Un cuento tradicional portugués, que se remonta a los tiempos en los que el propio país no existía y la región del Algarve pertenecía a los moros, habla de un monarca que se enamoró de una rubia prisionera proveniente del norte, Gilda. Impresionado por su belleza, le otorgó la libertad y la fue agasajando para terminar pidiendo su mano. La Bella del Norte aceptó (claro, no le quedaba otra a la pobre) y, aunque tenía sobrados motivos para estar triste, el cuento relata que Gilda lo estaba por la nostalgia que le provocaba no ver los campos nevados de su tierra natal.
Ante esto, el rey tuvo una feliz idea: mandó plantar almendros por toda la región del Algarve. Cuando finalmente florecieron, subió a su esposa a la torre más alta del castillo y juntos contemplaron un horizonte de árboles que parecían estar cubiertos por un espeso manto de nieve. Huelga decir que esa noche el rey fue recompensado con creces.
Esta leyenda, cargada de machismo a espuertas, nos viene que ni pintada para recordarnos a los malagueños que es tiempo de disfrutar del florecimiento de los almendros, quizá el espectáculo natural más vistoso y esperado del año en nuestra provincia. Un árbol frutícola de secano que acompaña al ser humano desde hace más de dos milenios y que, desde que lo introdujeran en nuestra tierra los fenicios, se ha sabido aprovechar más que bien.
Su importancia es tal que ha configurado la realidad de numerosos pueblos malagueños. Si en algunos municipios es, por ejemplo, el olivo el que delimita su principal agricultura, hay otros donde la almendra demuestra su enorme peso.
Una de estas localidades es Guaro que cada año celebra su tradicional Día del Almendro y que, poco a poco, va ganando en relevancia de modo que ya abarca todo un fin de semana. Las festivas jornadas giran en torno a una serie de rutas de senderismo para visitar los almendros en flor que rodean el municipio y, después, disfrutar de la gastronomía típica de la zona, como un buen plato de sopa de almendras.
El momento exacto de la floración de los almendros depende de la climatología durante los primeros meses del año. Este 2022 hemos disfrutado de un final de enero muy suave y tenemos un principio de febrero cálido, por lo que las flores de estos árboles ya han brotado. Por lo tanto, este es el momento ideal de disfrutar de esta explosión de vida que supone un prólogo perfecto de la primavera que, parece mentira, ya está a la vuelta de la esquina.
Rutas de diversa longitud
En los alrededores de Guaro existen varias sendas de diferente extensión y dificultad. Así, encontramos una ruta corta de los almendros que tiene un trazado fácil de recorrer, cercano a los seis kilómetros, y que parte de la propia localidad guareña. Esta senda está recomendada para personas que no son mucho de andar y para familias con niños pequeños.
También existe otra senda, más extensa y un poco más dura: la ruta de los almendros de Guaro - Puerto Alto, PR-A 274. Un trayecto circular, con una extensión cercana a los trece kilómetros de longitud y un desnivel acumulado de cerca de 500 metros, que nos adentrará por un sendero pedregoso en su mayor parte, pero a lo largo del cual contemplaremos extensos campos de cultivo de almendros y hermosas vistas del Valle del Guadalhorce y de la comarca de la Sierra de las Nieves.
De hecho, desde Puerto Alto, unos de los puertos de montaña más elevados de la zona, se vislumbran unas magníficas panorámicas: al norte, Alozaina y las sierras Prieta y Cabrilla; al sur, sierra Canucha con las cumbres Los Cuchillares; y al este, el Valle del Guadalhorce y el macizo del Torrecilla.
Una alternativa más difícil todavía es la ruta PR-A 279, que pasa por el puerto Chiribenítez en un trazado circular que parte de Guaro para entrar en el territorio de Monda y regresar.
Otros lugares para disfrutar de la nieve en flor
La visita de cortesía de Perséfone a los almendros, antes de su gran llegada triunfal, también se puede disfrutar en otras zonas de la geografía malagueña. Por ejemplo, en los alrededores de Almogía existen numerosos caminos en los que contemplar la flor blanca de tonos rosados del almendro, sobre un fondo de tierra roja.
La accidentada geografía almogiana abarca innumerables sendas naturales como son las de Santi Petri, la Cola del Embalse y el Llano el Espinar, que combinan pintorescas vistas del pueblo desde sus miradores con parajes de esplendido romanticismo.
También la Costa del Sol oriental, en la comarca de la Axarquía, se inundada de nieve malagueña con paisajes en los que el almendro es el amo y señor del entorno. Así, alrededor de Arenas y Daimalos encontramos un enclave privilegiado gracias a un espectacular almendral cuajado de flores blancas y rosadas. Y ya que estamos por aquí, deberíamos disfrutar de la Ruta Mudéjar de la Axarquía.
Casi todo el territorio malagueño atesora plantaciones de almendros y es por ello que también podemos encontrar grandes manchas de flores blancas sin alejarnos demasiado de la capital de la provincia. De hecho, adentrarse en los Montes de Málaga supone encontrarse con diversos ejemplares de este provechoso árbol cuya visita nos servirá para acudir a lo importante: esto es, a las ventas, donde nos meteremos entre pecho y espalda un buen plato de los montes.
Y ya, para finalizar, cuando vayan en el coche, de camino a contemplar la belleza de los almendros en flor de Málaga, no olviden cantar a pleno pulmón la canción Un almendro en flor, en particular la versión de Las Carlotas. Sus hijos irán en el asiento de atrás la mar de contentos.