¿Qué hace un chino en Málaga leyendo La Sangre de Colón mirando al mar desde el Muelle 1? Desde que China había accedido al podio de primera potencia mundial no era extraño ver chinos en todas partes. La tarde estaba dorándose y el sol se ponía por Fuengirola en esta época del año. Desde los Baños del Carmen iba viendo el mar hecho un estanque. Ni una ola. La tan traída y llevada Torre del Puerto hacía años que se había terminado. El skyline de la ciudad ahora era como algunas ciudades innovadoras globales, con un perfil clásico y moderno.
Me acordaba de Sidney entrando desde el mar y de mi querida Barcelona en la que mis nietos jugaban con los de mis amigos. Los montes estaban verdes. Las repoblaciones sucesivas de almendros, algarrobos, quejigos, pino mediterráneo, acebuches, retamas, habían creado finalmente una “Collserola“ tras la ciudad que ahora rondaba el millón de malagueños de todo el mundo, blanquitos, morenos, tostados, rojos como tomates del sol implacable, amarillos, aceitunos…
La ciudad había estado décadas haciendo lo que hizo durante siglos, recibir y emitir influencias y culturas. Al fondo, se veían las torres de las instalaciones de la planta de semiconductores. Primero vinieron unos locos, luego se unieron otros, luego algunas instituciones tecnológicas de primer nivel mundial, finalmente empresas de diseño, de packaging, de equipos de laboratorio, de desarrollo de EDA tools, de tecnología de materiales, de procesos…. Nunca me olvidaré del bueno de Felipe Romera al que al final dedicaron una calle.
¿Cómo se había transformado la ciudad que vio la muerte de Intelhorce en una hub tecnológico mundial? Habría que remontarse a los Heredia, los Larios, los Strachan, los primeros peritos, los planes de estabilización, las plantas pioneras de Standard Eléctrica, luego Citesa y Alcatel, Secoinsa, Siemens, y el PTA y sus sucesivas olas de tecnologías y empresas… Una historia larga, con muchos padres como suelen ser las historias de éxito. El fracaso es huérfano. Clima, carácter, cultura y aeropuerto ayudaron tanto como estar suficientemente lejos de la vida de Villa y Corte de Madrid y Sevilla. Universidad, formación, una explosión de oferta de formación profesional orientada a las tecnologías digitales, electrónica, videojuegos, ciberseguridad, aplicaciones de la Inteligencia Artificial.
La primera escuela de prompters de IA de Europa se creó aquí hace 15 años. Se trataba de formar a los estudiantes de FP en el manejo de la IA, en cómo poner en contexto, informar y dar instrucciones a las gigantescas máquinas de miles de “cores” que procesaban en redes neuronales las instrucciones. Desde generar programas a proponer soluciones a problemas complejos.
A mis años, caminar desde donde mi madre se pasó 2 días de parto, hasta el puerto era una terapia para el cuerpo y el alma. Mirar atrás menos que adelante. Esa era la clave de la juventud según me dijo un día Manuel Gordillo con 76 años. “Ezequiel, mientras pases más tiempo ocupado y pensando en el futuro que en el pasado eres joven. Hay viejos de 25 años y jóvenes de 80”. Me acordé de mi maestro Gordillo al pasar por el edificio de Google.
La Sangre de Colón la habían reeditado 17 veces y la habían traducido a más de 20 idiomas. No pude reprimirme. “Joven, ¿qué le parece el libro?” El chico debía tener 40 años, me parecía un muchacho desde mi edad. Me miró con cara de no entenderme, pero con la educada sonrisa de los Han, con ese respeto casi innato que muestran a los mayores. Desoxidando mi chino. Le saludé en mandarín. Mi acento y mi incapacidad para las entonaciones chinas debió hacerle gracia, pero “ hao /pu hao” , bueno / malo, lo entiende cualquiera, aunque lo dijera un viejo antequerano que hacía 20 años que no pisaba Shanghai.
Me contestó en un perfecto inglés. Casi victoriano, como el que se estudia en los buenos colegios británicos de todo el mundo. “This is not the best book I’ve read from this author, sir.” Me emocionó que hubiera leído toda la obra del autor. En efecto había seguido publicando y había sido premiado y reconocido internacionalmente. Se trataba de un hombre del renacimiento, de un ingeniero poeta, de una de esas personas con inteligencias múltiples bien desarrollada.
Hubo una época en la que la ciudad estaba organizada en áreas de gestión y áreas de acción política. Los concejales tenían su rol, pero la maquinaria de la ciudad estaba ordenada en empresas municipales dirigidas por grandes profesionales con criterio de gestión, maximizar el servicio a la ciudad y por tanto al ciudadano con los recursos que contaba.
Se llamaba Cai Cheng, finalmente, el joven parecía buen conversador y yo no tenía nada mejor que hacer tras mi paseo. Me contó que conoció la ciudad en una visita de la delegación de la suya a la Expo de 2027. Madre mía, ¡la expo del 27! ¡Qué recuerdos! Cuánto trabajo y cuanta ilusión de todos por albergar por primera vez una Expo sin ser una capital de comunidad autónoma, como lo habían sido Barcelona, Sevilla y Zaragoza. Me acordé de la imagen del alcalde y del líder de la oposición juntos, defendiendo la ciudad por encima de intereses de partido en Dubai unos años antes. En aquella época el populismo y la división partidista hacían aquello algo único.
Fueron los años en los que la UMA empezó a recibir profesores internacionales y se llenó de alumnos extranjeros, los de ser los primeros en un Máster de Microelectrónica, los del primer grado en Ciberseguridad, los del Grado de Inteligencia Artificial, los años en los que la investigación se orientó al progreso del territorio, de sus instituciones.
Aún recuerdo el día en que dos catedráticos, uno de Empresa y otro de Economía, vinieron a verme a nuestra sede y centro de innovación en el Málaga Tech Park. Les dediqué una mañana de un día en que por la tarde iba a cambiar mi vida profesional para siempre. Yo no lo sabía. Me dijeron que querían poner sus grupos de investigación al servicio del interés general. Recuerdo que planteábamos el impulso de una gran instalación tecnológica.
Prepararon un modelo, estudiaron la evolución de otras ciudades en el mundo que habían dado ese paso, calcularon las externalidades, el impacto social, educativo, los efectos en los territorios más allá de las ciudades, la creación de clústers en torno a polos y el impacto de la educación superior en la productividad general de sectores estratégicos. Visto hoy, aportaron tanto o más los economistas, los sociólogos, los filósofos de la ciencia, los filólogos, los arquitectos y urbanistas que los ingenieros.
Ellos demostraron que la estrategia era una disciplina que ya no se llamaba política de empresa ni política industrial, que lo público, tras Mazzucato y Dufflo era determinante en el éxito de ciertos territorios frente a otros y que no había políticas públicas y políticas empresariales, sino estrategias de futuro para los territorios en las que todos los actores tenían que empujar para el progreso de todos. Fue una época de mucho trabajo, de mucha ilusión y de miedo por el riesgo y por la inevitable sucesión de los líderes de aquella comunidad, en el Ayuntamiento, en el Málaga Tech Park, en la Universidad y en las empresas, pero las que vinieron, porque fueron todas mujeres, lo hicieron mucho mejor que los anteriores, tejiendo y fortificando la gestión de los primeros.
-“Permíteme que te tutee. Cai, ¿puedo llamarte Cai? El autor es muy querido y admirado por mí. ¿Cómo conociste su obra?”
-“Fue mi jefe. Me enseñó mucho".
Me quedé frio. Este chico había trabajado para Miguel.
-“¿Qué hacías en la EMT?"
-“De todo. Acabé el Grado en IA de la UMA becado por mi provincia de Guandong. Hice el Máster en Sostenibilidad Urbana. Volví a Shenzhen, pero me había enamorado de Carmen y volví a Málaga. Mientras hice el doctorado con el Dr. José de la Varga empecé a trabajar en la EMT. Era un equipo de jóvenes fantástico, gente de todo el mundo trabajando en retos que nos ponía Miguel. Nos decía que teníamos que pasar de ser la Empresa Malagueña de Transportes a la Empresa del Transporte Malagueño. Yo no lo entendía”.
Desde hace años las apps de los taxis, las de los car-sharing, las del car-pooling, las de los transportes públicos convencionales, metro, bus, tren, estaban conectadas. Los espacios de datos, aquello para lo que Alberto Palomo, el Chieff Data Officer del Gobierno había trabajado a través de Gaia X y del impulso de casos de uso orientados a poner en valor una nueva economía, la economía del dato, empezó a generar valor en Málaga, con el agro y sus miles de cooperativistas liderando.
Luego vino el taxi. Los taxistas, todos eléctricos, ganaban más, iban más llenos y la gente pagaba menos. Las rutas combinadas y calculadas por IA que usaban todas las opciones desde Bla-Bla car hasta Renfe permitían sumar lo privado, lo semi privado, lo semi público y lo público en rutas optimizadas ad hoc, con el mínimo coste para el usuario y el medio ambiente. La ciudad, en lugar de declarar la guerra al coche, declaró la guerra al despilfarro de emisiones. Todos eléctricos, públicos y privados, robotaxis incluidos, todos amparados por al APP de la EMT, todos ganando, el planeta, la ciudad, los usuarios…
Es cierto. Nunca me pregunté cómo conseguimos que, duplicando la población, el tráfico bajara.
Hacía años que la EMT ganaba más por los datos que por los títulos de transporte.
-“¿Y, a qué te dedicas Cai?”
- Soy el gerente de la EMT.