Para poner buenos motes hay que tener un don especial. Y muchas de las historias divertidas que se dan en Málaga tienen que ver con la facilidad que tienen los malagueños para sobrenombrar las cosas. Por poner algunos ejemplos, el anteriormente conocido como edificio negro es ahora el Michael Jackson desde que se blanqueara su fachada; la chimenea de los Guindos será hasta el Fin de los Tiempos, por mucha sacrílega restauración, la torre Mónica; y, sin ir más lejos, la Catedral de la ciudad es conocida como la Manquita por el motivo que todos conocemos.
En fin, que la imaginación y el salero del malagueño medio no conoce límites y es por ello que hoy les traemos una anécdota que nos ha referido nuestra compañera Alba Rosado, la periodista más al loro de la ciudad (¿se sigue diciendo "al loro"?), y que refleja como ninguna otra el espíritu irreverente malacitano.
Aunque el subtítulo deja bastante claro el asunto para el conocedor de la cinematografía franco-italiana de finales de los años 60, empecemos por el principio para explicar a las personas normales por qué se conoce al centro de especializadas San José Obrero de la avenida Juan XXIII como ambulatorio de Barbarela.
Un pibón intergaláctico
Todo comienza con un personaje de tebeo creado en 1962 por los franceses (¿cómo no?) Jean-Claude Forest y Claude Brulé: una heroína del espacio, la primera del género fantaerótico (que tantas alegrías nos daría a los adolescentes solitarios amantes de la ciencia-ficción), conocida con el nombre de Barbarella. Mitad ránger del cosmos, mitad estríper, Barbarella recorre el universo arreglando entuertos y levantando la moral de todo aquel que se cruza en sus andares que sulibeyan.
El personaje, inspirado en Brigitte Bardot, tuvo su apogeo durante toda la década siguiente y en tan sólo seis años protagonizó su propia película.
Paseando por el vacío de la Creación en un dos piezas
Se entiende que a Barbarella le da lo mismo que haga mucho frío en el espacio: el mejor uniforme galáctico es siempre un buen bikini. ¿Y qué mejor para llenarlo que una Jane Fonda que ya seguro estaba haciendo pilates a tope?
En 1966, siguiendo la estela de éxito del cómic francés, el productor y guarreras oficial Dino De Laurentiis compró los derechos de adaptación de la historieta y le encargó al realizador Roger Vadim que la dirigiera. Antes de escoger a Fonda, Vadim pidió a diferentes actrices que interpretaran el personaje principal, entre ellas Virna Lisi, Sophia Loren y la propia Brigitte Bardot, cuyo cuerpazo sirvió de inspiración para crear a la policía espacial. Sin embargo, fue Jane Fonda la que finalmente se llevó el gato al agua. El hecho de que por aquel entonces estuviera casada con Roger Vadim seguro que no tuvo nada que ver…
La película se estreno en 1968 tras el rodaje, claro, y sucedió algo que quizás pocos esperaban: Barbarella, una película de ciencia ficción franco-italiana, que narra la historia de una viajera que va por la galaxia ligera de ropa, representante del gobierno de la Tierra Unida y que es enviada a encontrar al malvado científico loco Durand-Durand, resultó ser un bombazo y convirtió a su protagonista en una auténtica estrella y en un mito erótico (no por nada en el filme Barbarella gripa una máquina de orgasmos ideada para matarla de placer…).
Una discoteca adelantada a su tiempo
Hoy día cuesta creer que Torremolinos fuera un lugar rompedor y vanguardista. Pero así lo fue durante la década de los 70 y más allá, cuando todavía pertenecía a Málaga y cuando era un polo de atracción de todo lo cool. En una época de aperturismo, Torremolinos se transformó en punta de lanza con numerosas discotecas donde dar rienda a una libertad largo tiempo reclamada.
Locales de fiesta como el que se abrió un 3 de junio de 1970: Barbarela. Perdida una ele por el camino, la apertura de esta gran sala homenajeaba la película de Fonda y se aprovechaba de su fama.
Su inauguración fue un acontecimiento en una Costa del Sol que se estaba despojando del franquismo a manotazos antes que en cualquier otra parte de España. El edificio, con un aforo para una friolera de 2.000 personas (aunque solían entrar muchas más), fue construido con motivos arquitectónicos propios de la época: psicodélicos y modernos. Y ya su apertura supuso un auténtico hito: se retransmitió en directo a través de Radio Juventud y se grabó por Radio Popular y Televisión Española.
Su vida útil duró, sin embargo, muy poco: algo más de dos años. Pero en este corto periodo de tiempo acogió a enormes figuras como los cantantes Tom Jones, James Brown y Arthur Conley, amén de los grandes conjuntos pop españoles de la época.
De la discoteca al ambulatorio
De la fiesta al hospitalillo es un clásico entre las historietas de muchos de nosotros. Pero en este caso es casi literal: a la vez que la sala Barbarela se convertía en el lugar de moda, el 3 de septiembre de 1971 se ponía en funcionamiento el ambulatorio San José Obrero, propiedad de la Seguridad Social, situado en la malagueña avenida Juan XXIII.
Y como lo moderno estaba, pues eso, de moda, se ve que el edificio era también hijo de su tiempo: de forma circular y con tres plantas, el centro sanitario recordaba al de la discoteca Barbarela por lo que los vecinos de Málaga comenzaron a llamarlo El Barbarela… ¡La magia surge en cualquier parte!
Una zona repleta de Barbarelas
Lo raro de este asunto, siendo sinceros, es que a los malagueños de la capital no les haya dado nunca por bautizar a sus niñas con el nombre de Barbarela. Pero lo que sí se han marcado a fuego con este bárbaro nombre son numerosos negocios que se pueden encontrar alrededor del centro de salud.
Cafeterías, licorerías, locutorios, una estación del Metro… y el que tal vez sea el negocio más famoso: Óptica Barbarela.
Así que ya lo saben: cada vez que vayan a graduarse la vista recuerden que los negocios Barbarela rinden homenaje a una agente que salvó nuestra galaxia con la sola ayuda de su fogosidad sin límites.