Faltaba todavía casi una hora para que comenzara el funeral en el que su familia y su ciudad le daría el último adiós a María Teresa Campos, pero el runrún en el barrio malagueño de La Trinidad ya era incipiente. "Esto parece la feria", apuntaba un vecino mientras barría su portal.
Las puertas de la parroquia de San Pablo, de donde cada Lunes Santo sale la imagen del Cautivo por la que tanta devoción profirió la comunicadora, comenzaron a llenarse pasado el mediodía. "Llevamos aquí desde las 17.00, aguantando el calor, pero queremos despedirnos de ella. Yo no vengo por el revuelo, vengo a la misa", contaba agitada María.
A las 19.00, hora a la que estaba fijada la misa, el templo era un hervidero de gente y periodistas. "Solo falta hacer el salto almonteño, como si fuera la virgen del Rocío", ironizaban un joven de la barriada que se había acercado a la plazoleta para curiosear. Su pronóstico, al final, no estuvo muy alejado de lo que sucedió minutos más tarde.
A pesar de que en un primer momento la entrada iba a estar limitada a sus familiares y amigos, finalmente se abrieron las puertas de la parroquia, dando paso a decenas de personas y enojando a otras muchas ante la insistencia de los encargados de seguridad que avisaban en la puerta de que no había más sitio.
Fue entonces, entre el tumulto, cuando aparecieron las hijas de la periodista. Terelu Campos y Carmen Borrego y, unos metros más atrás, su nieta Alejandra. Todas de riguroso negro, entre los aplausos de quienes todavía llenaban la entrada al templo y bajo una lluvia de periodistas que intentaron sacarles algunas palabras sin mucho éxito.
Dentro la parroquia, un retrato de María Teresa Campos, el que estaba colgado en los pasillos de Telecinco, captaba todas las miradas. Junto a él, las banderas de Andalucía y Málaga y muchas flores amarillas. El encargado de dirigir la ceremonia fue José Sánchez Herrera, exvicario general de la diócesis de Málaga y una persona que conocía desde hace mucho a la locutora y que acompañó en sus últimos momentos a otros de sus familiares.
Además de su voz, durante el funeral se escucharon las voces de Diana Navarro, que cantó el Padre Nuestro, y de Juan Peña, que interpretó 'Gracias', una letra que "habla de la vida", dijo a las puertas del templo, donde recordó el apoyo que Campos le había dado "siempre". "Tengo que estar aquí por ella y por sus hijas", aseguró emocionado.
Las primeras filas de la parroquia estuvieron llenas de caras conocidas. A la derecha, los familiares y amigos de la comunicadora y a la izquierda, una representación institucional liderada por el presidente andaluz, Juanma Moreno, y el alcalde de la capital, Francisco de la Torre.
El dirigente andaluz definió a María Teresa Campos como "una mujer innovadora y valiente que luchó con decisión, con coraje y determinación por la igualdad de mujeres y hombres en unos momentos y décadas muy complicadas para la mujer".
Quizá eso tuviera mucho que ver para que consiguiera, como reseñó Moreno, "concitar el apoyo de todos los sectores poblacionales, gente joven y gente mayor, y personas e instituciones de orientación ideológica distinta".
María Teresa Campos fue, además, una "malagueña orgullosa de su tierra", recordó por su parte De la Torre. Aunque nació en Tetuán, la comunicadora creció y comenzó su trayectoria profesional en Málaga, un lugar con el que mantuvo toda su vida un vínculo tan irrompible que ni la muerte ahora lo romperá.
Sus cenizas descansan desde hace unas horas junto a su madre y un hermano en el columbario de la Hermandad de la Paloma, una de las más cofradías más conocidas de la Semana Santa de la ciudad. Era su última voluntad.