El casco antiguo del Centro de Málaga vuelve a ser protagonista otro verano más. El aumento de los turistas por el tiempo estival -y la inminente Feria- provoca que, cada noche, vea incrementado el número de personas que transitan por sus calles. Un fenómeno que repercute positivamente en los negocios de la zona…, pero que afecta negativamente a los vecinos que tienen que convivir con el ruido y una sobreactividad que en ocasiones resulta difícil de gestionar con el día a día.
El presidente de la Asociación de Vecinos del Centro, Carlos Carrera, subraya que ellos no están en contra del turismo ni de la hostelería, pero sí de cómo se está desarrollando una parte de ellos: “Las administraciones están doblegadas a ese binomio y no atienden a los problemas que sufrimos”, subraya.
Carrera critica que en ocasiones se haya recurrido a la frase “en el Centro no vive nadie” para “justificar la inacción” del Ayuntamiento. Así, argumenta que este barrio de la ciudad cuenta con 4.500 residentes (hace unos años era de 6.000, pero la marcha de vecinos por estas cuestiones ha hecho reducir el número). “Pertenecemos al distrito 1, que tiene 80.000 habitantes. Dentro de esta unidad somos el tercero con más población de Málaga y el quinto barrio de la capital, estando dentro del 13% con mayor número. ¿Por qué se dice que aquí no vive nadie?”, asegura.
El diagnóstico que plantea refleja que hasta 2015 (aproximadamente) existía un equilibrio entre ciudadanos, hosteleros y turistas, pero el exceso de la última época ha generado una escalada en los precios y un perjuicio en la convivencia. ¿El motivo? “Ha venido de la mano de los pisos turísticos, que crecen como champiñones”, asegura.
No solo se refiere al comportamiento de algunos inquilinos, sino a la “quiebra del sentido de la privacidad”: “Hay una cantidad enorme de desconocidos entrando y saliendo, generando inseguridad y la rotura de la red social de apoyo de mucha gente vulnerable. Si se rompe la llave de paso, no puedes llamar a nadie porque tu vecino es un inquilino temporal”, explica.
En su opinión, “todo se ha orientado” a un sector capaz de transformar la configuración del barrio, especialmente a raíz de la proliferación de terrazas que abren durante la noche (y sus efectos más directos, como es el ruido). De hecho, sostiene que la sentencia de los cinco de Mitjana, en la que se recogía "menoscabo" a los derechos a la intimidad personal y familiar y a la inviolabilidad domiciliaria de los vecinos, podría haberse dado en Juan de Padilla, Uncibay u otro lugar del distrito 1.
Hay que recordar que un mes después de confirmarse esta sentencia, el Ayuntamiento puso en marcha de un dispositivo especial de la Policía Local para reforzar el control sobre las conductas incívicas y el exceso de ruido en las principales zonas de ocio de la ciudad. Aunque con el principal foco puesto sobre el Centro Histórico. Un año después, el número total de denuncias superaba las 6.200 (casi 17 diarias).
De todas ellas, más de 4.500 son denuncias aplicadas a individuos por la vulneración de ordenanzas municipales como la del ruido o la de convivencia ciudadana. El registro se completa con otras 1.700 denuncias a establecimientos hosteleros que han hecho dejación de funciones
“Ese jaleo que hay provoca que no duerma el vecino, pero tampoco el turista, generando reseñas negativas que atraen a visitantes que no quieren dormir, sino estar de fiesta. Estamos haciendo una selección negativa por no saber controlarlo”, subraya. Del mismo modo, recalca que Málaga se ha consolidado como un “destino de borrachera”: “Los hosteleros están invalidados para formar parte de la solución porque tienen un interés económico que van a intentar mantener”.
El problema crece en verano
Según defiende el presidente de esta asociación de vecinos, la masificación turística se ha intensificado en julio y agosto: “Veo más descontrol, especialmente en la gente sin camiseta, de grupos jugando al fútbol y en el número de grupos que yo llamo british hooligan. Recientemente hemos visto a uno que acabó en un contenedor. Esas gamberradas están ahí. No veo que se haya mejorado”. Asimismo, considera que las campañas del Ayuntamiento van más enfocadas a la publicidad que a la mejora del problema.
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El modelo de la Feria
Estas semanas resultan especialmente cruciales para este colectivo, ya que parte del grueso de las fiestas se concentrarán en las puertas de sus casas. Carrera asegura que para los residentes, la Feria de Málaga “siempre ha sido un desastre”, aunque matiza que últimamente es “indistinguible” con un fin de semana normal.
Sobre el modelo, defienden que se celebre íntegramente en el Real, quedando las actividades del Centro reducidas a la romería, feria taurina, algún decorado y los guiños gastronómicos-culturales de restaurantes y grupos de música popular: “Que sea muy controlado y que parezca que estamos un día cualquiera”, puntualiza.
“El problema se ha mejorado”
En respuesta a este problema, la posición del Ayuntamiento de Málaga se sostiene en dos aspectos fundamentales: la actuación del consistorio municipal y, por consiguiente, la reducción de este fenómeno, en comparación con la realidad que se vivía hace dos años. El concejal del área de Turismo, Jacobo Florido, defiende que la imagen que se ve en las redes no siempre se corresponde con todo lo que sucede en el día a día: “Hablan muchos cabreados y agoreros”, apunta.
Reflexionando sobre la situación que durante las últimas semanas de julio y primeras de agosto se vive en el Centro de Málaga (solo hace falta dar un paseo cualquier noche para comprobar el incremento de visitantes extranjeros en busca de ocio), Florido plantea el siguiente diagnóstico: “Vienen porque somos una ciudad atrayente, pero el problema se ha visto reducido porque los hosteleros son los primeros que saben que ese tipo de público les perjudica más que beneficia”.
Del mismo modo, se refiere a las actuaciones que se están llevando a cabo como uno de los pilares fundamentales para propiciar “este cambio”. Así, apunta a las 94 denuncias interpuestas por la Policía Local durante la última semana a establecimientos (21) y a personas (73) por incumplimientos relativos a la ordenanza de prevención y control de ruidos como uno de los principales ejemplos.
Preguntado por el modelo y los elementos proclives a atraer este turismos low cost, Florido asegura que es un problema que, “por desgracia siempre habrá”: “Ve a Sevilla, Marbella, Mallorca, Londres o Ámsterdam. Eligen las grandes ciudades. Nuestra ordenanza y nuestra forma de actuar está siendo copiada por otras ciudades, como Barcelona. Se trata de un problema mundial”, abunda.
También incide en que “estamos en un Estado de derecho donde hay libertad”, aunque acto seguido añade: “El visitante que venga tiene que comportarse. Pero la mejoría está ahí. Los hosteleros son los primeros que me dicen que se ha notado”, destaca.
¿Es compatible el turismo con la vida en el Centro?
La presencia de locales con licencia de ocio nocturno, congregados en su inmensa mayoría en el Centro histórico, condiciona la masificación del espacio. Especialmente en fechas en las que la población de Málaga crece de forma considerable por la llegada de turistas. Esto da pie a una pregunta. ¿Es compatible el turismo con la vida en el Centro? Al respecto, Florido apunta a que “el incívico nunca es compatible”.
“Nosotros vamos a luchar contra el incivismo. Tenemos los medios que tenemos, pero insisto, en la última semana se han puesto 94 sanciones por este motivo. ¿Hay ruido? Sí, pero también hay poca educación. El Ayuntamiento no pega voces, sino que quienes pegan voces con los incívicos”, alega el edil responsable del área.
También se pronuncia sobre la vestimenta de los visitantes. Cabe recordar que en el bando firmado por el alcalde, Francisco de la Torre, para ordenar el desarrollo de los festejos de la capital de la Costa del Sol se incide en la apuesta porque no haya descamisados deambulando por las calles del Centro histórico o el Real de Cortijo de Torre, aduciendo que "razones de higiene y convivencia ciudadana".
“La ordenanza va a entrar en vigor en el próximo pleno y vamos a ser supertaxativos”, añade el edil, quien también explica que, pese al calor, se trata de mantener un decoro en la ciudad que uno está visitando: “Si no se quitan la camisa en su casa, ¿por qué lo hace aquí?”, se pregunta.