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En Málaga hay pocos Julianes: las historias tras los décimos compartidos de la Lotería de Navidad en la ciudad

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Julián es el protagonista del anuncio de la Lotería de Navidad de este año. El hombre se hace viral después de que declarara a una reportera en la puerta de una administración que no tenía a nadie con quien compartirlo. España reacciona y toda la ciudadanía se ofrece a compartir sus décimos, pero sobre todo su alegría con él. 

La historia de Julián es ficción, pero se asemeja bastante a la realidad que miles de ancianos viven en la provincia de Málaga. Según datos del INE (actualizados en 2021), aproximadamente más de 74.380 personas mayores de 60 años viven solas en Málaga, siendo algo más de la mitad de ellas mujeres, 46.882.

Esta cifra, si quitamos el filtro de la edad, asciende hasta los 178.000 malagueños viviendo en solitario. Es decir, una de cada cuatro viviendas en la provincia está ocupadas solo por una persona. Organizaciones como la Fundación Harena trabajan para hacer los días de estas personas algo más llevaderos para paliar los duros efectos de la soledad en ellas.

La Gata Loca, a rebosar.

La Gata Loca, a rebosar. AR

Si bien, cuando llega la Lotería de Navidad y en general las fiestas, parece que el neón de la solidaridad se enciende en nuestro interior y miramos a los que están a nuestro alrededor, como le pasa a Julián con el resto del mundo, que se vuelca para ayudarle. 

Para comprobarlo, solo hay que dar un paseo por las administraciones de los diferentes barrios de Málaga. Hablar con diferentes clientes deja entrever que en Málaga sí que gusta compartir décimos. No solo para repartir gastos, sino por disfrutar con alguien de una posible celebración en caso de que el décimo resulte ganador.

En la puerta de La Gata Loca, una de las administraciones que más premios repartió la Navidad pasada, encontramos a Loli y Juana, dos vecinas de Puerta Blanca que esperan la cola para llevarse un décimo a casa. La segunda reconoce que le hace mucha ilusión siempre que su hijo, que trabaja fuera, vuelve al barrio para comprar décimos y poder repartir la alegría (y los millones) con todos los compañeros con los que pasa horas trabajando.

Por su parte, Lydia, una joven de 28 años, atiende a EL ESPAÑOL de Málaga mientras camina por la calle Granada, donde se sorprende por la cantidad de gente que hay junto a la administración El Gato Negro. Reconoce que, igual porque es joven, no suele probar suerte en el juego por no malgastar, pero en Navidad se ve "obligada".

Una imagen de la administración de lotería de El Gato Negro de archivo.

Una imagen de la administración de lotería de El Gato Negro de archivo.

Sin embargo, como suele hacer siempre un viaje a Zahara de los Atunes en verano, un lugar que le encanta, siempre suele traerse un décimo que comparte con su pareja, con la que sueña poder comprarse pronto una casa propia. "Hace unos días también fui un fin de semana a Bilbao con mis padres y mi hermano y decidimos comprar una para compartir todos juntos. Es como un souvenir que llevarte de la ciudad", declara.

Su pareja, Alicia, que le acompaña cuenta que sus cuatro tíos y sus abuelos siempre compran por cabeza un décimo en diferentes ciudades, menos los abuelos, a los que ella llama "Abú" y "Abá", quienes apuestan por comprar un décimo en la Cruz de Humilladero, su barrio de toda la vida, convencidos de que la suerte puede estar incluso en la puerta de tu casa. No fallan a la tradición cada año y esperan poder seguirla manteniendo muchos años más.

Lydia se ríe al reconocer que le da "coraje" gastar dinero en un "simple papel" que no le va a tocar, pero confiesa que cada 22 de diciembre, la ilusión no abandona la casa familiar, donde todos sienten que "Dios va a bendecir los décimos y va a hacer que me toque". "Es contradictorio, pero es bonito", dice entre risas.

En la administración ubicada en la avenida de La Luz hablamos con un grupo de jóvenes, aunque todos se decantan por hacer portavoz a Samuel. La pandilla, donde todos rozan los 25 años, siempre comparte un décimo cada Navidad. Son muchos, pero reconocen que aunque les tocara un quinto premio "o incluso una pedrea" lo celebrarían con una buena cena en un buffet de sushi "con buena compañía". 

"Al final cuando compartes sabes que a no ser que no te toque el Gordo no te vas a llevar nada importante. Ni para esa casa que todos los jóvenes deseamos, pero bueno. Creo que no tiene mucho sentido que te toque mucho dinero si estás muy solo. Lo bonito es compartirlo, es el sentido de la Navidad", dice Samuel.

Sin embargo, aunque les pillamos observando desde la calle los números, no terminan de decantarse. "Una tradición de este grupo es que siempre pillamos la noche del 21 de diciembre el décimo. Hoy es que hemos pasado por aquí y hemos dicho '¿Y si?' Pero preferimos que haya menos variedad y elegir uno. Al final, esto son matemáticas y todos están en el bombo. Hasta el más feo puede tocar", añade el joven.

Francisco es piloto de avión y su historia con los décimos también es bonita. Rara es la persona de su entorno que no le pide que le traiga un décimo desde alguno de los destinos. Y por ende, siempre comparte con algunos de ellos algún que otro boleto. En casa, su mujer y él siempre juegan cada año el número de su aniversario, pero también el que lleva la fecha de nacimiento de sus hijos, que a su vez regalan a abuelos y padrinos como tradición.

Francisco reconoce que compra solo números que tienen algún significado y que comparte con personas especiales, más allá de por el hecho de que le toque o no. Lo mismo le ocurre a Susana, otra malagueña, que lleva 30 años comprando el mismo décimo con la mayoría de sus hermanos. Ya algunos han fallecido, pero siguen sin cambiar el número con la esperanza de brindar con el cielo en el caso de que haya que abrir una botella de champán el próximo 22 de diciembre.

Se prevé que este año los malagueños gasten de media unos sesenta euros en Lotería de Navidad, siendo el 21 de diciembre uno de los días con mayor afluencia en las administraciones. ¿Y tú? ¿Compartes décimos?