La Navidad es un periodo del año en el que a nadie le gusta estar solo. Los años pasan. Comienzan a sobrar sillas en la mesa. A uno se le hace un nudo en la garganta muy difícil de explicar. El Día de Reyes llega y, aunque no necesitamos nada, el simple hecho de tener un regalo debajo del árbol significa que alguien se ha acordado de nosotros en un día tan especial. Pese a que muchas veces deseemos algo en concreto, todos sabemos que nos igual que lo que haya dentro del envoltorio sea una manualidad, unos calcetines o un móvil de última generación. Lo que importa es que alguien le ha pedido un regalo a los Reyes para ti porque te quiere mucho.

Bajo esta reflexión nació la iniciativa llamada '¿Quieres ser mi Rey Mago?'. Surgió en Málaga, en el año 2014, de la mano de dos periodistas malagueñas, María Ángeles González y Amanda Salazar, quienes pensaron en un principio que crear este grupo podría ser ideal para hacer un poco más felices a niños en situación de vulnerabilidad haciendo realidad sus deseos que escribían en la carta a los Reyes Magos.

La idea planteada el primer año era empezar solamente con 20 niños de la asociación Arrabal-AID a través de sus contactos más cercanos, que ficharon como voluntarios. Sin embargo, el boca a boca provocó una ola de solidaridad que se tradujo en que estos pajes consiguieran dar regalitos a 170 niños de la asociación.

En vista del éxito tan grande que tuvo la iniciativa, volvieron a repetir los años siguientes. De hecho, se incorporó a la iniciativa como coordinador Francis Rovira, quien la lidera este año. A partir de 2015 comenzaron a colaborar con otras asociaciones como Inpavi, pero también con residencias de ancianos. La primera fue el Asilo Nuestra Señora de los Ángeles. 

La experiencia de llevar la ilusión a los más mayores fue "maravillosa", según la organización de la iniciativa, puesto que para ellos escribir una carta a los Reyes y que estos cumplan su deseo es volver a la infancia y sentirse protagonistas por un día. 

Antes de la pandemia, de hecho, la iniciativa hacía una fiesta de entrega de regalos con los propios Reyes Magos, actuaciones de coros navideños y una gran merienda. Un año unieron a niños atendidos por Arrabal y mayores, lo que supuso una acción conjunta de lo más enriquecedora. Sin embargo, fue precisamente desde el inicio de la pandemia cuando comenzaron a centrarse en los "abuelitos" malagueños, que suelen ser, desgraciadamente, los grandes olvidados y desprotegidos en estas fechas y a lo largo del año, de la mano de la Fundación Harena, quien trabaja para paliar los efectos de la soledad en las personas mayores.

Desde la fundación se coordinan con las residencias para saber qué deseo tiene cada anciano y posteriormente se lo trasladan a Rovira, quien se lo hace llegar a su vez a los voluntarios. Una cadena de solidaridad que año tras año funciona a la perfección con el resultado de las sonrisas de los abuelos.

¿Cómo se organizan?

Para que la magia llegue a los abuelos, los organizadores se coordinan a través del grupo de Facebook ¿Quieres ser mi Rey Mago? -donde ya son 950 miembros- y el correo electrónico sermireymago@gmail.com. 

Los interesados en ser pajes acceden al grupo o lo comunican por mail y los organizadores se ponen en contacto con ellos para asignarles una carta de un abuelo o una abuela que se encuentra en una residencia de Málaga capital. El año pasado, 130 abuelos de cuatro residencias (Virgen de Belén, La Gaditana, Carmen Mena y Pinares de San Antón) recibieron los regalos que le pidieron a los Reyes sus pajes -valorados entre 20 y 25 euros-. A estas cuatro de Málaga capital se suma este año la residencia Brisas del mar, en Los Álamos.

El regalo de EL ESPAÑOL de Málaga a nuestra abuela. Alba Rosado

Normalmente, los abuelos piden productos de higiene, jerséis y rebecas, pijamas, zapatillas de la casa... aunque en alguna ocasión alguna abuela ha pedido una muñeca o maquillaje para volver a su niñez. Otros se conforman en sus cartas con salud y unos simples bombones. "Una voluntaria recuerdo que le compró un cojín personalizado con su nombre a una abuelita que pidió uno. La gente se curra un montón los regalos llegando a tejer bufandas a mano o a preparar cestas preciosas con productos de higiene", cuenta Mari Ángeles.

En este sentido, Francis añade que "hay verdaderas obras de arte a la hora de envolver". Los voluntarios preparan paquetes y bolsas de regalo muy bonitas con la ilusión de que a su abuelo o abuela le encanten.

El voluntario

Laura y su familia, orgullosos de sus regalos para los abuelitos. Cedida por la familia

Laura y su familia son unos de los voluntarios de la iniciativa. El año pasado solo participaron ella y su pareja en casa, pero vivieron una experiencia tan bonita que este año han "enganchado" a toda la familia. "Hasta los niños han recibido una carta cada uno de un abuelito. También hemos enganchado a los padres de mi pareja, vamos que hemos ido todos juntos de compras, pero cada uno para un abuelito distinto", cuenta a este periódico.

Además, lo suyo tiene aún más mérito. El año pasado vivían en Málaga y llevaron a las residencias personalmente los regalos, pero esta vez como se han mudado a Valencia, han decidido seguir colaborando en la distancia mandándolos por correo. "Al final el resultado es el mismo", dice.

A Laura le hace tan feliz la experiencia que está tratando de plantear la idea en Valencia -manteniendo la colaboración con Málaga-. "Ojalá tenga mucha visibilidad el grupo, porque se apuntaría mucha más gente que no la conoce. Hay muchos abuelos que están sin familia, pero también hay muchas familias que por desgracia también están sin sus abuelos así que solo tenemos que juntarnos para pasar de verdad una feliz Navidad", relata con emoción.

De la misma forma, Estrella, otra voluntaria, se emociona hablando con este periódico. Ella ya no tiene a sus padres ni a su abuela y comprar un regalo a uno de los mayores de las residencias hace que los sienta un poco más cerca. "Emociona ir a por el detalle que te piden. Recuerdo que una de las primeras veces la señora me pidió un bolsito y un perfume. Es precioso seguir haciendo esos regalos que yo hacía en casa con esta iniciativa", explica. Hay residencias que permiten pedir una cita para entregar el regalo a quien corresponda, pero en el caso de Estrella, ella siempre prefiere estar en el anonimato y dejar que la magia de la Navidad fluya.

El regalo de Estrella, ya entregado. Cedida

Según Rovira, hay voluntarios de Málaga, de otras comunidades autónomas e incluso desde fuera de España, como desde Porto, en Portugal. Así, cabe destacar que hay colegios que colaboran también con la iniciativa mandando cartas y tarjetas navideñas realizadas por sus alumnos para cada uno de los mayores, uno de ellos es el CEI Caracola.

Este año cuentan con 150 voluntarios que harán felices a 150 abuelos. Todas las cartas de los abuelos de este año están asignadas ya, al igual que los regalos entregados -tenían de plazo hasta este viernes- pero desde la iniciativa invitan a todos los malagueños a unirse al grupo de Facebook para batir récords el año que viene -sueñan con llegar a 300 voluntarios- y seguir así llenando de ilusión a los abuelos de las residencias de la ciudad cada 6 de enero, cuando se encuentran un regalo con su nombre bajo el árbol.

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