El último informe del OMAU lanza una contundente pregunta: “¿Creen que todos responderán igual a la pregunta de si en Málaga se vive muy bien?”. "No es lo mismo, ni parecido, El Limonar que la Trinidad o que la Palmilla. Pero El Limonar es Málaga, La Trinidad es Málaga, La Merced es Málaga y La Palmilla también es Málaga”, contesta punto y seguido.

Tampoco responderán igual los malagueños si se les pregunta cuánto tardan en ver un árbol al salir de casa o cuántos parques o jardines tienen en su manzana. Aquellos que viven en algún barrio del centro, probablemente, dirán que muchos menos que los que viven, por ejemplo, en Campanillas o Bahía de Málaga.

Estos últimos son los que más zonas verdes y árboles tienen a su alrededor en la capital, en concreto, 53,42 metros cuadrados por habitante. También son los que más árboles tienen cerca, 62,92 por cada 100 personas.

En la otra cara de la moneda está en Prolongación, donde solo cuentan con 2,44 metros cuadrados de zonas verdes por habitante o en la Rosaleda, con 8,72 árboles para cada 100 personas que viven allí.

Estos datos, sin embargo, no son solo unos simples indicadores más que dan cuenta de que Málaga, efectivamente, se configura como un rompecabezas con piezas muy heterogéneas. Son números que hablan de la calidad del aire o de la cantidad de zonas de ocio de una ciudad y, sobre todo, del bienestar y la salud de sus habitantes.

Tanto es así que, según las estimaciones de un estudio publicado en la revista The Lancet Planetary Health, la falta de acceso a áreas verdes en un millar de ciudades de 31 países europeos está detrás de casi 43.000 muertes al año.

Según el índice que el Instituto de Salud Global de Barcelona ha elaborado con estos datos, en Málaga el 62% de población vive en zonas con menos espacios verdes de los recomendados y si se cumplieran estos parámetros se podrían evitar hasta 75 muertes al año.

Esta cifra mágica está, según la OMS, en un mínimo de entre 10 y 15 metros cuadrados de zona verde por habitante “distribuidos equitativamente en relación a la densidad de población”. Sin embargo, el Ayuntamiento de Málaga quiso ser más ambicioso aún y en el PGOU de 2011 estimó una superficie “teórica” de cerca de 25 metros cuadrados por habitante.

El OMAU, en base a estos parámetros, afirma que “el rango deseable sería acercarse lo más rápidamente posible a lo señalado por el planeamiento general, partiendo del mínimo señalado por la OMS”.

Según el análisis que recoge en la última Agenda Urbana tomando con año de referencia el año 2021, Málaga cumple con los indicadores de la OMS, pero está lejos de los niveles que se autoestableció. En la ciudad, hay 11,35 metros cuadrados de zonas verdes por habitante, aunque la situación es muy dispar según la zona.

Por debajo de 10 metros cuadrados están los habitantes de la zona Centro (8,42), de la Rosaleda (6,16), el Puerto de la Torre (6,34) y la citada Prolongación (2,44). De la misma forma, superan la barrera por la mínima en Litoral Oeste (10,07).

En Teatinos (13,61), Guadalhorce (11,87) y Churriana (12,52) se colocan también en la pinza establecida por la OMS mientras que en las Pedrizas (17,45), Campanillas (24,48) y Litoral Este (24,68) la superan con creces.

El único barrio de Málaga que supera la cifra establecida en 2011 en su PGOU es la Bahía de Málaga, con 53,42 metros cuadrados de zona verde por habitante.

Sin embargo, ni en estas grandes zonas la situación es homogénea. Por ejemplo, aunque el dato de Litoral Oeste en general es satisfactorio, si se amplía la lupa por barrios, el dibujo es muy desigual: de los cuatro analizados, solo uno alcanza los 10 metros cuadrados de zonas verdes por habitante.

En concreto, la Puerta Blanca–Finca El Pato cuenta con una superficie de 31,16 metros cuadrados, mientras que Huelin, La Paz–Parque Mediterráneo y La Luz–San Andrés se quedan en 3,36, 8,63 y 0,77 metros cuadrados respectivamente.

Mapa zonas verdes de Málaga. OMAU

Por ello, según el OMAU, la existencia de áreas verdes en sí misma “no es suficiente”. “Su localización también es importante”, ya que, asegura, sus beneficios “son menos relevantes en el caso de que la mayor parte de ellas se encuentren localizadas en las afueras o en la parte periurbana”.

“La proximidad de la población a los espacios verdes influye de forma clara en que los ciudadanos puedan disfrutar. Es deseable, por tanto, que los espacios naturales se encuentren integrados en el área urbana consolidada de las ciudades, cercanos al ciudadano”, añade en su informe.

A este respecto, según su análisis, el 82,71% de la población tiene zonas verdes de entre 1.000 y 5.000 metros cuadrados (300 metros de distancia), el 68% de entre 5.000 y 10.000 (500 metros de distancia) y el 92.43%, de más de 10.000 metros cuadrados (900 metros de distancia).

ÁRBOLES

Otro indicador relevante al respecto es la presencia de árboles en las ciudades. Contar con un número suficiente de estos “es una cuestión de vital importancia”, afirma el OMAU.

Según la ONU, las ciudades necesitan árboles al menos por cinco razones: que su cubierta actúa como control natural del clima, aliviando el efecto de isla de calor y disminuyendo el consumo de energía; que son aspiradoras de dióxido de carbono que aportan equilibrio al sistema ecológico; que protegen a los residentes de enfermedades relacionadas con la contaminación, muerte prematura y mejora la calidad general de la salud; que construyen comunidades locales, promoviendo la calidad de vida, la igualdad social y la inclusión en las ciudades y que promueven la biodiversidad urbana, protegiendo a todos los que viven alrededor y en ellos y mejorando la biodiversidad urbana.

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