Aquí todos somos muy valientes hasta que nos metemos en la cama de la casa rural en la que nos hemos quedado con los colegas y nos acordamos de las historias de miedo que se han relatado alrededor de los restos del botellón. Entonces, la casa cruje como si fuera un leño en el fuego, cada sonido es una pisada que nos anuncia que la puerta de la habitación se va a abrir chirriando, despacito, y hacernos los dormidos bajo las sábanas es la única protección posible ante el horror.
Porque a la brillante luz del día nosotros sólo creemos en la ciencia, que es nuestra gran amiga. Cuando conviene, claro; luego, si tenemos ocasión, ponemos en duda la validez de las vacunas antiCovid: «¡Imposible que la hayan fabricado tan pronto! ¡No me vacuno ni de coña!». Pero en la oscuridad de la noche, cuando recordamos que «hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas por tu filosofía», las historias de fantasmas, demonios, monstruos y demás seres que se quieren comer nuestra alma parecen más reales que la más real de las enfermedades.
Y en Málaga existe una infinidad de rincones y lugares en los que las historias de hechos inexplicables, de terror y misterio, las leyendas horripilantes y los sucesos espeluznantes dejan su marca, como hitos en la carretera que conduce hacia la dimensión que hay Más Allá.
José Manuel Frías es uno de los mayores expertos nacionales en este tipo de elementos paranormales y ha investigado numerosos casos a lo largo y ancho de la provincia malagueña. Décadas enfrentándose al miedo que a más de uno nos haría alejarnos de estos espacios donde lo incognoscible delimita la realidad, Frías se mete de lleno en ellos para tratar de darles explicación.
Gracias a esto nuestro autor posee una extensa obra ya que ha caminado por todas las comarcas malagueñas en pos de la verdad que, como bien sabemos, se encuentra ahí fuera. Un acercamiento a la verdad diferente, que comprende que son muchas cosas las que todavía no se pueden comprender, y que cada vez más atrae la curiosidad de esas personas que mantienen su mente abierta y dejan de lado el escepticismo irónico, ese que casi siempre tan sólo oculta detrás el pánico que sentimos ante lo desconocido.
Y ahora que toca celebrar el día de Todos los Santos y Halloween, Frías lista algunos de los casos paranormales que se ha tropezado a lo largo de su carrera y que nos dejarán helados como un cadáver. Además, si algún lector está interesado en seguir profundizando en este tema, recomendamos acudir a alguna de las rutas guiadas por el propio investigador que se organizan para recorrer y conocer mejor estos lugares repletos de misterio.
Eso sí, en EL ESPAÑOL de Málaga no nos hacemos responsables si después no vuelven a dormir a pierna suelta nunca más.
La caída de la casa Jurado
Pocos son los que no han escuchado hablar de esta antigua hacienda, de mediados del XIX, situada en Campanillas. Si pasamos por la autovía, de camino o regresando del Parque Tecnológico, la podemos ver acechando a lo lejos.
De este caserío, antaño lugar de residencia de una de las familias más acaudaladas de la historia malagueña, los Heredia, se cuentan numerosos sucesos. En el año 1925 Cortijo Jurado pasó a manos de los Larios, que tampoco estaban faltos de dineros, y no fueron los últimos: la hacienda, con el devenir de los años, pasó por diversas manos.
La leyenda habla de un sótano lleno de pasadizos, ramificaciones, túneles y máquinas espeluznantes donde se practicaba el satanismo torturando y asesinando a chicas jóvenes. Esto ha acarreado sucesos paranormales que los investigadores de estos hechos han dejado reseñados mediante grabaciones de audio y psicofonías de voces escuchadas en el lugar y que no provenían de la garganta de ningún ser vivo.
A lo largo de los años, la leyenda negra del Cortijo Jurado ha crecido con la imaginación de los malagueños, que ven en este lugar, tal vez, el reflejo de lo hechos más oscuros de un pasado industrial que cambió la faz de la ciudad.
Los expedientes X del cementerio de San Miguel
La semana pasada repasamos varias de las necrópolis malagueñas más curiosas de la provincia. Una de ellas es el famoso cementerio de San Miguel de la capital. Un lugar que no ha dejado de sufrir extraños sucesos paranormales a lo largo de su extensa historia.
El primero de estos acontecimientos, quizá el más surrealista, es el empeño durante años de clausurar este camposanto y exhumar y trasladar sus residentes. Sin embargo, los documentos oficiales indicaban que la concesión de los panteones es a perpetuidad, por lo que la Casona, no sin intentar seguir adelante con su plan, tuvo que dar marcha atrás a regañadientes. Si este empeño no es cosa de fuerzas paranormales, aquí no entendemos nada.
Pero centrémonos en hecho menos terrenales. San Miguel fue inaugurado en 1810 y se convirtió en un lugar de descanso para la crema y nata de la sociedad malagueña en una época en la que la ciudad daba pasos de gigante en el mundo empresarial, lo que queda reflejado en sus hermosos y enormes panteones. Cerca de dos siglos en los que la energía espectral se ha ido acumulando y provocando apariciones de todo tipo.
Una de estas manifestaciones son las del pequeño Antoñito, de dos años de edad que había muerto de leucemia. El fantasma de este niño se ha aparecido desde 1985 a vigilantes y al encargado de la capilla de aquel entonces, el hermano José Fernández. Una visión lejana, que se muestra en diferentes zonas del camposanto, y que durante un tiempo atrajo a numerosos visitantes que dejaban humildes ofrendas en el nicho del pequeño. Incluso hay quien afirma que sus hijos enfermos han mejorado tras dejar alguna prenda de ellos junto a la tumba de Antoñito.
Otro fantasma milagrero (en este caso, cuánto más) es el de la niña María Marta. Muerta en un accidente de tráfico, la leyenda dice que intercede en los casos de crisis de pareja. De modo que era habitual encontrar en su nicho cartas de personas pidiendo que se solucionaran sus problemas conyugales. Se entiende que en el Más Allá no hay mucho más que hacer.
En cuanto a los famosos enterrados en San Miguel, la escritora Jane Bowles se resiste a quedarse en su tumba como bien saben las personas que se congregan en el aniversario de su muerte, cada 4 de mayo. Durante estos pequeños actos de homenaje hay quien asegura haber visto a la artista extravagantemente enlutada pasear por las calles de los muertos de la necrópolis. Y siempre que alguien ha tratado de acercarse a ella para hablar, el supuesto espectro de Jane gira una esquina y desaparece sin dejar rastro de una manera del todo imposible.
Bancos y enseres religiosos que se mueven en la capilla sin que nadie los toque, empujados por manos invisibles; la leyenda de la Novia Despechada que se aparece con su vestido de boda; el panteón de las ánimas negras a las que se les puede pedir favores, pero a cambio se les ha de consagrar promesas; horripilantes interferencias en las conexiones telefónicas con lugares más allá de la imaginación… son muchos los sucesos inexplicables que acontecen en el cementerio de San Miguel. Y que, a pesar de no ser un camposanto ya activo, seguirán sucediendo en base a su enorme y profundo pasado.
La leyenda de la casa de Benamocarra
En la localidad axárquica de Benamocarra, en el número 18 de su calle Doctor Gómez Clavero, hay una casa que es mucho más que un mero inmueble y donde el misterio campa a sus anchas. La historia comienza con un matrimonio anciano que vivía en dicha casa junto con sus tres hijas, hasta que el padre muere y dos de ellas se marchan.
La madre queda al cuidado de la restante, la más apañada, por lo que la anciana le dejó en herencia única su casa de tres plantas en la que tantos años convivieron. Y, claro, como en toda herencia, las peleas no tardaron en llegar: las otras hijas se indignaron y la situación se enrareció entre las tres.
Y qué mejor modo de solucionar los problemas que realizar sesiones espiritistas para despertar cualquier energía maligna que pudiera hacer la vida imposible a los futuros inquilinos. Pues esa parece ser la brillante idea que llevaron a cabo las hermanas que se habían quedado fuera del reparto.
Sesiones que, según los vecinos, tuvieron efecto y abrieron una puerta al Más Allá: desde entonces se ha visto el espectro de una mujer anciana y se han producido ruidos inexplicables, como el rodar de una oxidada silla de ruedas, que han causado más de un ataque de pánico y más de una espantada.
Al parecer, la codicia logró resucitar en esta antigua casa viejas tragedias y el recuerdo de muertes que se habían producido en el edificio a lo largo de las décadas.
Las últimas casas a la izquierda
Inmuebles encantados hay por doquier. En la capital, de hecho, hay unos cuantos. Normal si tenemos en cuenta la cantidad de siglos que han pasado por la ciudad malagueña. Uno de estos edificios que acogió sucesos que nadie pudo explicar arropó también las antiguas oficinas de Plaza y Janés.
La primera planta del número 9 de calle Císter tuvo su propio ‘poltergeist’ que se manifestó a mediados de 1991. Con una inusitada violencia y magnitud, se produjeron una serie de fenómenos tan increíbles en su interior que los trabajadores creyeron en un primer momento que se trataba de un seísmo. Las estanterías y archivadores se bamboleaban hasta caerse, los enseres y material de oficina se estrellaban contra las paredes sin que mediara fuerza visible, las lámparas se estrellaban contra el suelo... Una situación que se repitió hasta que la oficina se convirtió en un auténtico campo de batalla y que, para arreglar, se convocó primero a la policía y, luego, a un cura.
El suceso tal como apareció, desapareció. Pero desde aquel momento, y como si aquellas oficinas arrastraran un estigma, ningún negocio ha durado mucho en el edificio. Quién sabe, tal vez la tienda Vans que había antes del negocio de garrapiñadas de ahora cerró por este motivo. De todos modos, seguiremos pendientes...
Otro edificio encantado de la ciudad lo encontramos en el paseo de Sancha, en la actual sede de la Subdelegación del Gobierno. Antes de convertirse en un edifico gubernamental, el inmueble acogió el Hospital 18 de Julio y, previamente, el Hotel Caleta Palace. De hecho, este establecimiento cerró de forma repentina a pesar de tener una buena clientela, debido a que en su interior habitaba un extraño ser que se paseó por sus pasillos durante años aterrorizando a huéspedes y, después, a pacientes: una enorme serpiente de proporciones extrañas. No sabemos si era el famoso basilisco salido de la Cámara de los Secretos...
El misterio de la cripta embrujada de los Gálvez
«Costearon este panteón, su altar, vasos, ornamentos y utensilios los señores D. Matías, D. José, D. Miguel, D. Antonio y D. Bernardo de Gálvez, para perpetuo y privativo reposo de sus huesos, los de sus mujeres, hijos, herederos y sucesores, que han de trasladarse limpios, y ponerse en los nichos respectivos; y dotaron un aniversario perpetuo en el día siguiente al de la conmemoración de los difuntos, y una misa rezada en todos los viernes, por la ánimas de los hijos de su familia».
Esto es lo que se puede leer en una placa del XVIII en la localidad de Macharaviaya, a la entrada del viejo mausoleo de la familia Gálvez. Sin embargo, aquel requerimiento apenas se respetó diez años. Nada de lo que aquella familia, indispensable para la monarquía de Carlos III y embajadores de España en América, África y Rusia, había preparado para garantizar su descanso eterno se cumplió.
Una promesa rota que, como todo requerimiento del Más Allá desoído, transmutó en una maldición. Durante décadas, incontables sucesos sin explicación y apariciones se han manifestado en este mausoleo y el resto del cementerio y la iglesia de San Jacinto.
Además, hay que sumar un tesoro oculto que, según cuenta la historia, forma parte de la fortuna de esta familia que falleció de improviso y que la leyenda afirma que aparecerá para auxiliar a los vecinos el día que la localidad sufra un desastre.
Psicofonías, espectros fantasmales y apariciones estremecedoras se suceden en este enclave mágico donde lo insólito se manifiesta. Un rincón mágico ubicado en el centro de la plaza principal del encantador (y encantado) pueblo macharatungo.
El espectro suizo y la Cueva del Tesoro
La búsqueda de un botín oculto ha sido, desde siempre, un gran motivo para una buena historia, ya sea de aventuras como de fantasmas, algo que la serie de ‘Scooby Doo’ dejó claro desde sus comienzos.
Como bien sabemos, Rincón de la Victoria y la Cala del Moral se unen mediante una serie de acantilados agujereados por una decena de cuevas entre las que destaca la Cueva del Higuerón o del Tesoro. Y, como su nombre indica, desde hace siglos se cree que hay un gran botín oculto en sus profundidades. Los orígenes de esta historia no están claros, pero ya en el siglo XVII hay documentos que afirman que el emperador de los almorávides, Tasufín Ibn Alí, ocultó este tesoro en la gruta.
Esta leyenda atrajo durante décadas a buscadores de riquezas y en 1847, un suizo llamado Antonio de la Nari pasó años buscándolo, sin resultado, aunque su empeño le llevó a abrir nuevas galerías a base de explosivos.
La cosa es que algo debió ir como no debía y un barrenazo mal dado le costó la vida. Lo misterioso del asunto es que, tras descubrir su cuerpo maltrecho, muchos vecinos de la zona aseguraron haberlo visto cuando ya llevaba tiempo muerto.
Desde entonces muchos hablan de que su espectro, ataviado con su inconfundible barba blanca, todavía continúa vagando por los interiores de la Cueva del Tesoro, buscando por siempre el tesoro que su alma ansiaba.
Los ojos sin rostro de la Casa Cervantes
En Vélez-Málaga hay una casa, la Casa Cervantes, que es más bien un portal a lo desconocido y donde son numerosos los testimonios que hablan de extraños sucesos, ruidos y visiones del espectro de un hombre sin rostro. Limpiadoras, guardas de seguridad y otros testigos han sido protagonistas de hechos inexplicables. Y es que algunos trabajos deberían tener un incentivo que cubra también las apariciones fantasmales.
Uno de los avistamientos más famosos se produjo en 1994, cuando una veintena de empleados del servicio de basuras de Vélez-Málaga declararan una huelga y se encerraron en esta antigua vivienda del XVI, convertida en edificio de oficinas.
En plena noche, uno de los trabajadores se separó del grupo para fumar un cigarrillo y, mientras observa el patio central, un ruido de arrastre lo sobresaltó. Todos sus compañeros se encontraban en la misma habitación, a su espalda, pero el ruido se repitió en el patio.
Y, en ese momento, de la nada, aparece una persona que se perfila en la oscuridad. El trabajador entornó los ojos y quedó paralizado al percatarse de que ese hombre no tenía rostro. Aquel suceso le dejaría huella para toda su vida.
Según lo investigado, este misterio tiene su origen en una leyenda de hace dos siglos según la cual en el pozo de la Casa Cervantes murió un hombre que se cayó en su interior cabeza abajo. Tras recuperar el cuerpo, su rostro fue tapado con un paño para ocultar su deformidad provocada por la asfixia.
Misterio en la cueva de los Santones
Ascendiendo a la Maroma existe una cueva conocida como de la Rábita que fue el centro de enseñanza de tres santones sufíes, los ‘Morabitos’, que se establecieron en Canillas de Aceituno.
La leyenda dice que los árabes habían domado sus mentes y sus cuerpos hasta alcanzar facultades extrasensoriales y espirituales. La cueva fue investigada por José Manuel Frías, y aunque en el momento de su visita no encontró nada significativo, la dejó bien documentada tomando numerosas fotografías.
Tras analizar las imágenes, Frías descubrió «diversas esferas luminosas que aparecían de manera aislada. Casi siempre aparecían en número de tres, ¡en el lugar donde oraban y donde quizá fueron enterrados los santones!».
Su investigación caló profundamente en los vecinos de la zona, de forma que, en julio de 2005, se llevó a cabo en Canillas de Aceituno una especie de reapertura de la cueva. Para tal evento, fueron invitados diversos grupos sufíes que acudieron acompañados por representantes públicos y por el antropólogo Eduardo Arboleda.
De modo que, después de 436 años, la cueva de los Santones volvió a ser lugar de peregrinación. «Tras siglos de intolerancia, en la comarca corren y se disfrutan buenos aires», comentó Arboleda. «Una emoción que me embargaba especialmente», afirma Frías, ya que, gracias a su investigación, en la cueva de la Rábita se volvieron a escuchar las oraciones y los cantos que los Morabitos enseñaron a sus seguidores.