El pasado 21 de noviembre la tetería El Harén, que llevaba 22 años abierta en la calle Andrés Pérez del centro de Málaga, anunciaba a través de un comunicado que la luz de sus velas se apagaban para siempre. En él, recordaban cómo generaciones de malagueños se conocieron y enamoraron en su interior. "Muchas de esas parejas, regresaban con sus hijos, que con el tiempo seguían viniendo", añadían.
Aida y Johny tuvieron su primera cita allí. Fue el 17 de noviembre de 2014. Ambos eran compañeros en el aeropuerto desde 2009. Son PMR, ayudan a las personas discapacitadas a trasladarse por el aeropuerto. "Solemos ayudar a personas mayores con problemas de movilidad, a personas que van con muletas o también a personas ciegas o con otra discapacidad. Las acompañamos por todo el recorrido que tienen que hacer dentro, incluso hasta la puerta de embarque", explica.
Cuando se conocieron, él tenía mujer y ella novio. Ente tantos trabajadores, ambos pasaban desapercibidos e incluso, en el poco rato que se trataban, creían que se caían mal. Al cabo de un tiempo, ella decide dejarlo con su pareja y él se divorcia. Comenzaron a hablar a raíz de una conversación sobre el camino de Santiago. Ella había ido a hacerlo con una amiga y él le expresó su deseo de hacerlo. Era la primera vez que hablaban de temas ajenos al trabajo.
"A mí empezó a gustarme, pero yo creo que al principio creía que era un poco borde. Mi percepción era que él pensaba lo mismo de mí. Le llamaba la atención, pero no del todo como para hacerle 'tilín'", recuerda Aida Carballo con una sonrisa.
Así, tras alguna que otra conversación, una compañera del aeropuerto dice en la sala de descanso: "Jhony, llevátela a tomar un cafelito, que seguro que vas a darte cuenta de que no te cae tan mal". Y así lo hicieron.
Su primera cita fue en la recientemente desaparecida tetería El Harén. Ella lo recogió en su casa, en Armengual de la Mota. No tenía coche. "Lo esperé en la puerta de El Corte Inglés. Fue un comienzo muy gracioso, porque se montó en otro coche pensando que era el mío. Me harté de pitarle. "¡Pero este hombre qué hace!", me repetía", cuentra entre risas Carballo.
Decidieron aparcar en El Ejido. Era "imposible" hacerlo en el centro. Johny le dijo que le iba a llevar un sitio muy bonito y mágico: la tetería El Harén. Ella ya había ido en otra ocasión, pero su acompañante fue una pareja muy tormentosa que tuvo en el pasado. "Tenía tantos malos recuerdos con él que decidí hacer cómo si fuera la primera vez que iba. Y no me arrepiento. Fue un día mágico e inolvidable", relata con emoción.
"Cuando llegamos vimos que un compañero estaba en la parte baja del local. No queríamos que nadie nos viera en un principio porque el aeropuerto es como un pequeño pueblo y se cotillea mucho", cuenta Aida. Pero, sin embargo, la magia de El Harén hizo que finalmente el compañero no se coscara de la presencia de la parejita. La tetería contaba con "una luz y un encanto ideal para que nadie te vea si tú no quieres".
Se pasaron la tarde haciendo planes de futuro, que en principio iban a ser como amigos. Uno de ellos, viajar a la capital para ver el musical de El Rey León. Lo que no sabía esta pareja es que más allá de aquel batido de vainilla y la infusión que tomaron aquella tarde, iba a haber una historia de amor repleta de momentos maravillosos.
Hitos cómo su boda, el 7 de octubre de 2017, coincidiendo con el 35 cumpleaños de Aida. Porque sí, se llevan nueve años. En la actualidad ella tiene 39 y él 48. Decidieron hacer su boda en otoño y no tuvieron un escenario fotográfico mejor para su postboda: el centro de Málaga con iluminación navideña.
Así, tras casarse, comenzó una época difícil en sus vidas. Deseaban ser padres con todas sus fuerzas, pero resultaba misión imposible. No se les pasaba por la cabeza la inseminación artificial, así que decidieron darse por vencidos. En septiembre de 2020, de repente, aparecieron esas dos ansiadas líneas. No cabía más felicidad en ellos.
"Decidimos ir al parto sin saber el sexo. Era tan inesperada pero a la vez tan deseada que lo único que nos importaba era que viniese bien. Me regalaban solo ropa de colores neutro y un favor que me hacían, porque odio lo típico de que se use el azul para el niño y el rosa para la niña. Cómo si no existieran más colores", comenta Carballo.
Al final fue niña. Como en el fondo quería su padre. Y se llama Emma, como la madre, amante de la serie Friends, quería. "Fue una cesárea muy dura. Se la llevaron, se la enseñaron al papi y a la media hora pedí que me dijeran qué había tenido, porque no pude verla. Me ha salido rubia de ojos azules, como la de la serie. Tiene cara de Emma", cuenta riendo.
En definitiva, Aida cree que sin aquella mágica cita nada de lo que después ocurrió hubiera sucedido. De todos los planes que hicieron les falta uno por cumplir, el más importante: el camino de Santiago. "Esperamos poder hacerlo pronto con nuestra niña".
Así, el cierre del local, al que por cierto, nunca más volvieron y no saben por qué, con el cariño que le tienen, ha sido resultado ser varapalo muy grande para ellos. Málaga se despide de un bonito local, de toda la vida, que guarda grandes historias, como la de los papás de la pequeña Emma.