Diez años después de que el vertedero de Torremolinos, en la provincia de Málaga, dejase de funcionar, la Junta de Andalucía da el paso definitivo para proceder a su sellado y clausura. Un movimiento, en cualquier caso, que se da con años de retraso en los que estas instalaciones han permanecido en situación de ilegalidad.
De hecho, en 2017 fue incluso mencionado en una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea como el único de Andalucía en situación irregular por incumplir la normativa de residuos.
Con el paso de los años, la actuación administrativa para solventar un evidente problema medioambiental ha sido más bien escasa. En 2018, el Ayuntamiento de la localidad dio luz verde al proyecto de intervención elaborado por la Administración autonómica.
Y es ahora cuando se activa el mecanismo para ir adelante con una obra de envergadura, valorada en unos 8 millones de euros (IVA incluido) y que requerirá 24 meses. Las empresas interesadas en optar a esta intervención tienen hasta el 12 de agosto próximo para formular sus proposiciones.
Atendiendo a la documentación oficial que acompaña a la presente licitación, el objeto de la intervención no es otro que "eliminar los impactos ambientales negativos" que puede generar el vertedero después de que quedase inutilizado en 2011, tras quince años de funcionamiento.
A esto se suma la necesidad de evitar que el vertedero sea una fuente de contaminación hídrica debido a la producción de lixiviados, a lo que se suma eliminarlo como fuente de los malos olores, así como otras fuentes de infección de carácter higiénico, y paliar el impacto visual integrando el vertedero en su entorno.
En estos mismos documentos, se reconoce de manera directa que en este vertedero "se ha producido el vertido incontrolado de residuos urbanos o municipales, al no poseer autorización medioambiental para poder ejercer esta actividad que se ha desarrollado entre los años 1990 a 2011". En la actualidad, se encuentra cerrado y sin recepción de residuos, estimándose que a lo largo de su vida se han depositado aproximdamente un millón de toneladas.
Tras el abandono del mismo, "no fue clausurado adecuadamente, limitándose las actuaciones de abandono a una somera suficiente para evitar la infiltración de aguas de lluvia percolar a través de la masa de residuos aparece en vertedero", se señala.
De acuerdo con lo expuesto por Medio Ambiente, atendiendo a la documentación aportada por el Ayuntamiento, el vertedero ha contado con los sistemas de protección y control ambiental adecuados para su correcto funcionamiento, si bien se indica que es algo que "no se ha podido verificar dado el estado de abandono y falta de mantenimiento desde la clausura del mismo", evidenciándose "problemas en los drenajes de lixiviados y escorrentías superficiales".
Respecto a la balsa de recogida de los lixiviados, se admite que no está en las mejores condiciones, pese a lo cual se considera que funciona correctamente. Sin embargo, sí "se aprecian salidas recientes en diversos puntos del vertedero, los afloramientos de lixiviados se localizan en ciertos taludes y cunetas perimetrales, habiendo constancia de que en épocas de lluvia el problema se acentúa".
"La existencia de estos escapes o afloramientos pone de manifiesto que el sistema de recogida de lixiviados existente en la infraestructura no está funcionando adecuadamente, ya que los lixiviados están escapando antes de ser captados por el sistema de drenaje y vertidos en la balsa de lixiviados", se sentencia en el proyecto.
Respecto al principal impacto que puede provocar este vertedero, en el documento técnico se menciona la masa de agua subterránea 600.038 Sierra de Mijas, a través del sistema acuífero denominado Torremolinos, uno de los cuatro en que se estructura la Sierra de Mijas, mediante la infiltración de lixiviados, que poseen una alta concentración de elementos tóxicos y contaminantes.
A tiempo, se señala que el acuífero de Torremolinos está sometido a una fuerte presión antrópica debido a su cercanía a la Costa del Sol, una zona con una fuerte demanda de recursos hídricos y suelo urbano lo que implica un mayor gradiente de flujo y una disminución muy significativa de su capacidad de dilución, "aspectos que lo convierten en un sistema muy vulnerable frente a la contaminación".
¿Cómo actuar ante este problema? Conforme al proyecto disponible, la dificultad de la intervención es mayor dadas las excesivas pendientes y la imposibilidad de dismuirlas al estar el vertedero constreñido en límites que no permiten extender los taludes ni redistribuir la masa de residuos.
630.000 metros cúbicos de basura
En este escenario, los técnicos apuntan como "solución más recomendable" la ampliación de la disponibilidad de terrenos para poder remodelar la masa de residuos hasta una forma estable y que soporte la capa de sellado sin peligro de deslizamiento de la misma. La remodelación además deberá permitir dirigir las escorrentías hacía el exterior del vertedero.
Esto trae consigo, según se agrega, un desmonte de residuos de al menos 630.000 metros cúbicos. "Resulta imprescindible la disponibilidad de una superficie mayor que la actualmente ocupada por el vertedero para poder trasladar el exceso de residuos que actualmente soporta el vertedero", se precisa. Un traslado que se propone en terrenos de la cantera que colinda con el vertedero.
No obstante, se incide en la necesidad de realizar una tarea de adecuación previa al traslado, incluyendo limpieza manual y mecanizada de los residuos impropios antes de efectuar las acciones correctoras sobre el volumen de basura; el diseño de una infraestructura que permita el drenaje del lixivados y su extracción del vertedero de forma controlada.
A estos pasos se suma la instalación de un sellado final hermético que estará constituido por varias capas, mediante el que impedir la entrada de agua de las precipitaciones al vertedero y, en consecuencia, la producción de lixiviados, e impedir la emisión incontroladas de biogás desde el vertedero.
Esta impermeabilidad se consigue mediante colocación de una doble barrera impermeable, una sintética mediante lámina de polietileno de alta densidad y otra geológica formada por arcilla, adicionalmente para mejorar el funcionamiento y la durabilidad de las mismas se disponen capas de drenaje de gases y agua y laminas geotextiles de protección y filtro. Finalmente se incorpora una última capa de cobertura que sirva como base soporte de vegetación y protección de todas las capas inferiores.
Se dispondrá un sistema de captación del biogás que inevitablemente se produce en el vertedero por la descomposición de la materia orgánica, el sistema estará formado por una serie de pozos verticales de captación, tuberías horizontales para la conducción del biogás y finalmente una antorcha para la incineración controlada del mismo.