Estudié informática en la Universidad de Málaga en los 90. Sin internet. Con fotocopias a cinco pesetas, pantallas de tubo, redes coaxiales (solo en algunos laboratorios), disquetes y algunos Windows 3.11. Suena muy diferente a lo que encontraremos hoy en cualquier campus, y lo es. Pero hay algo que no cambia: la importancia de con quién aprendes y qué compañeros eliges para compartir ese viaje.

En la universidad no aprendí sobre seguridad informática porque en aquel momento se limitaba a la (muy útil) criptografía. Pero fue allí donde se definió mi carrera. Ocurrió el día que decidí sentarme junto a Ismael Valenzuela (actual referente en el mundo de la ciberseguridad) para realizar un proyecto en el laboratorio y me habló de la seguridad informática (ciberseguridad es un nombre popularizado muchísimo después).

Más adelante, en 2000, contaría conmigo para un proyecto en este campo y esto definiría mi carrera posterior. No es un ejemplo sorprendente. En realidad, es bastante común. Aunque solo somos conscientes de su impacto con la perspectiva del tiempo.

Nunca está de más recordar que cuando se estudia una disciplina no solo se aprende lo que se enseña. Recibimos las clases junto con un puñado de personas con los mismos intereses y un curso, grado, máster o bootcamp representan además un networking constante, muy dirigido y a tiempo completo. Entre los estudiantes es muy probable que se encuentre tu futuro jefe o compañero, tu próximo empleado o el siguiente socio en tu proyecto.

No estoy descubriendo nada que no se conozca, pero conviene recordar que no se limita a los ámbitos más elitistas. Será ya en el futuro, como profesional y desde la perspectiva de la experiencia, cuando se comprenda la importancia de los encuentros, el pasilleo o la relevancia de las relaciones laborales a cualquier nivel, aunque en la vorágine del estudio (cuando el objetivo más inmediato es “aprobar”) no siempre se tenga tan claro.

En general, tanto profesionales como estudiantes, nunca deben ser cortoplacistas y esto no es una excepción. Buscar la efímera e inútil satisfacción de quedar por encima, apostar por el aislamiento durante el estudio, pensar que las notas o la graduación es lo único importante cuando se cursa algo es sufrir de unas miras muy estrechas. Cultivar las relaciones con los compañeros, ya sea online o presencial, supone un buen porcentaje de los objetivos de cualquier proceso de aprendizaje compartido.

En una época en la que se supone que hay escasez de profesionales en ciberseguridad no debemos dejarnos llevar por una competencia descarnada. Al contrario. Destacarán como profesionales los que mantengan un amplio y sano círculo de contactos y los que hayan causado buenas sensaciones durante los estudios. Quemar barcos o dejarlos pasar, aunque parezca la mejor decisión en caliente, nunca sumará.

El ecosistema de ciberseguridad ha funcionado en buena parte y se ha construido históricamente así. La industria actual está nutrida por muchos adolescentes de los 90 que disfrutaban de la seguridad informática como una afición, construyeron comunidad, lazos de confianza y que finalmente se incorporaron al mercado laboral apoyándose entre ellos.

Hace ya 10 años que han surgido proyectos como el Campus 42 (y año y medio desde que llegó a Málaga), donde se prima la relación con los compañeros tanto o más que la superación de las pruebas. Se otorga tanta importancia al éxito en las relaciones con los pares como al conocimiento adquirido. Y no cabe más que celebrar esta sana ambición y apuesta a largo plazo.

Pero esto no es exclusivo del Campus 42. Tengamos claro que cualquier otro método de aprendizaje (la formación y las Universidades públicas y privadas, másteres, bootcamps, cursos, academias…), incluso una comunidad informal en Internet, ofrecerá la oportunidad de establecer unos lazos que serán muy útiles para el futuro. Ojalá hubieran existido tantas fórmulas de aprendizaje en los comienzos de mi carrera. Ojalá alguien me hubiese advertido entonces de la importancia de todas las posibilidades que ofrecían a su vez las relaciones entre compañeros.