Marian es un joven rumano que llegó a Málaga hace diez años en busca de trabajo. Ahora vive en Huelin, una zona que, por su cercanía al mar, le apasiona. Es empapelador por cuenta propia, pero está empezando a darse a conocer en Málaga gracias a los cuadros que realiza. Los únicos materiales que usa proceden de la playa. "Se podría decir que hago arte con la naturaleza que encuentro en Málaga, sí", explica a EL ESPAÑOL de Málaga.
Antes de llegar a la capital, Marian se mudó en varias ocasiones por motivos laborales. Dejó su país en 2006 para recoger aceitunas en Córdoba. Unos años más tarde se marchó a Zaragoza para dedicarse al sector de la construcción y después bajó a Madrid para convertirse en conserje y dedicarse al socorrismo. "He hecho de todo, sí", reconoce al echar un vistazo a su pasado. En 2012 se quedó en paro y unos amigos le recomendaron Málaga. "Y de aquí no me pienso ir, amo la playa, tengo aquí a mi pareja y soy muy feliz en esta ciudad", dice.
Fue en Málaga donde comenzó a realizar sus cuadros, hechos con piedras, conchas caracolas y goma eva. En algunos añade dibujos con rotulador. En sus obras junta dos de sus grandes pasiones: el mar y el amor. Es todo un romántico y, hace diez años, vio una idea similar en Internet. No recuerda dónde. Así que decidió llevarla a la realidad, pero a su estilo. Surgió de una manera muy casual. Estaba en la playa, vio varias piedras que juntas podían tener sentido, se animó a probar y, voilà.
Sin embargo, no fue hasta hace un par de años cuando comenzara a hacerlos con más regularidad. Ya ha podido vender entre doscientos y trescientos. Tiene algunos modelos estándar, pero los más pedidos son los personalizados. "Una vez me pidieron un cuadro donde salían ocho personas. Acepté el reto, pero no tenía del todo claro que fueran a caber", confiesa el artista.
El modus operandi es sencillo. Marian aprovecha cada paseo a la playa para recoger piedras y conchas especialmente. Desde los Baños del Carmen hasta Huelin pasando también por la playa de la Desembocadura del Guadalhorce, el sitio ideal para recoger pequeños troncos y cañas. "Málaga es maravillosa", dice.
El proceso de selección de las piedras es quizá lo más complicado. Las escoge minuciosamente imaginándose qué parte de la composición van a formar. "Todo depende si me va a servir para el brazo, la cabeza...", matiza. En casa acumula decenas de bolsas con un montón de piedras que va recogiendo a lo largo del año. "Para mí es fácil, ya sé siempre las que necesito", remarca.
Se presta a hacer todo tipo de modelos. Hace cuadros donde refleja a familias y parejas principalmente, pero también realiza montajes con mascotas o incluso hace guiños a los que ya no están en forma de ángel. "Siempre me adapto a lo que el cliente me pide", dice.
Comenzó a vender sus cuadros a los pies de la Manquita, pero reconoce que la venta en la calle, además de ser dura resultó todo un fracaso. "Pasaban muchos guiris, me felicitaban por mis obras, pero no compraban nada de nada. Un chico me compró uno... y vendí, si acaso, un par más. Me tiré una semana allí y pensé que mejor me buscaba otra forma de venta, no fuera a caerme una multa encima", confiesa bromeando.
Si son asiduos a estar en grupos de Facebook de Málaga, probablemente, les suene. Son estos grupos su principal puente con los clientes. "Por estos grupos de barrios coloco mi publicidad y mucha gente me contacta para hacer regalos o encargos", dice. También en esta plataforma ofrece su servicio como empapelador, su otra profesión desde hace seis años. "Los cuadros son simplemente una manera de ganarme un dinerillo extra", reconoce.
Los vende a quince euros y si estás interesado en uno de sus cuadros puedes contactar con él por Facebook: Marian Blo.