El mapa cultural de cualquier país está sujeto a una serie de iconos reconocibles en todos los lugares del mundo. En el caso de Dinamarca, podríamos hablar de la Sirenita, los vikingos, las pastas para el té o alguna cerveza con denominación de origen. Pero quizá, no dentro de mucho, también habría que añadir un elemento extra: el vermú malagueño de Cortijo La Fuente.
Esta bodega de Mollina ha traspasado sus fronteras y ya conquista terrenos europeos: Dinamarca y Alemania, las primeras incorporaciones. Montse Navarro, copropietaria de la bodega junto a su hermano, explica a EL ESPAÑOL de Málaga cómo se originó este hito: “Gracias a la feria Sabor a Málaga conseguimos una serie de contactos que nos han llevado hasta allí”, relata.
En el horizonte, también miran a otros lugares del viejo continente; Austria e Italia pueden ser los próximos destinos, aunque todavía “está por cerrar”. Precisamente, el país mediterráneo es uno de los grandes iconos vermuteros del mundo, lo que supone un reto extra para esta familia de viticultores: “Lo ideal sería que nuestro vermú se consumiera en Málaga, pero nosotros no dejamos de llevar a gala nuestra tierra”, explica.
Aunque la primera vendimia de Cortijo La Fuente data de 2007, Montse y su hermano son la tercera generación que se dedica profesionalmente al sector: “Antes nos encargábamos de la producción de la uva y su traslado a otras cooperativas, pero decidimos poner en marcha nuestra marca para darle valor al cultivo de la viña”.
El viñedo, que se encuentra rodeando la bodega, ocupa 15 hectáreas, con predominio de la Pedro Ximénez y la Moscatel de grano menudo. Además, cuentan con dos tintas: Cabernet Sauvignon y Syrah. Esta plantación, con más de 40 años de antigüedad, les permite sacar adelante una producción anual de entre 70.000 y 100.000 litros: “Al ser jóvenes, vamos aumentando la zona de crianza. Tener viñedos con muchos años puede hacer que la cantidad sea menor, pero es algo que beneficia a la calidad”, detalla.
Un producto de moda
Aunque parezca paradójico, el vermú ha sido la última de las creaciones que Cortijo La Fuente ha puesto en marcha: “Lo sacamos poco antes de la pandemia, en 2019. Al final, es el mercado el que va demandando este tipo de productos”, explica. Para su elaboración, maceran el vino en más de 50 especies y botánicos, todos ellos de forma natural: “Llevábamos varios años haciendo pruebas hasta que decidimos hacer un vino que tuviera ese equilibrio entre el dulzor y el amargor. Es una forma de darle salida”, detalla.
Esta bebida, máxima referencia del aperitivo español, se ha ido extendiendo por todo el país: “Es cierto que de Despeñaperros para abajo, lo tradicional siempre es la cervecita. Sin embargo, cada vez está más de moda. Casi todas las bodegas tienen su propia línea de vermú”. El resultado: un aperitivo ideal para acompañar a unas gildas, boquerones en vinagre o unas anchoas.
Creado para ganar
Los orígenes de Cortijo La Fuente se encuentran intrínsecamente vinculados a un vino blanco afrutado que elaboraban a base de moscatel, aunque en las últimas producciones han incluido también Pedro Ximénez. Junto a este, cuentan con un afrutado seco ganador del premio al mejor blanco dentro de la marca Sabor a Málaga.
“Tenemos uno que es único: el Don Pepe, tipo fino aunque elaborado fuera de la zona de los finos. Tiene una crianza biológica y somos la única bodega malagueña que lo hace”, expone. Además de dos tintos, producen un Pedro Ximénez con una media de cuatro a cinco años en roble americano.
Pero el broche de oro lo ponen los dulces: el Gran solera, un trasañejo de moscatel con 20 años de envejecimiento. Procede de la cosecha de 2002, anterior a la propia fundación de la bodega: “Es un postre por sí solo”. El otro, Dulce delicia nº12, a base de uva pasificada (se necesitan cinco kilos de pasas para una botella): “Es la joya de la corona. Se lleva todos los premios a los que lo presentamos. Está creado para ganar”.