cabeza mundial (tres primeros puestos con EE.UU., y Alemania) en renta per cápita y esperanza de vida. A partir de la dama de hierro, la economía del mundo ha mejorado, pero la destrucción de la Industria en Europa con el Reino Unido a la cabeza y en EE.UU. ha destruido gran parte de la clase media y la máquina de la prosperidad.
El PIB Industrial de España antes de entrar en la “maravillosa” UE era superior al 30%. Con dinero mucho más abundante y barato, energía tirada de precio, ríos como el Rin que te transportaban barato, orografía plana, un mercado común con economías de escala desde la CECA en 1950 y 40 años de ventaja en cultura democrática, los “socios “europeos, bien empapados del jarabe de Gary Becker y asustados tras las crisis del petróleo y el rescate del FMI al Reino Unido en 1976, nos recetaron un “industricidio” porque decían que nuestra industria no era competitiva. Lo raro hubiera sido que lo fuera, ¿no? Y Manuel Marín, Boyer, Solchaga, Almunia, González se tragaron felices la papilla… Nos destruyeron parte de la “máquina de la prosperidad”. Cerraron, por ejemplo, Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto contra el informe de la Consultora Kawasaki contratada por el Gobierno. Aznar y Rato le acabaron de dar la puntilla con la venta de Endesa y otras lindeces industriales. Ya nadie recuerda Ebro, Motor Ibérica, Elbe, Radiola, Intelhorce, ERT, Ensidesa, La Naval, La Maquinista, Fabra y Coats... En electrónica hubo un IBM, Sony, Sanyo, Samsung, Ericsson, Siemens, Alcatel… Hoy el sector industrial solo representa el 16% del PIB, en 2000 era del 18,7%. Seguimos cargándonos la máquina.
Nos decía Dorronsoro que cuando acabó la carrera todos se habían comido la papilla de Becker y que hablaban de la terciarización de la economía y de que aquí estarían los cerebros, el I+D, los trabajos de más valor añadido y la fabricación en países de bajo coste. Como si en esos países no hubiera gente excelente y brillante para hacer I+D, investigación, ciencia y trabajos de gran valor añadido. Este año conocimos la noticia de que China ha superado en producción y calidad científica a E.E.U.U.
El legado de nuestros abuelos fue reconstruir la convivencia y el país destrozado por la Guerra. El de nuestros padres, traernos un cambio pacífico y, en general, ejemplar, a la Democracia. Dorronsoro nos interpela para que nuestra generación les devolvamos a nuestros hijos la industria. Una industria moderna, competitiva, de proximidad, sostenible y descarbonizada, que cree mejores empleos, que pague mejores salarios, que sea más resiliente ante las crisis, que invierta más en I+D. No hay mayor política social que la industrial, no hay mejor política redistributiva que la educación, no hay mayor generador de recaudación fiscal que la innovación.
Te compro querido Guillermo el reto. Pero nos va a faltar gente. La economía, es la actividad de la gente. Demografía y economía siempre han ido de la mano como el huevo y la gallina, crezco porque genero valor y riqueza y la genero porque hay millones de personas que se suman a la población y hacen cosas para vivir. Tendremos que potenciar políticas demográficas. Políticas de la vida. Necesitaremos que vengan todos los que puedan y que vivan y nazcan todos los posibles.
Necesitaremos que la escolarización de 0 a 3 años sea universal y gratuita. ¿Cuántas personas dedicadas a la crianza y cuidado de los hijos y los mayores se liberarían como fuerza laboral adicional? Cada uno de ellos es PIB. Necesitaremos que las familias y en particular las madres puedan tener a sus hijos sin miedo a no poder sacarlos adelante. Necesitaremos que en un país que ha pasado de 40.000 casos de infertilidad en 2011 a 323.000 en 2019 no se tarden hasta 700 días para una fecundación por ovodonación en un centro público. Necesitamos que un millón de parejas en España con problemas de infertilidad puedan adoptar con facilidad sin que ello sea larguísimo y onerosísimo. Según el observatorio de la infancia hoy hay 1.572 familias calificadas idóneas (el 91.61% lo son) esperando para adoptar.
Steve Jobs, uno de los genios de nuestro tiempo, creador de Apple, fue un niño adoptado. Uno de mis enciclopedistas favoritos, el filósofo y matemático d’Alambert fue un niño expósito. Hoy el ministerio de asuntos sociales llama acogimientos familiares de los que el 60% son por la familia extensa, que han acogido 18.455 niños en España en 2021. La lista de famosos que fueron adoptados o acogidos es interminable, Sartre, Chaplin, Edith Piaf, Marilyn Monroe, Edgar Alan Poe, Louis Armstrong, Coco Chanel, John Lennon, el presidente Gerald Ford, Eleanor Roosevelt, y hasta a Nelson Mandela lo adoptó a los 9 años el jefe de su tribu cuando queda huérfano.
¿Cuántos abortos no sucederían si las madres tuvieran garantizado no solo la escolarización sino el salario mínimo interprofesional por hijo menor de 4 años independientemente de la renta de esta, de manera que puedan pagar a un tercero por los cuidados sin renunciar a su carrera profesional o académica? ¿No es mejor pagar por que nazca y crezca un niño que jubilarse a los 80?
España es el líder mundial en trasplantes con una tasa de 38 donantes por millón. En la UE en 2020 se realizaron 28.212 trasplantes de los que el 37% se realizaron en España. En los Presupuestos Generales del Estado el Ministerio de Sanidad tenía en 2021 6,4 millones para la Organización Nacional de Trasplantes. Un organismo ejemplar del que estar orgullosos y ejemplo en todo el mundo.
No puedo dejar mi amor por la historia sin recordar que el Reino de Aragón fue de los primeros de Europa en mirar y proteger la infancia. En 1337 Pedro IV El Ceremonioso creó los “curadores de huérfanos” y que en 1407 Martín I El Humano creó el “Pare d’Orfens” y el tribunal de Curador, Padre y Juez de huérfanos de Valencia, que luego se extendió a todos los Reinos de Aragón, Navarra y Castilla.
Isaac Newton nunca conoció a su padre. Fue adoptado por su familia paterna, igual que Tolstoi por su tía. Hércules, Edipo, Rómulo y Remo, Moisés, el rey Arturo y sus caballero Lancelot, París… toda la mitología y saber clásico nos ensalza a los huérfanos y nos anima a que la vida suceda. Hasta Jeff Bezos (Amazon) fue adoptado por su padrastro, el ingeniero cubano de origen español Miguel Bezos.
En los territorios forales españoles, las Diputaciones se ocupaban de que las Inclusas, las casas de huérfanos, estuvieran bien abastecidas y contaran con los recursos para pagar a las nodrizas. La inclusa de Pamplona fue destacada. Tengo para mí que los países progresan cuando sus demografías son pujantes. Castilla en el siglo XIII y XIV fue de los reinos donde más creció su demografía. La Francia del XVIII y napoleónica no hubiera llegado a dominar media Europa sin una explosión demográfica incontestable. Muchos creen, equivocadamente, que Inglaterra dominó los mares y el mundo desde la Armada en el 1588 pero no fue hasta Trafalgar en 1805, dos siglos más tarde, que no obtiene ese estatus y lo consigue impulsada por la revolución industrial y el aumento de la población.
Tenemos razones económicas de peso, cada vida humana aporta a la economía. El PIB español era de aproximadamente 1,25 billones (españoles) de euros (2019), con lo que tenemos una renta per cápita aproximada de algo más de 26.500 euros. No todos contribuimos igual, podríamos asumir que este PIB lo generan las personas en edad de producir, o población contributiva. Es decir, entre los 16 y los 70 años aproximadamente. En ese rango de edades había 33,16 millones de personas en España. Por tanto, la renta per cápita contributiva (RPCC) en España sería de unos 37.500 euros. Tome el lector esto como una mera estimación sin más pretensiones que poner magnitud al concepto.
El Valor Económico de una Vida Humana (VEVH) en España sería la multiplicación de este RPCC por la diferencia entre su edad y la edad tope de contribución, que podríamos poner en los 70 años. De esa manera, el valor económico de un español medio cuando nace en términos contributivos sería de unos 2 millones de euros (diferencia entre 70 años y 16 años multiplicado por la RPCC). Un norteamericano, aplicando el mismo método, tendría un valor de unos 5 millones de dólares.
En España, según Eurostat en 2020, sobre una tasa de 340.000 nacimientos hubo 88.269 abortos legales. Mantengamos las leyes, preservemos la libertad íntima de cada mujer a decidir. Imaginemos ese posible aborto como lo hace la ONT, imaginemos que un equipo de profesionales ve no un órgano sino una vida que se puede salvar. Es decir, lo mismo. Imaginemos que hay personas que asesoran a la mujer para que pueda dar a luz esa vida y tener el acompañamiento y las ayudas salariales y sociales descritas o que puede darlo en adopción o en acogimiento a una familia idónea. Si reducimos la tasa de abortos a la mitad aportamos 44.000 vidas, 88.000 millones a la economía cada año y casi un millón de vidas en 20 años.
Nuestros miopes políticos están divididos (en esto también) entre los que defienden el aborto y las políticas sociales, que no se dan cuenta de que sin jóvenes serán imposibles, y los que defienden la vida, pero están en contra del gasto en las políticas sociales que animan a que las madres decidan llevar a término su gestación.
No se trata de prohibir, se trata de incentivar y facilitar un país que progrese, que sea sostenible y en el que el embarazo sea una buena noticia en la mayoría de los casos, preservando siempre la íntima decisión informada, reflexionada, libre y consciente de la madre. Facilitar la salud reproductiva pública de calidad, incentivar y facilitar la adopción y el acogimiento, incentivar la gestación y abrir las puertas de una inmigración ordenada son la clave de una demografía sana y sostenible.
Si no hacemos nada, seremos un país de viejos, sin industria y sin plusvalía para pagar el coste social y sanitario que ello supone. Yo no quiero solo un país de viejos con industria. Lo quiero además con jóvenes. Ellos son nuestro futuro.