Esta semana mi hija mayor obtuvo un 8,75 en matemáticas. Llegó a casa enfadada, pues el examen le había resultado fácil, conocía de sobra la materia y, sin embargo, no había llegado a sacar el esperado sobresaliente.
Su sensación era de frustración, no comprendía por qué habiendo llegado a todos los objetivos del temario y completado un buen examen, no había conseguido una calificación excelente.
Compartí con ella una teoría que me ha acompañado durante toda mi vida, primero como estudiante y luego como profesional, la teoría de la nariz del caballo. Esta filosofía ahonda en la búsqueda de la excelencia, sus causas y motivaciones. Si tomásemos una foto en la meta de una carrera de caballos, nos daríamos cuenta de que el caballo ganador apena supera a sus contrincantes por centímetros, a menudo la victoria depende de una nariz. Todos los caballos han entrenado igual, han tenido probablemente la misma alimentación y seguimiento médico. Todos han llegado prácticamente en el mismo tiempo a meta, pero solo hay uno que alcanza la victoria.
Según esta hipótesis, es en llegar a la meta como segundo caballo o alcanzar ese 8,75 donde reside la mayor dificultad, pues es en ese camino en el que se realiza el 99% del trabajo. Sin embargo, sólo unos pocos realizarán el pequeño esfuerzo extra que nos hace llegar a la excelencia. ¿Cuál es la diferencia entre un examen de sobresaliente y uno de matrícula de honor? Quizás la redacción, la forma de estructurar el contenido o añadir alguna información complementaria, poco más.
Al compartir esta teoría con mi hija, quería hacerle entender que alcanzar la excelencia no es complicado, que cuando se ha recorrido el 99% del camino, ese 1% es el menor de los esfuerzos, sólo que no todos están dispuestos a realizarlo. Aquella noche me costó conciliar el sueño, no estaba segura de haberle contado a mi hija toda la verdad. Quizás la teoría de la nariz del caballo no se cumplía en todos los casos, o al menos no si eres mujer.
Según el estudio del Observatorio de Diversidad y Tendencias de EJE&CON “Presencia de la mujer en los puestos claves de las empresas del IBEX 35 y Euronext”, nuestro país se sitúa por debajo de la media europea, con un 21% de mujeres en puestos decisorios en las grandes empresas nacionales. Por otra parte, los datos de 'Women matter España: tramos pendientes', publicado por la consultora McKinsey & Company, reflejan que solo un 6% de las organizaciones españolas están lideradas por una directora general.
Solo 6 empresas superan la barrera del 40% de representación de mujeres en órganos directivos: AENA, Redeia, Colonial, Pharma Mar, Santander y Acciona Energía.
El informe Women Matter España también aborda la cuestión acerca de las posibilidades de promoción interna en las empresas, una percepción que lamentablemente disminuye a medida que avanza la carrera profesional. El 85% de las mujeres que comienzan a trabajar en una compañía cree que tienen las mismas posibilidades de prosperar que un hombre. En ese momento el 88% de sus compañeros piensan lo mismo. Sin embargo, tras 5 años de trayectoria profesional, solo el 59% de las mujeres confía en ascender por igual, frente al 73% de los hombres.
En el estudio de McKinsey se indican 5 factores para potenciar la presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad: flexibilidad, referentes en la alta dirección, asesoramiento y formación, salarios competitivos y reconocimiento en el puesto de trabajo.
Las mujeres a menudo destacamos como brillantes estudiantes y, tras la incorporación al mercado laboral, continuamos liderando proyectos y trabajando con la mayor de las responsabilidades y diligencia en los mandos intermedios de las corporaciones, pero ascender al lugar en el que se toman las decisiones aún sigue siendo más complicado para nosotras.
A la mañana siguiente decidí que no le contaría a mi hija la verdad sobre la teoría de la nariz del caballo. Confío en que nuestras barreras no serán las suyas. Quizás algún día ella se la cuente a su hija y entonces sí sea una realidad, también para las mujeres.