No encuentra una estantería adecuada ni lo suficientemente grande para poder colocar en el salón una fotografía de cada uno de sus nietos virtuales, además de los que ya de por sí tiene de sangre. “¿Casi 20.000 nietos tengo ya en el móvil? ¿Eso cuánta gente es?”, pregunta Mariani, a quien ya muchos conocen como la abuela tiktoker de El Palo (Málaga). “20.000 personas son casi dos tercios de la gente que cabe en La Rosaleda, mamá, en el campo del Málaga”, le responde entre risas su hijo, Fernando, consciente de que esta creadora de vídeos de humor malagueña no se imagina cuánta gente cabe tras una pantalla. “Yo sé que me paran por El Palo. El otro día me pitaron desde un coche. Me lo dijo mi amiga Victoria, que iba conmigo. Al parecer, me habían gritado que yo era la del TikTok… Yo me quedé alucinando”, declara con una sonrisa tímida.
Fernando y Mariani reciben a EL ESPAÑOL de Málaga en su casa, que tiene unas vistas privilegiadas a Pedregalejo y, por tanto, al mar Mediterráneo. “Yo no cambio mi casa por nada en el mundo. Me da la vida”, expresa Mariani, que se mueve por el jardín apoyada en su coqueto bastón, de estampado floral, aunque tiene unos cuantos dispuestos por toda la casa, pues nunca se sabe cuándo pueden ser de utilidad. En unos días cumple 82 años y aunque reconoce tener “días mejores y días peores”, con la compañía de su familia se siente invencible.
Tan invencible, que se ha atrevido a dar el paso de enfrentarse a la red de moda entre los adolescentes: TikTok. Fernando sabe de primera mano el buen humor que su madre tiene y, durante la pandemia, decidió grabarle algunos vídeos divertidos mientras la "chinchaba", pero no fue hasta diciembre de 2022 hasta que abrió su cuenta (@fer_mlg) al público. “En apenas seis meses hemos crecido muchísimo”, asevera el hijo de la abuela Mariani, mientras muestra orgulloso cómo su madre posee vídeos con casi un millón de visitas.
En la mayoría, Mariani hace gala de su gran sentido del humor riéndose de sí misma. "A veces le pongo filtros donde ella se ve horrorosa, pero la mayoría de los vídeos son situaciones espontáneas que decido grabar porque sé que ella puede salir por cualquier parte", declara Fernando, que recuerda cómo un vídeo donde su madre critica con gracia el tamaño de los prospectos de los medicamentos llegó al grupo de WhatsApp del Centro de Salud donde trabaja una de las sobrinas de Mariani. "Le mandamos un vídeo saludando a todas las enfermeras", indica Mariani.
"A mí me gusta salir guapa, que así la gente me reconoce", espeta la anciana. "Si le pongo cara de mono o la monto en una gallina la cosa cambia... aunque la gallina, al final le gustó", prosigue su hijo entre risas mientras que ella asiente con la cabeza.
Sus vídeos de TikTok refuerzan la bonita unión entre ambos. Si suelen compartir mucho tiempo juntos, esta red social es la excusa perfecta para pasar aún más ratos de diversión en familia. "Yo veo mucho a Juan y Medio y me siento afortunada porque yo no estoy sola. A mi edad hay muchas personas que necesitan compañía, pero a mí no me falta. No me da tiempo a aburrirme. Eso sí, deja claro en ese artículo que vayas a escribir que yo no quiero novios. Yo no veo Juan y Medio para enamorarme de nadie, sino por escuchar las historias de estas personas. Yo le dije a mi marido que sería el primero y el último", explica con semblante serio.
Fernando recibe casi a diario comentarios de personas que han perdido a sus madres y que le piden que cuide mucho a Mariani, "que como una madre no hay nada". También le escriben personas que padecen depresión agradeciéndoles sus vídeos, que le ayudan a salir momentáneamente de lo que están pasando. "Yo cuando mi hijo me lo cuenta, alucino. Siempre digo que si por un vídeo que hago yo hago feliz a alguien, haría vídeo todos los días", cuenta Mariani.
Pese a que todos se empeñan en catalogarla como "la abuela moderna", ella reconoce que es "muy normal". "Yo he crecido desde muy jovencita criando hijos. Me casé con apenas 19 años y empecé a tener hijos uno detrás de otro. No pude tener una juventud de salir y entrar siempre que quisiera, eso es cierto", reconoce Mariani, que no se arrepiente de nada de lo vivido.
"Yo he sido muy feliz. Por eso no tengo miedo a la muerte. Yo quiero aprovechar lo que me quede, sea mucho o sea poco. Siempre rodeada de los míos", confiesa. Tiene cinco hijos, Fernando, el que la metió en su aventura tiktoker, es el más pequeño. "Lo quiero más que todas las cosas...", se le escapa a Mariani mientras que mira con orgullo a su hijo. "Pero la realidad es que todos son bellísimos. Tengo a Miguel, a José Manuel, a Francisco... y a mi Yolanda. Mi marido no quiso parar hasta que llegó la niña. Había que intentarlo hasta conseguirlo", dice entre risas.
Sabe que son niños los que llenan TikTok y los que, en gran parte, ven sus vídeos. Su propia nieta es también tiktoker. "Cuando yo era una niña era todo diferente. Yo en el colegio... Solo recuerdo una anécdota. Estaba haciéndome un lazo para el pelo con el envoltorio de un mantecado en clase. Era rojo y azul. Me lo coloqué en la cabeza y me regañaron yendo por todas las clases con el lazo puesto, porque no supe decirle a la profesora qué era el viento. Me metieron en una habitación encerrada y se olvidaron de mí... Hasta que mi madre habló con las monjas al ver que yo no volvía. Me puso a estudiar la lección toda la noche... Y no voy a olvidarme nunca de qué es el viento: el aire en movimiento... el viento es fuerte y veloz y recibe el nombre de huracán o ciclón", recuerda Mariani canturreando.
"Es muy fuerte que me acuerde de eso y se me vayan otras cosas", lamenta. "Lo que no te pierdes son los aviones que entran y salen de Málaga cada mañana", dice su hijo. Mariani se sienta en la mesa para desayunar a diario mientras que no quita ojo de sus fantásticas vistas ni a ninguno de los aviones que pasan. "Por cada uno, pone un palito en la libreta donde también apunta cómo tiene la tensión. Es su entretenimiento", cuenta con una sonrisa su hijo.
"¿Y no ve TikTok?", pregunto con curiosidad para conocer el consumo de redes sociales de Mariani. "Yo sí, claro que lo veo. Lo entiendo poco, pero me encanta ver a los monillos, son una monería", responde de inmediato. Su hijo estalla en un ataque de risa. "Le encantan los vídeos de animalitos y es una cosa que ve mucho, pero también se parte viendo sus propios vídeos de vez en cuando", declara Fernando, a quien su madre responde que el día que se muera "van a tener un recuerdo divertidísimo de ella". "Yo le digo que no me diga esas cosas, pero ella dice que sus vídeos van a ser igual para nosotros que para ella las fotos de los que ya no están que tiene colocadas en el salón", zanja.