Málaga está tomada por los extranjeros. Tanto por los residentes como por los turistas. Y eso que hay miles de ellos que viven habitualmente en la provincia pero que no constan porque no están empadronados. Los datos son claros. A fecha 1 de octubre, había censados en Málaga un total de 320.766 extranjeros, lo que representa el 18% del total, según el Instituto Nacional de Estadística. En 2003 había empadronados en la provincia 115.307 extranjeros, por lo que su presencia se ha multiplicado por tres en apenas dos décadas.
La evolución ha sido constante a lo largo de estos últimos 20 años. En 2003 se superó la barrera de los 100.000; en 2007 la de los 200.000; y en 2022 la de los 300.000. La población general también ha aumentado mucho en este periodo, aunque lógicamente no en la misma proporción. Málaga ha pasado de 1,3 millones de habitantes en 2003 a 1,7 millones este año.
En todos los pueblos de Málaga hay ahora más extranjeros viviendo que hace dos décadas. Pero hay incrementos porcentuales realmente llamativos. Arenas, en plena Axarquía, ha aumentado su población foránea un 930% desde 2003, pasando de 23 empadronados a 237 en 2022 -último dato publicado por el INE a escala municipal-. En la otra punta de la provincia, en Benadalid, en pleno Valle del Genal, los extranjeros censados han pasado de ser 4 a 36, un 800% más. En Tolox, tres cuartos de lo mismo, de 40 a 353, un 782% más; mientras que en Teba hay seis veces más extranjeros ahora que al inicio del siglo.
Se puede decir que los porcentajes de aumento son desmesurados en localidades pequeñas porque su población general es baja. Es cierto. Pero vámonos a Málaga capital. Se ha pasado de 18.379 extranjeros a 52.354, un 185% más. En Marbella, uno de los iconos de los foráneos, se ha duplicado el volumen hasta superar las 40.000 personas.
Otro aspecto importante a analizar es el porcentaje de extranjeros en cada municipio, cuál es su peso y cómo se ha ido disparando con el paso de los años. El ejemplo más claro es el de Benahavís, donde sus chalés de lujo y su proximidad a Marbella han hecho las delicias de los extranjeros, sobre todo de los adinerados. En estos momentos el 61,6% de los residentes de este pueblo son extranjeros -hace 20 años ya era el 47% que tampoco estaba mal-.
Hay otras localidades en las que el vecino extranjero ya representa más del 40% de la población total del municipio, como son los casos de Alcaucín (42%), Cómpeta (47%), Sayalonga (45%) y Viñuela (42%). Entre los grandes municipios, el peso es también cada vez mayor. En Málaga capital ha pasado del 3% en 2003 al 9% en 2022; en Marbella del 18 al 27%; en Fuengirola del 24 al 37%; o en Estepona del 15 al 25%.
No obstante, también hay descensos en algunos municipios como ha sido el caso de Mijas (ha caído del 38 al 32%) o Torremolinos (del 24 al 19%), mientras que en Benalmádena se ha quedado estable en un 25% aunque, en volumen, hay ahora casi el doble de foráneos que hace 20 años. Eso se debe a que la población española también ha crecido a un ritmo alto.
Todas las previsiones apuntan a que Málaga tendrá cada vez más población y la extranjera seguirá creciendo, máxime ahora que se ha convertido en un polo de atracción de empresas multinacionales. Entre jubilados -en su mayoría británicos, alemanes y nórdicos- y trabajadores, la provincia es día a día más internacional. El reto, sobre todo para los foráneos, es conseguir que se integren en la sociedad local y aprendan el español para crear más sinergias entre los autóctonos y los que vienen de fuera atraídos por el paraíso de la Costa del Sol.