La selacofobia es el miedo irracional y exagerado a los tiburones y que lleva a cientos de personas a no bañarse en el mar por miedo a encontrarse con uno de ellos. Charlie Sarria (Málaga, 1996), biólogo marino, asegura que Hollywood no ha ayudado demasiado en este sentido, pues los escualos siempre aparecen en las películas como si fueran "un demonio". "Da igual que te metas en La Malagueta o en California, que ese pensamiento intrusivo de que un tiburón nos va a devorar no se marcha, cuando en realidad no es así", apunta, alegando que, además, el propio físico de estos animales tampoco genera demasiada seguridad a la población, con su morro grande y dientes afilados.

Pese a ello, a Charlie siempre le han llamado la atención estos animales y, en estos momentos, forma parte del grupo de científicos que estudian a nivel internacional cómo actúan los tiburones. Especialmente en nuestras costas, y más concretamente en Tenerife, donde se ha centrado su último proyecto, Condrik Tenerife. Con tan solo 24 años, Charlie desarrolló, junto a otros dos compañeros de máster, "frikis" de los tiburones, Jordi Abad y Antonio Sabuco, un programa de conservación del tiburón en las islas Canarias con el objetivo de recabar información para desarrollar una base de datos sobre esta especie en declive de la que apenas se han llevado a cabo estudios en las Islas Canarias. El objetivo es poder llevar a cabo medidas de conservación en un futuro sobre los tiburones pelágicos en el archipiélago canario. 

En España, hay mucho desconocimiento sobre el tiburón. Charlie insiste en un detalle que le parece importante resaltar: "España está en el top 3 de los países que exportan más carne y aletas de tiburón. Y la gente no tiene ni idea. En Málaga, por ejemplo, cuando hablo con conocidos y les digo que cuando comen cazón en adobo o caldillo de pintarroja están comiendo tiburón se quedan sorprendidos. La mayoría no lo sabe". Así, añade que siempre trata de evitar que su entorno coma esos tiburones "por su salud, porque concentran altos niveles de mercurio, por la salud de la especie y por la destrucción del ecosistema que genera la pesca con la que se hace la captura de esos animales".

Tras ser cuestionado por cómo es la presencia de tiburones en la Costa del Sol, Charlie apunta que las flotas pesqueras del Mediterráneo han acabado con gran parte de la biomasa del Mar de Alborán. "En comparación con lo que había antes, ahora quedan muchos menos seres vivos de esas especies. Ahora contamos con una tecnología pesquera muy avanzada que podría eliminar casi toda la biomasa. Eso, sumado a la pesca con artes no selectivos, provoca que todo caiga en redes o cercos, lo que ha provocado que ver tiburones en el Mediterráneo sea ya una odisea. El tiburón azul o la tintorera están en extinción aquí", expone.

Como malagueño y fiel defensor de los animales marinos, lamenta, por ejemplo, el cierre del Aula del Mar de Málaga. "Era un sitio que podría haber sido una cuna del desarrollo de la investigación en nuestras costas. El sitio idóneo para que la gente joven se apasionase por investigar en un sitio tan único como el palmeral, al lado del Muelle 1, que podría haber tenido un barco para salir al mar, pero quedó en un lugar de divulgación para colegios a través de talleres que, a mi parecer, no tenía ese ímpetu de investigación ni tampoco contaban dinero para hacerlo", subraya. 

Charlie Sarria, el vigilante español de los tiburones en peligro.

Así, señala que está de acuerdo con Enric Sala, uno de los biólogos marinos más famosos de España, quien dijo que la figura del biólogo se ha estado basando solo en los últimos tiempos en leer la esquela mortuoria de los océanos. "Solamente se dice que cada vez está todo peor, pero lo que se debe impulsar es el cambio de la conservación desde debajo de los pilares, desde las columnas política, económica y social. Tenemos que concienciar e influenciar sobre que el medioambiente es vital e importantísimo para todos. Muchas veces, en Málaga por ejemplo, se dice de boquilla, pero no nos movemos por cambiar la situación", explica.

Es honesto para reconocer que está trabajando en Tenerife, pero que su sueño está en volver a casa para trabajar, aunque sea compaginando su labor en Condrik con otras labores en su tierra. "Investigar mi mar de Alborán, desde casa, en el Rincón de la Victoria, en mis calas tranquilas, con mi gente... Cuando muchas veces voy a sitios cercanos como La Herradura o Cerro Gordo y veo todavía vida digo... "Yo también quiero". Ojalá pronto", manifiesta entre risas.

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