Almargen, un tranquilo pueblo malagueño enclavado entre la Sierra de Cañete y Sierra Zorrito, despliega su belleza en una llanura donde la agricultura se erige como su sustento principal. Rodeado de olivares, campos de cereal y girasoles, este rincón andaluz se convierte en un testigo vivo de la fusión entre la Serranía de Ronda y las campiñas sevillana y gaditana. Sin embargo, más allá de su pintoresco paisaje, Almargen guarda en su seno un tesoro natural que ha cautivado a sus habitantes a lo largo de los siglos: el nacimiento de un afluente con aguas medicinales.
Entre los varios manantiales que adornan la región, destaca uno en particular, el que da vida al río Salado. Este espacio, ubicado en una especie de cañón creado por la acción del agua, es una charca de unos tres metros de diámetro y un metro de profundidad. Rodeada por árboles que han repoblado la zona en las últimas décadas, esta maravilla natural ha sido apreciada desde tiempos inmemoriales. Durante la época romana, las aguas de este manantial fueron aprovechadas con fines sanitarios, como lo demuestran los vestigios de antiguas termas encontrados en la zona.
El agua que fluye. Con propiedades medicinales gracias a su elevado nivel de yodo, estas aguas han sido recomendadas a lo largo de la historia para enfermedades relacionadas con el aparato digestivo y problemas degenerativos del sistema óseo. Un verdadero regalo de la naturaleza que ha perdurado desde la dominación romana hasta nuestros días.
Almargen se erige como un pueblo entre dos aguas, justo en la línea que separa las cuencas hidrográficas del Atlántico y el Mediterráneo. Más allá de su fuente medicinal, la localidad se enorgullece de su paisaje diverso que abraza la Serranía de Ronda y la llanura agrícola que se extiende en torno al pueblo. El potencial agrícola de esta región y su estratégica ubicación como ruta de paso para hombres y mercancías han fomentado su poblamiento desde tiempos inmemoriales, como evidencian los recientes hallazgos arqueológicos durante la construcción de la carretera entre Almargen y Olvera (Cádiz).
El corazón de Almargen late en su plaza principal, donde una fuente se erige como testigo silencioso de la historia del pueblo. Cerca, la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, construida en el siglo XVI y reformada en el siglo XVII, cuenta con una portada manierista y una espadaña barroca que coronan su estructura. En su interior, las primitivas armaduras mudéjares de lazo que cubren la nave central y el presbiterio añaden un toque de autenticidad histórica.
Almargen, con su paisaje pintoresco y sus aguas medicinales, sigue siendo un oasis que combina la riqueza histórica con la bendición de la naturaleza. En este rincón andaluz, el pasado y el presente convergen, ofreciendo a sus habitantes y visitantes una experiencia única entre dos aguas.