Han pasado nueve días desde su desaparición. Nueve días desde que José Carlos le hiciera cerrar los ojos a su padre para sacar una mochila de montaña de su casa, en Parque Mediterráneo, haciéndole creer que estaba sacando los regalos de Navidad que no pudo darles por estar confinado. Nueve días desde aquel "Niño, ¿dónde vas con pantalón corto a la playa?" de su madre que, inocente, creía que volvería, como mucho, en un rato, para cenar. Sin embargo, nunca lo hizo.

Antonia Hidalgo está desesperada, pero positiva y con la intuición de que pronto encontrarán a su hijo pequeño, José Carlos, de 31 años. El pasado 10 de enero le dijo a sus padres que iba a salir a pasear por la playa, pero parece ser que el joven tenía pensada una ruta algo más larga, puesto que no ha vuelto. Con él llevaba una mochila de montaña donde le cabían cientos de cosas, según su madre.

La mañana de su desaparición José Carlos fue a Decathlon a comprar todo lo necesario para realizar el Camino de Santiago ya que le dijo a sus padres que el miércoles 12 tendrían que llevarlo al aeropuerto para volar a Galicia, donde quería desconectar. En total, según ha podido saber EL ESPAÑOL de Málaga, el joven gastó 1.200 euros en productos de senderismo y camping. Una tienda de campaña, un saco de dormir, ropa deportiva, un bastón de senderismo... 

Cuando el joven llegó a casa tras hacer la compra, se encerró en el cuarto y solo salió para comer. Al marcharse por la tarde noche, además de despedirse como habitualmente de sus padres cuando salía a caminar por la playa, les avisó de que no abrieran la puerta de su cuarto, algo que no entendieron del todo en un principio.

Por la noche, Antonia ve que el joven no se había llevado la llave de casa. Algo poco común en él, por lo que comienza a preocuparse. Sus hijos mayores, Rafa y Dani, siempre tienen su llave, porque "esta es su casa para siempre". De madrugada, Antonia, con intuición maternal, se levanta de la cama y se viste. Se va a Comisaría a poner una denuncia. Su hijo había desaparecido.

Este episodio ya le suena a la familia. Hace cinco años José Carlos sufrió un brote psicótico por el que se trasladó a Sevilla. Allí, el mismo día, con un teléfono que compró llamó a su hermano para que lo recogieran. El calvario duró algo menos.

Según relata Antonia, para José Carlos el mes de diciembre fue complicado. Fue cuando vio a su hijo más apagado y algo alterado. Veía que dormía poco y no se mostraba como habitualmente era.

Cree que estaba pasando por una "racha depresiva y con bastante ansiedad". De hecho, el 1 de diciembre cortó la relación con su pareja en aquel entonces, aunque llevaban poco tiempo. A los pocos días, además, decidió raparse la cabeza alegando que tenía poco pelo y que así iba a estar mejor. "Yo bromeé con él porque lo veía muy raro. Entre el rapado, las ojeras de no dormir y lo delgado que estaba, parecía que había salido de un campo de concentración", recuerda Hidalgo.

Así, la gota que colmó el vaso fue contagiarse de Covid el día 25 de diciembre. A los dos días la propia Antonia dio positivo. José Carlos se sentía muy culpable de contagiarla porque, en sus propias palabras, cree que se contagió por "las condiciones laborales que había en la empresa donde trabajaba". El 31 de diciembre firmó su carta de despido tras denunciar públicamente su situación laboral.

La desaparición ¿voluntaria?

Desde que pone la denuncia Antonia solo piensa opciones para conocer pistas de a dónde pudo haber ido su hijo. Llamó a los amigos que conocía de José Carlos sin resultado y comenzó a ponerse en contacto con los medios de comunicación para que se difundiera su foto. Quería que llegara a Galicia, por si cupiera la posibilidad de que se hubiese ido a hacer el camino. Llamaron a los albergues e incluso gracias a las redes llegaron a hablar con unos amigos que José Carlos tenía en Finisterre, pero nada. Ni rastro de él.

El jueves pasado llegaba una novedad que hace que la hipótesis de que se fuera por su propio pie tomara importancia. El joven pidió a sus padres antes de marcharse que no entraran a su habitación porque la había dejado desordenada. "Todo estaba lleno de papeles, cartones... Había mucha basura. No sé de dónde había sacado tanta", dice su madre. Por ello, su padre se dispuso a recoger el cuarto y, en plena limpieza, encontró un cuaderno con un mensaje para ellos.

Antonia sosteniendo la libreta con el mensaje de su hijo. Alba Rosado

"Me voy de viaje, os prometo que estaré bien. Es algo que necesitaba hacer, una experiencia que hay que hacer al menos una vez en la vida. No podía dejar escapar este tren, me voy con un viejo amigo al que también le gustan los viajes como a mí. Perdonad el desorden, se me ha ido un poco de las manos con la tarjeta de crédito, pero dudo mucho que la vuelva a necesitar. Os llevaré siempre en mi corazón, cuidaos mucho, familia", escribía el joven.

Los primeros días no entendieron nada de esa carta, pero con el tiempo, empiezan a atar cabos. Respecto al viaje, la familia cree que va con su mochila a la espalda y sin mirar atrás. Creen que va solo y que eso del "viejo amigo" "no es real". Así, con el desorden se refería a su cuarto. En él dejó muchas cosas de las que compró. Se dejó artículos como una tienda de campaña, pantalones térmicas, guantes o un camping-gas.

José Carlos hace unos años con pelo y barba, una imagen que puede coincidir con el aspecto que tenga en unos días. Toñi Hidalgo

Estos días, al encontrar el tique vieron que su hijo lleva en la mochila alguna de las cosas que compró. "Todo lo que compró no está aquí. Lo hemos revisado y, a ciencia cierta, sabemos que se ha llevado un saco de dormir y algunas prendas de ropa térmica, por lo que ya no creo que vaya con el pantalón corto que se fue al principio", dice su madre.

Sobre el aspecto, además, hace hincapié en que el pelo que se rapó es probable que crezca poco a poco y este deje de ser un rasgo físico llamativo. "Tiene los ojos muy azules y una cicatriz en la ceja de cuando se cayó de pequeño", repite.

En cuanto al dinero, el joven se disculpa porque se le había ido "un poco de las manos". El pasado lunes su padre le preguntó si había ido a cobrar a la ETT en la que trabajaba. Le dijo que no. Desde que se fue, descubrieron que mentía. Sí que fue. Con ese dinero compró en Decathlon e hizo algunos pedidos en Amazon que han llegado en los últimos días.

Entre los paquetes destaca un peluche de Simba, que entienden que era un regalo para su único sobrino. También, dándole vueltas al tema, Antonia recuerda que unos días antes de la desaparición su hijo fue a una tienda de segunda mano a vender algunas cosas. Le dieron algo más de trescientos euros. "Ahora mismo debe ir con muy poco dinero, eso es lo que más me asusta", explica Antonia.

Avistamientos

En los últimos días han sido varias las personas que se han puesto en contacto con la familia y la Policía tras ver la imagen de José Carlos en las redes sociales. El más fiable de los avistamientos fue en la barriada malagueña de El Palo el pasado jueves, donde aseguran que lo vieron en una parada de autobús preguntando por una calle. El joven llevaba una barra de pan y jamón y queso, que intuyen que compraría en el mercado.

A lo largo del fin de semana la familia y amigos batieron la zona. Peinaron los principales puntos de la barriada sin éxito. El Tintero, los Baños del Carmen, la playa del Peñón del Cuervo... A todos los que se encontraban le mostraban la foto del joven, pero nadie supo decirles nada. "Creemos que pudo pasar por allí buscando algún sitio donde asearse. Preguntamos en albergues y comedores sociales, pero en la mayoría de ellos debe estar registrado con antelación", cuenta la madre de José Carlos, desesperada, pero con actitud positiva.

Unos días más tarde avisaron a la familia por Facebook de que parecía haber comprado en otro supermercado de Vélez, concretamente en un Día. Sin embargo, esta vez los alertantes hacían hincapié en que iba con una mascarilla bastante grande y con la capucha de la sudadera, por lo que solo le vieron los ojos, de ahí su duda.

José Carlos con sus padres. E.E

"También estuvimos por Totalán. Pero nada, no hubo manera. Dicen que van con el bastón de senderismo y cojeando. Creo que tiene sentido, porque ha podido lastimarse el pie caminando tanto tiempo. Yo sigo positiva. Es la mejor forma de sobrellevar la situación, levantarnos del sofá y salir a buscar con esperanza. Igualmente estoy convencida de que estos días podremos alcanzarlo y podré curar al fin a mi hijo", cuenta a este periódico Hidalgo emocionada, mientras que sostiene unas cartas que le escribió a su hijo en sus dos últimos cumpleaños. 

Antonia sueña con tener a su hijo en casa y poder darle asistencia psiquiátrica para que "se ponga bien". Tienen todas sus esperanzas en Nerja, donde tienen conocidos. "Él es un enamorado de sus playas y es un sitio donde hemos ido mucho y quién sabe si no pasa por allí. Ojalá. Yo espero que pronto podáis dar la noticia de que ya está en casa, con su familia que tanto le quiere", zanja.

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