Cuando circulas con el coche hay dos tipos de vehículos que te pueden poner nervioso inconscientemente: uno es la Guardia Civil y otro es un Ferrari. La Guardia Civil porque, aunque no estés cometiendo ninguna infracción vial siempre te queda la duda; y el Ferrari porque es casi imposible no girar la cabeza al paso de un coche de ese calibre. Eso ocurre constantemente en la A-7 al paso de automóviles con el flamante Cavallino Rampante entre Estepona y Málaga, y de eso mucha culpa tiene C. de Salamanca.
De la fábrica de Ferrari en Maranello (Módena, Italia) hasta Marbella hay una distancia de unos 2.100 kilómetros por carretera. Pero ese trayecto lo acorta desde hace muchos años el concesionario C. de Salamanca situado en la avenida Norberto Goizueta de San Pedro de Alcántara (Marbella).
Tienen el honor de ser la casa oficial de Ferrari en la Costa del Sol, y eso quiere decir mucho de una trayectoria que comenzó en 1907 cuando se fundó el concesionario que tiene sedes en Madrid y Marbella, y que ahora celebra el 115 aniversario.
Son unos de los concesionarios más antiguos de España con el honor de haber sido la primera empresa que consiguió un acuerdo de importación internacional con la mítica Rolls-Royce. Todo esto tiene una peculiar historia, surgió por una amistad. En concreto la de Don Carlos de Salamanca, fundador de C. de Salamanca, y de Henry Royce. Un señor inglés que junto a Charles Rolls creó la marca Rolls Royce.
Ese vínculo entre C. de Salamanca y Rolls Royce se forjó en las carreteras españolas por la pasión automovilística de sus fundadores. A Carlos de Salamanca le apasionaba la competición y en 1913 llegó a un acuerdo con Henry Royce para participar en el primer Gran Premio de España con un Silver Ghost, fue el primer GP que este país disfrutó y que organizó el Real Automóvil Club de España (RACE).
La prueba muy similar a un rally y se disputó por un circuito en la Sierra de Guadarrama del que salió vencedor Carlos Salamanca empleando en recorrerlo un tiempo de 3h 34mins 11segundos. Tercero quedó Eric Platford, era el piloto oficial Rolls Royce de esa época. En el centenario de esa victoria Rolls Royce quiso homenajear a Carlos de Salamanca nombrando como “Salamanca Blue” a un color para decorar su Rolls Royce Wright.
Gracias a la confianza que Royce dio a Carlos Salamanca la empresa fue desde principios del Siglo XX distribuidora de Rolls Royce – Bentley en España. En los años 60 gracias a la adquisición del Grupo Toda de los concesionarios C. de Salamanca vinieron de la mano de Javier todas estas marcas: Jaguar, Land Rover, Triumph-Morris, Austin-Rover, Aston Martin, Pegaso, Honda, PSA, Opel, Maserati y por último la joya de la corona: Ferrari.
CAVALINO RAMPANTE
Cuando llegas al concesionario C. Salamanca de Marbella notas que estás en un lugar especial. Primero porque en la sala de exposición ves vehículos que te puedes encontrar en el Asseto Corsa, y no sólo por Ferrari.
La gama que tienen de Bentleys, Jaguar, Range Rover o Maserati es la máxima que venden estas marcas. Pero Ferrari es otra cosa, como su clientela.Mientras paseaba por la sala de exposición de Ferrari entraron 3 chaveas extranjeros y muy interesados en los coches que veían. No eran simples cotillas que quieren echar a estos coches tan llamativos.
Estos chicos no tendrían más de 19 años, pero querían preguntar a los responsables de ventas por varios vehículos. Para comprar estaban disponibles por ejemplo los Ferraris F8 Tributo y un F8 Spider, cada uno de ellos tienen un valor por encima de 350.000€.
Para hacer ver que iban en serio en el interés de comprar un Ferrari mostraron imágenes de ellos mismos conduciendo coches de alta gama en su país de origen, y se despidieron anunciando que volverían allí en un par de semanas. Según dijeron, su padre le compraría un Ferrari a uno de ellos por su cumpleaños cuando llegase a Málaga.
En una empresa que factura más de 80 millones de euros vendiendo estos coches de alta gama están acostumbrados a tardes como esta, aunque esa no es la clientela habitual de un Ferrari. Es más un perfil de un empresario de unos 50 años que quiere darse a sí mismo el capricho de su vida. Y que aparte te ofrece un nuevo status social, ya que si adquieres un Ferrari en un concesionario oficial formas de facto parte de la familia Ferrari.
¿Qué puede implicar eso? Pues que te lleguen al año unos 20 mails enviados por Alejandro Terroba, responsable de marketing y de comunicación de C. de Salamanca, invitándote a eventos por lugares de ensueño.
Lo cierto es que para adquirir un Ferrari hay una demanda que la oferta no puede asumir, ya que la marca está produciendo entre 10.000 y 14.000 vehículos al año. Esa fiebre de compra tiene muchos ejemplos como los SUV Purasangue de 725 CV que Ferrari presentó el año pasado y que puso a disposición de C. de Salamanca, todos se vendieron en 48 horas.
Por ello hay tanto mercado de segunda de mano en Ferrari, aunque si vendes ese vehículo por un mercado externo al circuito de concesionarios Ferrari la marca toma nota de lo que haces. No te permitir tener un nuevo coche por los canales oficiales porque eso no es lo que busca la marca, si es algo exclusivo lo es hasta el final.
Otros de los beneficios de un concesionario oficial de Ferrari es poder utilizar el programa Tailor Made de personalización de vehículos Ferrari a medida y que te concede sello de autenticidad. Ferrari te invita directamente a visitar la fábrica de Maranello y decidir qué quieres modificar en tu coche, eso puede hacer que tu vehículo ascienda a los 2 millones de euros.
El ticket medio de estas ventas en Marbella ronda los 350.000€. Y como cualquier otra marca intenta fidelizar con un trato preferencial a sus clientes. Su idea de venta es iniciarte en su mundo vendiéndote el coche que ellos entienden que se adapta mejor a tus necesidades hasta llegar a la gama máxima de la marca, y eso son muchos años para ganarte su confianza porque gente esperando a comprar un Ferrari siempre hay.
Entre tanta visita por el concesionario, llegó un Ferrari 488 Spider de color negro con franjas amarillas. Su dueño es cliente habitual y todos le conocen. Vino simplemente a saludar con una sonrisa contagiosa. El dinero no trae la felicidad, pero Ferrari posiblemente sí.